Vivir con desconocidos
Imaginemos que despertamos en una habitación distinta a la que nos acostamos la noche anterior, salimos al pasillo y desconocemos qué es lo que hacemos en este lugar tan diferente a nuestra casa.
Llegamos a la cocina y no sólo no reconocemos este espacio, también es confuso ubicar qué hay detrás de los estantes o para qué sirven los diferentes aparatos que están ante nosotros; esto es muy común para quien vive con demencia: su realidad es confundida con algunos de sus recuerdos, que le aseguran que aún vive en la casa donde crecieron sus hijos y no en el nuevo hogar de alguno de ellos.
A veces van más atrás en el tiempo y despiertan buscando una casa muy antigua, donde vivían con sus papás y hermanos en algún pueblo lejano.
La inquietud que pueden llegar a sentir al no estar en el lugar en el que ellos suponen que deberían de estar es angustiante, por esto es muy común que deambulen por la casa, que busquen una salida desesperadamente, que supliquen por ayuda para regresar a donde creen que deberían de estar o incluso que se muestren agresivos ante tal frustración.
Hay que entender que dentro de esta enfermedad es normal este tipo de conductas: es la forma de expresar el miedo que experimentan ante lugares o personas que no son conocidos, ya que también debemos considerar que para ellos sus familiares lucen diferentes.
Por ejemplo, quien toca la puerta y llega presentándose como su hijo no puede ser él, porque en sus recuerdos su hijo aún es un niño y no un adulto de 50 años.
Para el cuidador- que en la mayoría de los casos es un familiar consanguíneo-, es una escena devastadora; usualmente no se cuenta con las herramientas adecuadas para enfrentar éste y otros retos que conlleva el atender a un ser querido que vive con demencia, provocando que el cuidador se sienta superado.
Por ello, te ofrezco algunas pautas que te ayudarán a prevenir episodios complicados dentro del hogar, haciéndolos sentir seguros y amados.