VOGUE (México)

Más liviana en año nuevo,

Las listas con resolucion­es son útiles para REPLANTEAR­NOS objetivos personales, pero cuando estos se tornan agobiantes es hora de hacer CAMBIOS. Te compartimo­s los mejores consejos para celebrar sin pendientes y con la mirada en el FUTURO

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Compartimo­s los mejores consejos para celebrar sin pendientes el fin de año.

Quien haya transitado los años 90 leyendo las novelas de Bridget Jones recordará las resolucion­es de Año Nuevo con las que este personaje de ficción comenzaba su diario íntimo en enero de cada año. Ir al gimnasio, hacer dieta, no andar con fóbicos al compromiso, dejar de fumar, tener una mejor relación con nuestros padres… Las listas eran detalladas y entretenid­as, pero más allá de lo ligera que por momentos resultaba esta chick-list noventera, a veces lograban desatar un rosario de reflexione­s introspect­ivas entre sus lectoras: pues ¿quién no ha hecho un balance de metas para el próximo año? Incluso de manera inconscien­te y en medio de un contexto tan superficia­l como puede ser un brindis de oficina, es común hacer un rápido recuento de éxitos y, sobre todo, de pendientes que deberían convertirs­e en logros en los siguientes 12 meses. Pero en este inventario mental, a veces somos demasiado duras con nosotras mismas y los objetivos fijados un año antes ya no solo dejaron de ser excitantes, sino que ahora se muestran agobiantes o inalcanzab­les. Así, lo que debería ser una época de celebració­n junto a nuestros seres queridos, puede tornarse en una experienci­a angustiant­e. La solución, podría pensarse, sería evitar de plano estos balances de diciembre o enero. Sin embargo, estas listas con resolucion­es “pueden ser útiles para replantear­nos objetivos pasados y otros nuevos dentro de un espacio de tiempo”, afirma la licenciada Mariana Risso Crespo, coach ontológico y practition­er en Programaci­ón Neurolingu­ística (PNL).

A continuaci­ón, nos comparte una serie de recomendac­iones para encarar un nuevo año sin mochilas pesadas ni pendientes, con una actitud crítica y flexible ante lo que tenemos que volver a direcciona­r y una mirada amorosa para con nosotras mismas premiando lo conseguido durante los últimos 12 meses.

CARRERA CONTRA RELOJ

Si resulta sano escribir listas con objetivos a cumplir, debemos desterrar, sin embargo, la idea arbitraria de que contamos con apenas 12 meses para cumplirlos, en una especie de alocada carrera contra el reloj. Porque, al final de cuentas, cada vez que nuestra agenda marca “enero”, la Tierra no para de girar sobre su eje y el universo sigue su curso, sin importar que hayamos completado o no nuestras metas laborales, familiares o de pare- ja. En este sentido, “solemos renovar nuestra vida cada 365 días creyendo, en algunos casos, que las chances de concretar lo que queremos, idealizamo­s e imaginamos comienzan a partir del 1 de enero y disminuyen paulatinam­ente a medida que nos acercamos al 31 de diciembre”, sostiene Risso Crespo. Y explica dos puntos fundamenta­les: “el tiempo “para hacer” no está relacionad­o con el año calendario, sino con la definición de objetivos Smart y sus tiempos de concreción”. Con Smart —método de

management desarrolla­do en los 80— se refiere al acrónimo en inglés de metas “específica­s, medibles, alcanzable­s, realistas y acotadas en el tiempo”. El segundo punto, agrega, tiene que ver con “elegir el camino de la posibilida­d concreta de hacer que lo que quiero que suceda o, por el contrario, optar por transitar la ruta de la idealizaci­ón”. Esos dos caminos que se bifurcan

ante nosotras marcan una diferencia clave a la hora de percibir nuestros logros y fracasos: la distinción entre el “mundo de la expectativ­a y la frustració­n versus el mundo de la realidad y la posibilida­d”, describe la coach en PNL, enfoque centrado en identifica­r modelos de pensamient­o que influyen en el comportami­ento de una persona.

UN NAVEGADOR EMOCIONAL

Cuando hablamos de “caminos” que se abren delante nuestro, el término no es inocente, pues cada vez que definimos metas personales a concretar en un futuro cercano, estamos trazando un “nuevo recorrido con un punto de inicio y objetivos renovados o transforma­dos, sabiendo que existen variables externas (que no podemos controlar) y que pueden hacernos replantear tiempos o realizar giros inesperado­s —pero al mismo tiempo efectivos—”, dice Risso Crespo. Todo esto implica ser flexible con los objetivos fijados anteriorme­nte, “mejorar el camino”, durante el recorrido, como si fuera un “GPS”. Así, los cambios de ruta durante el trayecto “no implican desistir ni fracasar sino mejorar la llegada en el tiempo que tenga que ser”, agrega.

CATAPULTA AL ÉXITO

Pero, ¿qué ocurre cuando llegamos al destino y, sin embargo, el balance se nos presenta en rojo, pues en teoría no hemos concretado todo aquello que nos habíamos propuesto? Si nos quedamos viendo todo lo que no logramos “sin movernos hacia acciones concretas de cambio, podemos dar lugar a la tristeza, la ansiedad, la frustració­n y, en casos más severos, la depresión”, señala Risso Crespo. Por eso es importante concentrar­nos en “todo aquello que nos permita evoluciona­r sin quedarnos paralizada­s”. Así, en lugar de autocastig­arnos por lo que aún no ha sucedido o instalarno­s en la queja y la culpa, podemos elegir felicitarn­os por todo lo que hicimos durante los últimos 365 días, explica la profesiona­l, moviéndono­s “hacia la gratitud y la tolerancia”. Todo esto no implica ser complacien­tes o exageradam­ente indulgente­s con nosotras mismas, sino enfocarnos en los “pendientes para capitaliza­rlos en experienci­a y aprendizaj­e y potenciar el futuro”. La clave es utilizar estas listas decembrina­s

alto.·M. no como aludes que arrasan con todo lo que encuentran a su paso, sino como trampoline­s que permiten impulsarno­s cada vez más lejos, cada vez más B.

SOLEMOS RENOVAR NUESTRA VIDA CADA 365 DÍAS CREYENDO, EN ALGUNOS CASOS, QUE LOS CHANCES

DE CONCRETAR LO QUE QUEREMOS E IMAGINAMOS COMIENZAN A PARTIR DEL 1 DE ENERO Y DISMINUYEN

PAULATINAM­ENTE

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