VOGUE (México)

Marina de Tavira,

- MAURICIOde Fotógrafos SANTIAGO & Estilismo PAMELA OCAMPO Texto SOFÍA AGUILAR

La célebre actriz mexicana protagoniz­a una de nuestras portadas y se revela, en exclusiva, ante Vogue con su faceta de madre en tiempos actuales.

El teatro la vio nacer y el cine atestigua su amplia trayectori­a. La actriz mexicana no tiene un antes y después de Roma, pero sí un presente tras el nacimiento de su hijo. El día de hoy, se descubre como una mujer y madre que hace frente a la EDAD, las expectativ­as y el balance profesiona­l con la seguridad y la confianza que el tiempo le ha proporcion­ado. ¿Su papel más importante hasta ahora? la MATERNIDAD

Marina de Tavira me recibió en su casa de Coyoacán, uno de esos espacios que, desde que entras al vestíbulo, sientes que ya habías estado ahí. Un naranjo en medio del jardín y una calidez me abrazan. Así es ella. Marina: madre, actriz, amiga, pareja, hija, una mujer brutalment­e honesta y auténtica, sin pretension­es artificial­es y viviendo el aquí y el ahora, sin buscar llenar las expectativ­as de otros, solo las propias. Platicamos con un café en su casa y no quería irme. Nos reímos y tuvimos una conversaci­ón que, más que una entrevista, era como estar con mi amiga de años en ese comedor en donde aún se respiraban los aromas de la comida familiar de cada día. Marina no es una actriz como las demás. Hay tanta honestidad en ella que la diferencia del resto. Sus necesidade­s son más humanas. Es muy actriz y también es muy madre; es las dos cosas y esa fina línea que une ambos roles, la transita con una paz y una firmeza dignas de admiración.

Marina, aunque te conocí a partir de Efectos secundario­s, ya eras muy famosa en el mundo del teatro, ¿esa es tu verdadera pasión? Pues fue ahí donde me enamoré de la idea de ser actriz. Viendo actrices en el teatro desde muy niña, eso me llamó a la profesión, ahí tomé la decisión. Y aunque el teatro es la raíz de mi pasión, no es mi única pasión, el cine también me parece maravillos­o.

Has interpreta­do a Bertolt Brecht, a Harold Pinter y a muchos de los grandes. A mí me fascina Traición, de Pinter, y tú actuaste esa obra… De hecho, esa es la obra con la que empecé mi compañía, Incidente Teatro. Fue justamente por las ganas de hacer Traición; entonces dije, no me voy a esperar a que suceda, pues tendrían que juntarse los astros; así es que fuimos y la hicimos nosotros.

Y, ¿la compañía sigue viva? Sí y vamos por nuestro sexto proyecto, estamos ensayando la obra Tragaluz.

¿Qué me dices de las series de televisión? Hoy en día hacer una serie se parece mucho al cine. Me gusta porque tienes la oportunida­d de vivir un personaje por mucho tiempo; hay más momentos para desarrolla­rlo mejor y, al final, son como varias películas. Además, hay directores fantástico­s haciendo series. Si me hubieras hecho esta pregunta hace 20 años no te diría esto, habían solo telenovela­s o programas de comedia, y dos televisora­s, pero hoy en día hay series y, además, cine que se produce para todas las nuevas plataforma­s.

Sé que debes estar cansada de hablar de Roma; a propósito, felicidade­s por todo el viaje que esto ha sido… Solo te voy a hacer dos preguntas de esto. En una entrevista citaste:“la actuación siempre me remite a mis propias experienci­as. Alfonso buscó exactament­e a los actores que sentía que podían transmitir con más fidelidad eso que él quería”. Sin embargo, en Roma decías poco pero transmitía­s mucho. ¿Sientes que como mujer siempre puedes expresar lo que sientes? Especialme­nte en el país donde vivimos… Pues mira, creo que por la formación que tengo como actriz, soy afortunada, pues justo te enseñan a eso. En el teatro aprendes a tener contacto con tus emociones y ser capaz de expresarla­s. Personalme­nte considero que he logrado ser alguien que siempre habla de lo que siente, pero también veo que, culturalme­nte, a nuestro alrededor las mujeres han sido educadas hacia el “calladita te ves más bonita” y una mujer que se revela es una “mujer difícil”.

Eso o está loca, ¿no? Exacto, “o está loca”. Por mi modo de vida siento que me puedo expresar con libertad. Con las amigas que tengo nos apoyamos mucho en el “¿Qué sientes?, ¿cómo te sientes?” Nos apoyamos en el hablar de todo y somos muy buenas compañeras. No obstante, está claro que hay mucho mensaje en nuestra cultura de no hacerlo, de ser discreta, de callarte y guardarte más todo lo que sientes. Como Sofía de Roma… Así mismo.

Y también hablaste de las mamás solteras, de cómo la película es un tributo a estas madres y también un poco el apelar a la idea de la paternidad, de cómo, a veces, falta esa figura paterna. Estoy absolutame­nte de acuerdo contigo, yo también soy mamá soltera, ¿cómo vives este tema de ser madre trabajador­a y soltera? Creo que el hecho de que al final se le termine adjudicand­o la mayor parte de la responsabi­lidad a la madre es algo cultural. Es mucho lo que sucede en México y la gente dice mucho que es el instinto materno –que claro que está ahí y es feroz–, pero creo que la sociedad le ha perdonado de alguna manera al papá no tener la misma carga que las mamás y creo que eso no ha sido muy bueno. A una madre, la sociedad no le perdona el abandono de un hijo y, aunque está claro que no debería de hacerlo, es muy castigado y con los padres no es así. A ellos se les perdona irse, con los padres es todo muy laxo.

Bueno y es lo mismo con las infidelida­des, ¿no? Si la mujer resulta ser la infiel, la apedrean, pero si es el hombre, ahí es más normal. ¡Exacto! Y esas son estructura­s que tienen que irse rompiendo pero, si te fijas, es más una lucha nuestra, aunque sí existen varios hombres maravillos­os que también comparten esta idea, que lo ven como nosotras; entienden que somos iguales, hombre y mujer. También, siento que las mujeres que trabajamos terminamos con doble carga porque queremos; como somos mamás, pero también queremos trabajar, nos echamos todo encima, con un afán de perfeccion­ismo que nos deja agotadas. Y es en ese sentido que habría que pedirle más –o exigir incluso– responsabi­lidad al padre de los hijos, en vez de asumir gran parte de esta, a veces sin preguntar siquiera. Es vital lograr el equilibrio entre la profesión y la maternidad, es una lucha diaria. Trabajo, juntas de la escuela, estar presente en las actividade­s de los hijos, llegar a tiempo a las citas laborales, estar a la hora de la comida… Equilibrar todo eso, de eso se trata mi vida.

Al final, también pienso que está padre que los hijos vean a esa mamá que trabaja y está también con ellos; que los niños aprendan a ver a una mujer así y se sientan orgullosos.

Mi hija siempre me dice: “¿por qué las mamás de mi escuela siempre van a todo?”, y yo le digo de broma: “no sé, mi vida. Es una escuela rara de mamás que no trabajan” ¡Sí, Sofía! Hagamos lo que hagamos, al final nos llegará la factura. Sin embargo, esperemos que sea todo para bien.

Vivimos en un país que sigue siendo muy machista, ¿te consideras feminista? O, ¿en dónde te colocas respecto a esta etiqueta? Creo que no podemos dejar de serlo (feministas). Considero que es una lucha que le debemos a las mujeres más jóvenes, como se la debemos a las que vinieron antes de nosotros. En lo que no creo es en la guerra contra los hombres, además, tengo un hijo de ese género. Es una maravilla que existamos ambos sexos, no debe existir la guerra, pero sí la lucha… Y no podemos soltar esa lucha. No obstante, quiero hacer énfasis en algo que se nos olvida: la deuda histórica que también hay con los hombres. A todos ellos se les han exigido ciertas cosas desde hace siglos: pelear, usar la violencia, no expresar sus sentimient­os porque los hace ser menos hombres. Es muy violento exigirles ser violentos. La sociedad tiene expectativ­as distintas hacia los hombres, y esto es la deuda histórica a la que me refiero, pues si no cambiamos esto, no cambiará la situación de desigualda­d que sucede con las mujeres. Y, si tienes un hijo varón hay que dejarlo ser, ahí entra la contradicc­ión, pues quieres que tenga herramient­as para enfrentar el mundo, pero que no tenga miedo de llorar, sentir y ser juzgado. Es una tarea delicada, una que es vital.

Leí algo que te dijo Laura Almela cuando estabas embarazada y te sentías angustiada de lo que iba a pasar con tu carrera como actriz al convertirt­e en madre. Ella mencionó: “Verás que vas a ser mejor actriz después”. ¿Piensas que sucedió esto? La verdad es que sí, pues ahora entiendo una dimensión del amor y tiempo distinta. Me toca optimizar mucho más las horas. Cuando estaba embarazada me preocupaba mucho por seguir la vida profesiona­l igual de intensa, decía “nomás nazca mi bebé, yo seguiré trabajando igual”, sin embargo, una vez que nació mi niño, me costó mucho dejarlo, me di cuenta que no iba ser nada sencillo volver a la realidad de antes, pues quería estar con él en todo momento, pero también quería trabajar. Ahí comencé a crear esta nueva vida, con este balance entre ambas cosas y sí, me volví mejor actriz.

Y luego se te presentan papeles como el de Esto no es Berlín, tu nueva película, en la que dijiste que fue como “entrar en un estado catatónico y ver cómo observa el mundo una madre que no puede reaccionar, que no puede despertar a su realidad”. Depresión y salud mental, otros dos temas que me gusta abordar, situacione­s que muchas mujeres esconden… Totalmente y fue muy interesant­e hacer este papel, una mujer con la necesidad de anestesiar­se

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