VOGUE (México)

¿En dónde quedo YO?

Una joven generación aclama más DIVERSIDAD. La industria de la moda, por su parte, pretende conceder a dichas demandas. El CUERPO de la mujer es representa­do bajo una polarizaci­ón y la búsqueda por una representa­ción real lleva a cuestionar­nos en donde es

- ATENEA MORALES

Hace tiempo, una amiga me contaba sobre las dificultad­es que tenía respecto a la aceptación de su cuerpo. Esta cuestión, si bien no es nueva, sigue siendo relevante. La visión sobre el cuerpo de la mujer ha cambiado y los estándares se rechazan cada vez más. De aquí que no sea de extrañarse que la industria de la moda busque abrazar la diversidad. Prueba de ello es, por ejemplo, el desfile de primavera 2019 de Tommy Hilfiger en el cual caminaron mujeres de una variedad de tallas. Sí, pareciera que la industria de la moda está lista para un cambio pero la pregunta es, ¿realmente lo está?

Firmas como Prabal Gurung, Christian Siriano y Michael Kors fueron algunas de las primeras en mirar hacia esta dirección. Ahora, parece más recurrente encontrar a modelos con diversos colores de piel, cabello y complexión como imágenes de campañas publicitar­ias o portadas de revistas. Sin embargo, aún hay algunas piezas del rompecabez­as que no encajan y una de ellas es la polarizaci­ón del cuerpo femenino. Por un lado, tenemos a las top models que siguen representa­ndo aquellos regímenes de belleza estipulado­s décadas atrás y, por el otro, nuevas caras del modelaje que han sido categoriza­das bajo la etiqueta de plus size. Entonces, ¿en dónde quedamos todas nosotras? ¿En dónde queda la represenmá­s tación de la mujer real? En Vogue nos dimos a la tarea de ahondar en el tema y conversamo­s con la psicóloga Priscila Magariño y con Lety Sahagún y Ashley Frangie, creadoras del podcast enfocado en la mujer, Se regalan dudas.

“El caminar de la mujer y la relación con su cuerpo es muy compleja porque siempre hemos recibido mensajes de lo que debemos ser físicament­e. Estamos en una época en donde la mujer comienza a encontrar su voz y entender que no tiene que ser solo receptora de estos mensajes”, asegura Sahagún. Esta realidad y situación es recurrente de lo que se piensa. “Creo que estamos acostumbra­das a que todo lo que vemos en la industria de la moda es siempre aspiracion­al y de perfección. No hay representa­ción de la mujer normal y, como no nos lo han enseñado, nos sigue sorprendie­ndo”, complement­a Frangie.

Mientras que el avance que la industria ha tenido es indiscutib­le, aún faltan muchos esfuerzos por mover la aguja. “La moda, por naturaleza, busca los extremos. Como resultado, ha dimensiona­do la inclusión a un acto más grande de lo que ha necesitado ser”, asegura la crítica de moda Robin Givhan en su columna para el diario estadounid­ense The Washington Post.

“Desde siempre, el cuerpo de la mujer ha sido visto y percibido como

un arte. Independie­ntemente de cual sea su forma, la imagen de la mujer ha sido dogmatizad­a. La sociedad nos ha prototipad­o. Sin embargo, olvidamos que hay mucho más atrás en nuestro pasado. La industria nos ha impuesto un prototipo y nosotras, inconscien­temente, lo hemos hecho ley”, asegura la psicóloga Priscila Magariño.

El discurso ha cambiado. El movimiento feminista y la apertura a otras ideas nos ha llevado a cuestionar­nos sobre las mujeres que ocupaban nuestro ideal. “La relación con tu cuerpo tiene mucho que ver con la relación que tienes contigo misma. Me gusta la frase que dice: En estos días, aceptarte como eres es una especie de revolución. Hay un movimiento precioso de mujeres que se empiezan a aceptar y que celebran la diversidad” asegura Sahagún. Entonces, llegamos a un punto en donde el discurso parece ser entendido. “Creo que, por un lado, ya comprendim­os que hay diversos cuerpos y que todas somos hermosas pero, ¿qué hago con la parte de mí que sigue deseando verse de cierta manera?”, se cuestiona Frangie.

La psicóloga Magariño afirma que “es fundamenta­l no culpabiliz­ar únicamente a la industria. Esta hace su trabajo, el cual es vender. En efecto, tiene mucho que ver y ha sido una influencia de primer grado, sin embargo, también tiene mucho que ver el contexto social y cultural en el que estamos viviendo”. En la actualidad, el balance debe cumplir un papel de eje rector. La inclusión no es cosa fácil y la polarizaci­ón aún es evidente. La mujer real no está siendo representa­da por completo y la pregunta es, ¿qué tanto le importa a la moda hacerlo? “Creo que esta comienza su camino de inclusión porque la sociedad lo ha pedido a gritos. Esta industria comienza a hacerse inclusiva por necesidad”, nos comenta Frangie.

EN BÚSQUEDA DE LA NUEVA BELLEZA

La respuesta también reside en nosotras. “Creo en comer saludable y hacer ejercicio, pero quiero que ahora mi enfoque sea menos en lo físico y más en lo metafísico”, contaba la modelo Paloma Elsseser, quien ha aparecido en tres portadas de Vogue alrededor del mundo, al The New York Times a principios de 2019. “Considero que el camino es largo pero la industria (de la moda) debe también hacer la labor. Las marcas tienen que entender que solo le han hablado a un porcentaje de la población y que no puede seguir así. Y, por otra parte, la gente que tiene influencia en redes sociales debe también tomar la responsabi­lidad que esta época aclama. El cambio concierne a todos los niveles y a todas las escalas, concluye Sahagún.

Vale la pena voltear a ver qué tanto se ha avanzado y cómo lo hemos hecho. En el reporte especializ­ado de la compañía WGSN se corona a la Generación Z como “los defensores de la belleza de la diversidad humana en todas sus formas y, sin embargo, son derrotados por las presiones de la autoestima”. No me extraña, entonces, que aunque las mismas mujeres aceptemos el discurso sobre el empoderami­ento y la belleza sin estereotip­os, las contradicc­iones actúan como imán retenedor. La contienda parece real?· darse entre una generación llena de discrepanc­ias vs una generación aún encantada por la tradición y lo cual nos lleva a seguir preguntánd­onos, ¿en dónde queda la representa­ción de la mujer

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