VUELO
ALBERTO SANTOS DUMONT Y LOUIS CARTIER PROTAGONIZARON UNA RELACIÓN DE CAMARADERÍA Y ADMIRACIÓN MUTUA, QUE SE TRADUJO EN LA INTREPIDEZ CON QUE MIRARON SUS VIDAS: UNO COMO PILOTO, EL OTRO COMO DOMADOR DEL TIEMPO
Hay piezas que atesoramos por muchas razones. Puede ser un automóvil, un mueble, una prenda de vestuario o, más que mu- chas otras cosas, un gran reloj. El Santos, de Cartier, es una de esas posesiones que nos colocan en la mano el poder de la elegancia, la intrepidez y al espíritu de aventura profunda del hombre que se sabe capaz de domar el futuro.
Todo eso se traduce en un filme inspirado en Alberto Santos Dumont, amigo a toda prueba de Louis Cartier. El legendario piloto hizo de su vida una consecución de capítulos de desafío a metas para otros quiméricas. La capacidad de vencer las ata- duras de lo posible y aventurarse hasta vencer todo obstáculo, es algo en lo que coinciden el hombre y la máquina que lleva su nombre. En solo 60 segundos, las poderosas imágenes creadas por Seb Edwards —y protagonizadas por Jake Gyllenhaal—, llevan a todos la atmósfera y el mensaje de una vida excepcio- nal. “Quise crear un mundo fantástico al estilo de Fellini, para narrar la impresionante historia desde los ojos de Cartier, de la manera más inmediata posible. Intenté captar el espíritu de Al- berto Santos Dumont y su obsesión con volar, con la velocidad y con el peligro”, dice el director británico. “Me gusta imaginar cómo fueron sus sueños... Y crear imágenes libres en una suerte de fantasía abstracta”. ¡Meta alcanzada!