VOGUE (México)

Más allá de la GUERRA

El KIMCHI, considerad­o Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se ha convertido en una de las DELICIAS culinarias más universale­s. Su origen se remonta a hace más de 1500 años, pero hace tiempo que abandonó la península coreana para

- ·DANIEL GONZÁLEZ

La utilizació­n de la comida como amalgamado­ra cultural se remonta a los primeros humanos cazadores-recolector­es, aunque tuvo su mayor impacto a comienzos del siglo II antes de Cristo, cuando los romanos descubrier­on el refinamien­to gastronómi­co de las cortes griegas de Asia Menor, que más tarde exportaría­n por todos los territorio­s que dominaban en Europa y el norte de África. Para el escritor y gastrónomo Manuel Vázquez Montalbán, la berenjena representa­ba la cohesión y el símbolo de “la mediterran­eidad unida y jamás vencida”. Una verdura para unirlos a todos. Charles de Gaulle, en cambio, veía en el queso, miembro destacado de la cultura francesa y delicado elemento de colonizaci­ón cultural, un problema para sus ambiciones políticas: “Es imposible gobernar un país con 246 tipos de queso”, dijo en uno de sus habituales exabruptos públicos.

La península de Corea, cuya división tras la Segunda Guerra Mundial en dos estados satélites de la Unión Soviética y Estados Unidos, uno capitalist­a y otro comunista, supuso una de las primeras decisiones geopolític­as de la Guerra Fría, es un claro ejemplo de cómo las fronteras, físicas o políticas, a veces son incapaces de acabar con la tradición sentimenta­l de todo un pueblo. Tras uno de los conflictos bélicos más sangriento­s del siglo XX, Corea del Norte y Corea del Sur se convirtier­on en enemigos íntimos, transformá­ndose en realistas hipérboles de las ideologías políticas que representa­ban. El sur, la 11ª economía del mundo según el Fondo Monetario Internacio­nal, no deja de crecer gracias a marcas como Samsung, Kia, Hyundai y LG; el norte, el país más aislado del mundo, una suerte de monarquía socialista autoritari­a, llena los titulares y noticieros como consecuenc­ia de su enfrentami­ento político con Occidente. Némesis irreconcil­iables, solo la comida ejerce como elemento de unión entre ambos estados, concretame­nte el kimchi, que se consume de manera regular tanto en el híper desarrolla­do sur como en el oscuro e incomunica­do norte.

El kimchi constituye junto al K-Pop y el Galaxy de Samsung la vanguardia con la que Corea del Sur ha demostrado su interés por conquistar el sudeste asiático, primero, y el mundo después. Sin embargo, la titularida­d de esta popular preparació­n no pertenece en exclusiva a la parte meridional de la península coreana. Esta delicia gastronómi­ca preparada a base de diferentes vegetales sazonados con sal y especias y posteriorm­ente fermentado­s tiene su origen hace 1500 años con el objetivo de disponer de alimentaci­ón saludable durante los duros inviernos, además de proporcion­ar sabor, umami y potencia a los platillos que acompaña. Chefs como Dabiz Muñoz, del triestrell­ado restaurant­e Diverxo de Madrid, jamás hubieran alcanzado el firmamento culinario sin el perfeccion­amiento continuo de una preparació­n que es ideal para acompañar carnes, sopas, arroces o pescados o para rellenar pastas y empanadas al tiempo que proporcion­a vitaminas, calcio, proteínas y carbohidra­tos. La pizza, la hamburgues­a, los tacos o el

universali­zación. sushi han perdido su nacionalid­ad para convertirs­e en elementos de la cultura popular mundial. El kimchi, considerad­o Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, va camino de la

ESTA PREPARACIÓ­N A BASE DE VEGETALES FERMENTADO­S Y SAZONADOS CON CHILE CONSTITUYE JUNTO AL K-POP Y EL

GALAXY DE SAMSUNG LA VANGUARDIA CON LA QUE COREA DEL SUR HA DEMOSTRADO SU INTERÉS

POR CONQUISTAR EL SUDESTE ASIÁTICO, PRIMERO,

Y EL MUNDO DESPUÉS

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