Vogue Hombre

UN HOMBRE Y SU PIANO

De fondo, suena la canción de Billy Joel, Piano man, y aparece Jorge Viladoms, el pianista mexicano que nos cuenta en esta entrevista como la música puede transforma­r vidas, la suya incluida

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El pianista mexicano Jorge Viladoms posa para Vogue y nos habla de su cruzada musical.

Hay hechos que nos transforma­n para siempre, y en el caso de Jorge Viladoms, ocurrió a sus tempranos 14 años. Su padre falleció a causa de una enfermedad y su mundo se vino abajo. “Sin duda, fue un antes y después en mi vida. Esa niñez mágica que tuve se cayó en mil pedazos y empecé a dudar de todo, de mí mismo, de la religión, de la vida, del duelo… Estaba en un momento de incomprens­ión total. Entonces, recurrí a los libros, leí a Borges, Casares, Cortázar; a los existencia­listas, Camus, Sartre; también comencé a escribir cuentos y a tocar el piano a los 15 años con una maestra que estaba muy viejita, en Puebla. Teníamos un piano de cola que heredemos de la familia. Y las respuestas a esas preguntas existencia­les de la vida, las encontré en el arte”, nos comentó en su última visita a la Ciudad de México para participar en el festival Revueltas, el mismo que lo ha llevado a ofrecer un concierto en Tamazula, en lo alto de la sierra de Jalisco, en un pueblo llamado Nombre de Dios. “El concierto fue en la Capilla de San Francisco, un templo de 463 años. El lugar estaba llenísimo y había

un silencio absoluto entre público cada vez que tocaba una pieza. Mi misión como artista ahora es tocar por el mundo con grandes orquestas como la Queensland en Australia y en pueblos como este. Necesito ambas partes”, confiesa.

Jorge lleva ocho intensos años girando por el mundo, presentánd­ose en escenarios como el Carnegie Hall y el Lincoln Center de Nueva York, el Teatro Bunkamura de Tokio, el Palacio de las Bellas Artes de la Ciudad de México, y participan­do en importante­s festivales como el Steinway Hall en Suiza, el Festival de piano en Ursanne, el Festival de Sion, junto a artistas como Gautier Capuçon, Philippe Cassard, Lionel Cottet, Fumiaki Miura, Camille Thomas, Charlie Siem, entre otros. “La música tiene la capacidad de sanar el tejido social de ciertas comunidade­s. Nos hemos dado cuenta con muchos estudios que la música hace milagros en el desarrollo de un niño. En mi fundación en Guadalajar­a

(Crescendo con la música), los niños comenzaron a llegar al coro con moretones, se escapaban para ir a cantar porque sus familias querían enviarlos a trabajar. Luego, por iniciativa propia, un grupo de madres decidieron crear un coro, porque poco a poco logramos un cambio en la forma de pensar de esta comunidad. Hemos beneficiad­o a más de 2 mil niños desde el año 2012”, celebra.

Él también fue un soñador cuando a los 18 años se fue a Suiza, siguiendo los pasos de sus hermanos, con el plan de “vender helados” y trabajar como niñero durante 2 años, para aprender francés y una nueva cultura, para luego regresar a México y estudiar ingeniería en la Universida­d de Las Américas de Puebla. Un amigo chelista de su hermano lo llevó al Conservato­rio de Lausanne, donde consiguió una beca para estudiar piano durante un año. Siete años después, y dos maestrías, se convirtió a sus 26 en profesor titular de la reconocida

institució­n, entre más de 100 aspirantes de todo el mundo. Hoy ese mismo joven es un exitoso pianista de 34 años, que ha sido nombrado Testimonia­l para México de la firma de alta relojería, Rolex. “En Suiza, el hacer relojes es un patrimonio nacional, un savoir-faire, un arte que tiene mucho que ver con la música… Rolex tienen una larga historia de apoyo al arte, son patrocinad­ores de la Scala de Milán, The Metropolit­an Opera, la Opera Nacional de París... Tienen un programa de mentores y discípulos –Rolex Mentor & Protege– en el que artistas apoyan las carreras de jóvenes talentos.. Espero sea una relación de larga data”.

Sobre el futuro de la música clásica, nos cuenta: “Hay que desempolva­r esa imagen que tenemos de los músicos clásicos. Los conservato­rios están preocupado­s por crear músicos, pero no en ganar nuevos públicos. Ahora hay muchísimos pianistas en China, Rusia, Corea, hay mucha oferta, pero la audiencia se está muriendo. Es muy preocupant­e porque las orquestas están cerrando, les están quitando el presupuest­o… Las audiencias se crean en las escuelas, la tienes en los médicos que estuvieron en un coro cuando eran niños, o en los abogados que formaron parte de una orquesta juvenil. Quiero trabajar en una iniciativa de ley para que en cada primaria pública de México haya un coro. El presupuest­o es mínimo, y puedes hacer un cambio social muy grande”. ¡Qué así sea!

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