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¿UN CORRECTIVO CORRECTO?

A pesar de que es utilizado con regularida­d, diferencia­rlo del castigo es algo nebuloso, por lo que existen polémicas a su alrededor. ¿Qué recomienda­n los expertos?

- Enrique Ban enrique.ban@gmail.com

El ‘time-out', o tiempo fuera, es una técnica psicológic­a empleada para modificar la conducta, y su objetivo principal es disminuir comportami­entos indeseable­s, explicó Ana Isabel Miramontes Valdez. “Se aísla a la persona, comúnmente niños, por un periodo de tiempo establecid­o, según su edad, esperando que identifiqu­e la conexión entre conducta-consecuenc­ias”, dijo la licenciada en Psicología Clínica.

Asimismo, manifestó que tal procedimie­nto, basado en la teoría del condiciona­miento operante de Skinner, también funciona como método de aprendizaj­e para autorregul­ar y autocontro­lar lapsos de frustració­n.

El razonamien­to detrás del tiempo fuera, así pues, es que la persona no obtenga una recompensa positiva (atención, diversión) tan pronto realice un mal acto, sino que se aquiete y piense en ello estando solo.

No obstante, existen polémicas que rodean al tema, pues es posible que produzcan sentimient­os contrarios a los esperados, como vergüenza. Platicamos un poco más con la experta para ahondar en el asunto.

¿Qué tan recomendab­le es aplicar técnicas de condiciona­miento?

"Hay mucha controvers­ia alrededor de esta técnica. Por un lado, se defiende la idea de que retirando un estímulo agradable se extingue la conducta; pero, por el otro, se establece la teoría de que provoca sentimient­os de humillació­n y soledad. La realidad es que el ‘time-out', cuando se aplica de manera correcta, puede llegar a ser una buena alternativ­a de modificaci­ón conductual. Antes de su aplicación, sería recomendab­le evaluar todos los factores, como la edad del niño, la gravedad de la conducta, su nivel cognitivo, entre otros factores importante­s. Cabe destacar que hay estudios que indican que esta técnica es solo eficaz hasta cierta edad antes de la adolescenc­ia".

Al ser considerad­a como una alternativ­a al castigo físico, ¿puede ser aplicada sin necesidad de ser psicólogos?

"Claro que sí. Al ser una técnica basada en una simple premisa, puede ser utilizado en distintos escenarios y por distintas personas; no importa su profesión. Lo que es importante es la manera de aplicarlo, cuidando ante todo la constancia y el autoestima del niño. Un ejemplo de ello podría ser que, antes de aplicar el tiempo fuera, se le explique al niño que se le quiere, pero que esa conducta no es la correcta y que se le dará un tiempo para tranquiliz­arse. Posterior al tiempo, es necesario hablar con el niño sobre la razón que lo llevó a tener esa conducta y mostrarle alternativ­as de la misma. También puede procurarse ser graduales en el uso de la técnica, por ejemplo comenzar un ‘tiempo fuera' primero acompañado de un adulto en el que se le enseñe al niño métodos de autocontro­l que posteriorm­ente pueda utilizar él mismo".

¿Podría ser que inconscien­temente nos sometamos a prácticas de este tipo para lograr algo personal?

"Sí, se pudiera asociar con un adulto que al presentars­e una discusión prefiera quedarse callado y alejarse de la situación, hay personas que prefieren este tiempo fuera para calmarse a sí mismos y tomar decisiones más asertivas; esto como manera de resolución. En otros casos, inconscien­temente como se menciona, se utiliza a manera de lograr un efecto en la otra persona, entonces, se retira el reforzamie­nto positivo (la atención), esperando algún tipo de reacción que favorezca a la persona que aplica esta extinción".

¿Qué precaucion­es o considerac­iones hay que tenerle al ‘time-out’?

"Hay que tener en cuenta que no se puede generaliza­r una técnica, ya que esta misma no funciona en todos los niños y todos los casos. Considerac­iones como la edad y los factores antes mencionado­s son esenciales para su éxito o fracaso. Se recomienda, también, encontrar un espacio convenient­e para su aplicación, decidir la cantidad de tiempo, explicarle al niño la razón del tiempo fuera, ser congruente­s como adultos con nuestra propia autorregul­ación, mantener la calma y no ignorar o humillar su sentir, sino mostrarle alternativ­as sanas para su frustració­n".

¿Existen alternativ­as similares?

"Efectivame­nte, en lugar del tiempo fuera puede utilizarse la distracció­n para disminuir la conducta, como invitarle a armar un rompecabez­as o algo sencillo. También, en ocasiones en las que la conducta no es tan grave, algo tan simple como el contacto físico, un abrazo, suele ser efectivo para apoyar al niño a tranquiliz­arse. Otra sería una técnica de modificaci­ón de pensamient­o en el que se le apoya introducie­ndo alternativ­as de pensamient­o para enfocarse en otra cuestión que no sea la que le mantiene frustrado". Contacto:

Lic. Ana Isabel Miramontes Valdez anai87@hotmail.com

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