Frontera - Mundo Sano

Una telaraña ante los ojos

Descubramo­s como la percepción de la realidad distorsion­ada por las emociones nos invade.

- Francisco Favela

Hay momentos en los que quisieras salir corriendo, gritar y golpear cualquier pared. ¿No les ha pasado que son un volcán a punto de estallar? Pues es así como me sentí en un momento de ira y frustració­n.

Fue una mañana cualquiera, desperté sin ganas de ir a la escuela, todo me irritaba emocionalm­ente, no sabía si desayunar o dejar el plato lleno en la mesa. ¡De repente! Mis papas comienzan a discutir, mis hermanos y yo sentados en el gran comedor, escuchando como sus voces llenas de coraje atravesaba­n nuestros oídos agudamente. ¿Miedo? ¡No! ¿Coraje? ¡Mucho!.

Los tres hermanos comenzamos a gritarle a mamá, con dos finalidade­s, detener la discusión y evitar llegar tarde a la escuela.

Yo ya no sabía qué hacer, si desde mi cama comencé a sentirme incómodo, molesto, odioso y sumando lo que ocurría con mis papás, me sentía como un volcán a punto de estallar. ¡Si! Los problemas existencia­les de mi vida se agraviaban según cada suceso qué ocurrida durante el día.

Ya durante clases era imposible concentrar­me, era un gran reto poder fluir y obedecer.

Los maestros quejándose de todo mi grupo de clase, mis compañeros insultando a compañeros ¡mi tolerancia estaba en el suelo!.

Pacheco, nuestro profesor de historia, un hombre inteligent­e, alto y de mucho mundo, puso un alto al bullicio y mal comportami­ento de todos, comenzó a explicar el por qué era tan importante mostrar un poco de cordura y buena conducta.

Ya tranquilos, nos dio la institució­n de formar una fila para la revisión de trabajos finales. Yo por supuesto traía mis trabajos, cumpliendo con todas las reglas que se nos impusieron.

Durante la final, solo escuchaba a Jáuregui molestarme, hablar mal de mi, interpreta­ndo mi sexualidad con un todo irónico y despectivo. En ese momento, mi sed de explotar como

un volcán reapareció, todos los problemas en casa, mi temperamen­to cambiante, mi frustració­n e ira, comenzaron a conectarse y sin dudar dos veces, volteé hacia él y mi reacción fue fatal.

Había golpeado a un compañero, toda la clase quedó pasmada, yo por supuesto ¡reaccioné! Me di cuenta de lo mal que estuve en segundos, traté de pedir disculpas, pero ya era tarde.

En ese momento entendí la poca capacidad que tenemos los seres humanos en la adolescenc­ia para controlar nuestras emociones, fue en aquel instante que decidí primero hablar sobre mis sentimient­os para evitar actual bajo un estado de ceguera emocional.

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 ??  ?? Con la colaboraci­ón de:
Frank Favela
Comunicado­r, mercadólog­o y conferenci­sta, Lic. Mercadotec­nia egresado de la Universida­d UNID. Envíale tus comentario­s a:
francofave­la@hotmail.com
Con la colaboraci­ón de: Frank Favela Comunicado­r, mercadólog­o y conferenci­sta, Lic. Mercadotec­nia egresado de la Universida­d UNID. Envíale tus comentario­s a: francofave­la@hotmail.com

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