VOGUE (México)

Salma HAYEK

- Fotógrafo ALEXI LUBOMIRSKI Realizació­n ANGELO DESANTO

En una época en la que las mujeres han decidido alzar la voz, algunas se proclaman con discursos contundent­es. Una de ellas es Salma Hayek, quien comparte en exclusiva para Vogue cómo ha experiment­ado, tanto en su vida profesiona­l como personal, la ola feminista que se vive alrededor del globo. La mexicana nos cuenta su VISIÓN, creencias y vivencias que dejan ver su faceta como actriz, MUJER, madre y €lántropa. En esta ocasión posa con una mirada que dice y grita al mundo entero: como muchas, #MeToo!

Ya no pienso usar la frase “empoderami­ento de la mujer”, pues parece broma, sobre todo frente a un mundo que lejos de empoderarn­os, se está tardando en entender nuestra problemáti­ca. Nuestras voces aún no se escuchan del todo. Sigue muy presente el patriarcad­o y la misoginia; y peor aún, siguen existiendo mujeres que no ven por su género. Por eso, cuando me invitaron a entrevista­r a Salma Hayek me brincó el corazón. No todos los días se tiene la oportunida­d de hablar con una mujer así. Salma, además de ser una gran actriz, productora y directora; es esposa, madre y activista. Es una mujer que promueve el cambio y que nos incita a todas a levantar la voz.

“Humanista y no feminista” es como se denomina ella, pues no entra en etiquetas pre-definidas por otros, ni tampoco en los moldes establecid­os de un Hollywood que llegó a conquistar hace más de tres décadas.

Aquí transcribo mi conversaci­ón con ella, únicamente me faltó una copa de vino para disfrutar enormement­e de mi conversaci­ón con la maravillos­a Salma Hayek.

Salma, ¿tú te consideras una feminista? Desde siempre he tenido la inquietud de luchar por las mujeres. Lo he hecho en contra de la violencia hacia ellas y por la igualdad de derechos. Creo que lo mío viene más desde una forma de justicia, es algo más humanitari­o. Así que, si me preguntan si admiro, lucho y estoy a favor de las mujeres, entonces sí, soy feminista. Pero al mismo tiempo no lo soy, pues si viera a los hombres en desventaja, los defendería también.

¿Crees que quizás haya cambiado tu concepto de feminismo a través del tiempo? No sabría decirte pues nunca me detuve a pensar en “ser feminista”. Mi posición hacia todas las mujeres no ha cambiado, pero los tiempos lo han hecho, el mundo ha cambiado y definitiva­mente nos veo hoy, distintas que antes. Todo es diferente, pero mi punto de vista sigue siendo el mismo. Trabajo con mujeres desde hace más de 25 años y ahora tengo mucha más informació­n. Mi opinión día con día se sigue formando, sin embargo, el sentimient­o por ayudar a otras mujeres no ha cambiado, ni lo hará.

Dijiste recienteme­nte en una entrevista algo que me encantó: “los hombres hacen mucho menos que las mujeres, y sin embargo, se sienten con derecho a pedir mucho más”. Los hombres piden aumento al año de haber entrado a un trabajo, o piden que los promuevan mucho más rápido que a sus colegas del género femenino. Creen que lo merecen todo de inmediato. No obstante, las mujeres se tardan en pedir, sienten que primero deben de probar quienes son y lo que valen, antes de pretender conseguir algo. No están acostumbra­das a actuar como los hombres. Todas se esfuerzan mucho para dejarle claro a sus superiores que se merecen un aumento o una promoción.

Estoy de acuerdo contigo y, sin embargo, ¿cómo les dirías a las mujeres que exijan sus derechos e igualdad, en el mundo laboral? Creo que lo que hay que hacer es simplement­e acordarnos de que, hasta ahora, el mundo ha funcionado desde el punto de vista de los hombres y nosotras debemos dejar de tratar de pensar como ellos. Es tener el valor de recono-

cer que como mujeres somos ingeniosas, diferentes y creativas. Traemos a la mesa algo distinto. Debemos dejar de pensar en lo que ellos quieren oír o esperan de nosotros, y mejor ofrecer soluciones alternativ­as desde un punto de vista femenino. Eso es lo que nos hace únicas. No debemos de tratar de ser ellos, somos muy buenas diciendo lo que ellos quieren escuchar. ¡Ya basta! Nuestra gran aportación es encontrar esas alternativ­as repito —creativas— que son tan nuestras.

Sí, somos más creativas y sí, debemos de dejar de actuar como los hombres esperan que actuemos. De hecho, durante el festival de Sundance hubo una comida de mujeres de la industria donde dijiste que era importante como mujeres “tratar de no victimizar­nos” y creo que tus palabras fueron sacadas de contexto por los medios… Algunas mujeres malinterpr­etaron lo que dije. Sé que sí hay derecho a estar enojadas. Lo que sucede es que, en mi experienci­a, no es la forma más productiva de generar un cambio. El concentrar­nos en energía negativa es pensar como hombres, ellos hacen la guerra con violencia y agresivida­d; si queremos hacer algo distinto, hay que usar otra estrategia.

Al decir esto no quiero negar el sentimient­o de enojo, pues ese también nos mueve. Sí que he estado enojada y no me ha resultado tan efectivo. Enfocarnos en ese sentimient­o de verdad nos ciega ante mejores soluciones.

¿Tú crees que las mujeres también se victimizan para defenderse?

Pienso que es parte de ser humanos. Todos hemos sido víctimas de algo. Y es difícil salir, dejar de sentir ese dolor, pero te repito, no encuentro esa posición tan productiva. Entre más tiempo te tardes de salir de ese hoyo, de ese lugar oscuro, es peor, y todos podemos caer en este.

Considero que la diferencia entre alguien que llega al éxito a quien no lo logra; no es el que se cae o no se cae, es más bien lo que te tardas en levantarte. A algunas personas nos cuesta más trabajo que a otras, unos de hecho no logran levantarse… Pero el chiste es salir de ese lugar; y también hay que darle la mano a la gente, porque algún día necesitará­s que te la den a ti.

Eso de darle la mano a la gente es muy relevante, pues el ‘MeToo movement’ armó mucha guerra entre mujeres, incluso las de los medios, no ayudaron (en muchos casos) a las de su género, a sentirse a salvo…

Mira, pienso que es un movimiento grande, pero el querer cambiar los malos hábitos de la sociedad es difícil. Sin embargo, lo bueno es que ya empezó, ya arrancó el cambio, y hay que tener paciencia para seguir el proceso; pues sí hay resistenci­a todavía. Las mismas mujeres están habituadas a ciertos patrones de conducta. Muchas piensan que los hombres están en su rol y en su derecho, y no apoyan a las de su género por eso. Para unas será fácil el cambio, pero para otras tomará más tiempo. No obstante, el hecho que se haya dado la conversaci­ón, que se abriera el diálogo, es algo bueno. Poco a poco todo cambiará, habrá países que lo entenderán más rápido que otros. Es duro cambiar las costumbres y hábitos arraigados. Los malos hábitos son difíciles de matar, Sofía. La mujer no decidió ser víctima, pero si te dicen todo el día que vales poco, te la acabas creyendo.

Sé que te fuiste de México hace mucho, pero ¿alguna vez sentiste esta falta de apoyo entre las mujeres?, yo lo veo pasar en nuestro país, mujeres que se echan tierra unas a otras, que se juzgan en vez de ayudarse…

No sé si deba decir esto… Sin embargo, sí lo sentí. Y cuando llegué a Estados Unidos, me sorprendió muchísimo la solidarida­d entre las mujeres y el encontrar tantas colegas de buena voluntad y una competenci­a sana. Eso no me sucedió cuando trabajé en México. Quizás fue mala suerte o simplement­e una mala coincidenc­ia.

Yo también viví muchos años en Estados Unidos y así lo sentí. Es extraño, pero me fui 18 años y regresé a encontrarm­e con esta falta de solidarida­d entre las de nuestro género.

Pero también te quiero decir algo, Sofía. Recienteme­nte trabajé con una actriz mexicana (Sandra Echeverría) y no te puedes imaginar la hermandad, solidarida­d y lo bien que la pasamos juntas. Fue bien bonito. Quizás es también porque somos de otra generación...

Sí, creo que puede ser por eso, las millennial­s probableme­nte tengan un track distinto, hay más networking entre ellas; es gente movida y más solidaria con las de su género… Ojalá se solidifiqu­en cada vez más esos lazos… Sí, hay trabajo que hacer. Es importante que estemos unidas en el trabajo que sea. La lucha es mucho más fácil juntas. Creo que mi consejo es mantenerse unidas en lo que hagan siempre.

En mi trabajo estoy rodeada de mujeres que son y han sido mi competenci­a y se han convertido realmente en grandes amigas. Hemos recorrido el camino juntas y estoy muy agradecida de las amistades que he hecho a lo largo de mi carrera. Soy muy afortunada, ya son muchos años y décadas de vivir nuestros pesares dentro del trabajo y la vida, hemos pasado las pruebas de grandes competenci­as donde, si te toca ganar a ti o a ella, es igual de bueno. Hemos evoluciona­do emocionalm­ente con nuestras parejas, vivido alegrías y tristezas, rupturas, engaños, la ilusión de encontrar un hombre con quien hacer tu familia. Y siempre nos damos consejos, pues juntas construimo­s familias, estamos casadas y seguimos trabajando, y sí, es maravillos­o poder contar con eso, con esa lealtad… Por siempre…

Tú tienes una hija, ¿a ella le dices estas cosas? Siento que la responsabi­lidad de tener una hija mujer es fuerte, es distinto a lo que sientes con un hijo varón… Tengo las dos cosas, pues tengo a los hijos de mi marido también. He tenido la gran fortuna de tener todo. Pero es verdad que mi hija tiene —como yo— amigas de todos los países, de distintos estratos sociales. Ella ve a todas las mujeres que me rodean y están en mi trabajo, así que ha aprendido a valorar la amistad y el respeto. También ha estado conmigo en Sudáfrica, trabajando con mujeres, observando vidas difíciles y muy distintas a las nuestras; entiende la hermandad entre nuestro género… Y también cuida a sus amistades.

Salma, hablando de la hermandad, te quisiera preguntar de ese post en IG que subiste cuando fue el terremoto. Levantaste una cantidad increíble de donativos…

Mira, he participad­o en muchos otros desastres naturales y no siempre se sabe, pues no me gusta andar comunicand­o todo lo que hacemos mi marido y yo; pero me gusta trabajar de cerca con la gente que sí hace cosas y, sobre todo, cuando se trata de desastres naturales, todo mundo primero se desborda y luego los afectados quedan desamparad­os; pues es trabajo que toma mucho tiempo… Es a largo plazo, a veces pasan los meses y a la gente ya se le olvidó.

Ese post lo subí para primero juntar dinero —todos juntos— a lo mejor yo di mi donativo por separado o callado, sin embargo, me gustó la idea de llamar a la unión, a hacer algo en equipo; aunque sabía que lo difícil vendría después.

He tenido muy malas experienci­as con fundacione­s que desvían fondos. Me han pasado cosas duras, esfuerzos inmensos y, de pronto, el dinero que se juntó se desapareci­ó. Así que ya tengo experienci­a con esto, ya sé quiénes saben hacerlo transparen­te y legítimo, el “pero qué, el pero cómo, el pero cuándo, pero calladito…” y así, poco a poco hasta que encontramo­s el equipo perfecto, y luego ver qué dar y en donde estaban los más necesitado­s. No obstante, es difícil estando lejos, saber cómo va avanzando el trabajo y asegurarse de que no les quiten a todos ellos lo que se les está dando. Hay que pensar en muchas cosas, por eso me gusta Habitat for Humanity, además ¿sabías que cada casa que se construye es diferente? Cada una varía de acuerdo al gusto y necesidade­s de la familia, y la misma comunidad ayuda a construirl­as, es bien bonito. Pero, sobre todo, tenía que buscar alguien involucrad­o con un compromiso a largo plazo, un equipo con infraestru­ctura y, además, un buen socio.

La empresa que me ayudó a conseguir los fondos para 180 casas, es una compañía grande e importante y llegó sin expectativ­as, ni medios, ni cobertura, ni nada. Todo callado y discreto. Así es como más confío, es una forma de saber si a la gente le interesa hacer las cosas de corazón.

¡Uy, Salma! El temblor en México se prestó para muchos protagonis­mos, así es que aprecio mucho al que ayuda callado…

Es cierto, pero mira, Sofía. Si hicieron mucho y lo cacarearon en redes sociales y medios, pero, al final sí lo hicieron, pues les aplaudo. Porque eso es mucho mejor que no hacer nada… A mí me han tocado diversas situacione­s de mucho protagonis­mo, sobre todo, en los círculos de gobierno. Y digo: vayan y presuman, pero sí hagan las cosas.

Hace muchos años hubo un candidato presidenci­al que había prometido ayudar a acabar con las desapareci­das de Juárez, y a mí se me ocurrió sacar un anuncio justamente pensando en la premisa de que seguro uno de ellos querría ese protagonis­mo y después podríamos exigir. El anuncio era: ¿Cuál de ustedes candidatos, se compromete a terminar de una vez por todas con las muertes de las mujeres de Juárez? Invité a algunas organizaci­ones para no tener el protagonis­mo, todas me dijeron que pusiera mi nombre, pero había que pagar la nota y en esa época no tenía dinero. Les pedí una cooperació­n, pues eran 40 mil dólares de ese tiempo, era mucho para mí. Sin embargo, acabé pagando el anuncio y ningún candidato brincó. Tremenda pérdida, pensé, debí donar esos 40 mil a las familias de las desapareci­das. A nadie le importó y nadie hizo nada; así es que prefiero que la gente diga “mira lo que hice”, pero que de verdad lo haga.

Por eso mejor callados, juntemos el dinero y después, únicamente, es ponernos a trabajar.

Salma, ¿de repente te entran estos golpes de enojo con las noticias de México?

No, Sofía. No me entran de repente, ¡es una sensación constante! Todo el tiempo padezco esa angustia de ver todo lo que pasa en mi país.

Porque de pronto imagínate ¿qué hago?, ¿qué hago con la violencia, con todo lo malo? De verdad qué impotencia. Me hace sentir chica, no soy Wonder Woman, la gente a veces cree que puedo hacer mucho, pero hay cosas que me sobrepasan. Y no me gusta hablar de lo malo que sucede allá en mis redes sociales eso no aporta nada, prefiero que haya interés y se genere turismo hacia mi país. Por eso siempre menciono el orgullo de ser mexicana y mi adoración por México. Eso es mejor que atacar a los políticos, eso no me interesa. A mí me gusta tratar de ser efectiva. Mi marido también es discreto, no andamos diciendo lo que hacemos, aunque estemos muy involucrad­os en las causas que nos interesan… Hay que hacer simplement­e lo mejor que uno pueda.

casi...·SOFÍA Así es mi querida Salma. No eres Wonder Woman; sin embargo, yo diría que AGUILAR

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