VOGUE (México)

KARL

Karl Lagerfeld MURIÓ el 19 de febrero con 85 años de edad. Virginie Mouzat, quien lo conoció mientras trabajaba como modelo de prueba en la casa Chanel, y lo frecuentó mucho desde entonces, nos cuenta sobre este “Mozart del dobladillo”, sus flechazos y su

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Mina cantaba Parole, parole el 22 de enero bajo la vidriera del Grand Palais durante el último desfile Chanel Alta Costura firmado por Karl Lagerfeld: “Non cambi mai, non cambi mai”, no cambias nunca… Unos minutos más tarde, la voz de Michel Gaubert, sound designer de los desfiles Chanel, anunciaba por el micrófono que como Virginie Viard, brazo derecho del modista tras casi treinta años, había salido sola durante el final, Karl Lagerfeld vendría a saludar en persona para el segundo show, el de las clientas, programado para el mediodía. Pero, al final del mismo, nada.

“Más palabras, siempre palabras, las mismas palabras…” Bajo su melancólic­a ligereza, la letra de la canción sonó ese día de forma funesta. Porque existen silencios más pesados que otros. El silencio de Karl Lagerfeld, en este caso. Este letrista del lujo, este gran hablador, este retórico fuera de serie, este conversado­r socarrón disertará ahora ante el eterno. ¡Oh Karl, lo extraño! Mi “Karlito”, como lo llamábamos entre nosotros, en la casa Chanel, con un inmenso cariño. ¿Entre nosotros? Ya no trabajo para Chanel, pero es un poco mi familia. Fui brevemente modelo de prueba de Alta Costura ahí, estremecié­ndome ante la idea de llevar puestos, para las clientas, los vestidos diseñados para y sobre Inès de la Fressange. Al ser menos alta que ella, me alzaba tanto como podía con tal de no pisar la tela. Era ese el efecto Karl: volverse uno más grande que su destino, más fuerte que su nacimiento. Cuando lo conocí hacia 1984-1985, siendo ya modelo en Chloé, casa para la cual diseñó tantas coleccione­s, exclamó al verme: “¡Pero si es Françoise Dorléac! ¡Es Françoise Dorléac! Usted habla igual que ella, se mueve como ella…” A la propia identidad, hay que preferir otra. Más gloriosa, modificada, soñada, fantaseada y por ende fecunda. Porque Karl, quien de alguna manera, huyó toda su vida del niño de Hamburgo que fue –a semejanza de una tal Gabrielle Chanel con quien compartía esta estratagem­a de forma kármica– se inventó un doble, un niño virtuoso, una especie de Mozart del dobladillo, bajo la férula de la inteligenc­ia tiránica y desdeñosa de una madre que adoraba y que no le permitía ningún desvío, afirmaba él. A ella quiero darle las gracias. Gracias por haber hecho tan difícil y exigente la infancia de ese hombre quien, desde entonces, no dejó de moldear al adulto genial en el cual se convirtió.

Después de haber rechazado, durante años, hablar de todo esto –de sus padres, de su genealogía–, últimament­e invocaba, cada vez con más frecuencia, a su madre. A tal punto que, al tener una cita con él, uno también tenía un poco una cita con ella. Este regreso a la tierra natal lo impulsó al grado de hacer desfilar la colección Metiers d’Art de Chanel en diciembre de 2017 en Hamburgo, la ciudad donde nació. ¿Habría que haber visto en ello una señal? ¿Una reconcilia­ción con los años durante

«Karl me recibe en una bombonería, niño» en la cual me jura que es la réplica de su cuarto de

los cuales el pequeño Karl ya llevaba el cabello largo? ¿Cuál fue realmente el grado de aislamient­o y soledad del niño Lagerfeld? A decir verdad, me da igual. Sería incapaz de aportar elementos biográfico­s que aclararan quién fue, porque, de todas las maneras posibles, siempre cerró el camino hacia la verdad. Para edificar otra verdad, la suya.

Entonces periodista en el Figaro, recuerdo haber desayunado con él en el suntuoso departamen­to que rentaba en la mansión Pozzo di Borgo, calle de la Universida­d. Estábamos ahí para platicar, para sorprender­nos mutuamente, para seducirnos, para brillar, una inclinació­n natural en él. Me había preparado para esta cita con angustia, como si fuera para un duelo de oratoria. Con él, era necesario haber leído todo, los últimos libros publicados, los grandes clásicos y toda la prensa, estar alerta ante este hombre del siglo XX, venido desde la época de las Luces. Nunca estaba ahí donde uno lo esperaba, había convertido este fabuloso dúplex estilo siglo XVIII en una demostraci­ón muy nineties con fríos tonos ceniza. Muebles de Christian Liaigre, suspension­es metálicas XXL de Ingo Maurer. En esa época mantenía con gusto su fama de malo. Le convenía. La aumentaba. Solo los que lo conocían sabían que era un gran sensible, que entre más herido estaba, más se protegía y atacaba con violencia. El orgullo agudizaba su instinto de la misma forma que a veces lo cegaba.

Ese día, en la guarida de esta leyenda, pregunto si puedo visitar el lugar. Cuarto de baño impecable, libreros en bloque sobre rueditas que, con la ayuda de una maniobra musculosa, se abren como una caja fuerte sobre centenares de libros, lambrín siglo XVIII y un gran sofá de seca elegancia. Y de pronto, por una puerta escondida, en la planta baja, del lado del jardín, me precede para llegar a una alcoba acicalada que desentona con el frío ambiente. Una cama a la polonesa cubierta con tafetán verde celadón que combina con las cortinas… En fin, una bombonería que no hubiera renegado María-Antonieta y acerca de la cual me jura que es la réplica de su cuarto de niño. Verdadero o falso, no importa. Agrega: “¡Es práctica para echarse una flatulenci­a a gusto!” Y nos echamos a reír a carcajadas incontenib­les.

Que me disculpen los que piensen que el duelo va de la mano de un embalsamie­nto reverencia­l. Según yo, no hay menos respeto al evocar a mi Karlito bajo esta faceta también. Y tal vez sea una de las mejores formas de recordar a este hombre a quien le gustaba reír. Escondía bajo sus mitones las manos que le parecían feas a su mamá – pretendía él– pero le encantaba soltar bromas pesadas en el momento preciso. Pegándose en los muslos, de preferenci­a. Esta amplitud fenomenal entre delicados frufrús Gran Siglo

e insolencia parisina le permitía a su mente ejecutar sus famosas acrobacias verbales. Le gustaban las elegantes algo despiadada­s, la vulgaridad por refrescant­e o un comentario

incisivo brillante, tan agudo como un vestidito negro. No le caían bien ni las santurrona­s, ni las virtuosas, ni las burguesas sin doble fondo. Tenía el tino (verbal) fácil pero, desde hace algunos años, se enternecía sin reparo sobre las fotos de su querida Choupette, gatita Sagrada de Birmania que lo esperaba en casa. En varias ocasiones he encontrado

a hurtadilla­s en la pantalla del celular de Karl Lagerfeld mensajes de sus cat-sitters firmados por Choupette. Los cat people, los afectuosos, los sentimenta­les, los solitarios,

los frágiles y los niños entenderán.

dejar de escribir es realmente despedirse

Su apego a Virginie Viard, su fidelidad a Marie-Louise de Clermont-Tonnerre, a cargo de la comunicaci­ón de

Chanel durante casi treinta años y la primerísim­a en haberlo recibido en la calle Cambon desde 1983, su apego

a Silvia Fendi, quien creció bajo su sombra en la casa Fendi, a la cual llegó en 1967, su generosida­d indulgente hacia su ahijado, el pequeño Hudson, hijo de uno de sus modelos masculinos, las cartas, las atenciones, los regalitos… Abogan a favor de una sensibilid­ad auténtica –aunque esta palabra le doblaría una uña–. Es cierto, se hundió en sus pleitos, se sintió ultrajado indebidame­nte, se engañó… ¿Y qué más da? Raro como los que no lo conocían prefiriero­n temerlo, en lugar de intentar entenderlo. Era tan tentador limitarlo a su imagen pública de duelista siempre listo para disparar. Hay que reconocer

que nunca puso de su parte. Me gusta imaginar, es ingenuo, lo reconozco, que Karl reanuda, en alguna parte de esta zona gris que los mortales imaginan blanca, y que nombran paraíso,

me gusta imaginar entonces que Karl, en este salón inmaterial, reanuda las noches lívidas que pasaba con su querido Jacques de Bascher, Yves Saint Laurent, Pierre Bergé, Andy Warhol, Ingrid Sischy, Antonio López… Difícil ponerle un punto final a este texto porque dejar de escribir sobre Karl Lagerfeld, es realmente despedirse.

Últimament­e, a los que se deleitaban con pronóstico­s lúgubres, con su paso dudoso al final de sus últimos desfiles, a los que remarcaban su edad y su debilidad, contestaba yo invariable­mente que me deseaba estar tan viva como él a esa

edad. Quien nunca estuvo bajo la luz de los proyectore­s no se puede imaginar el deslumbram­iento cegador. Pienso

que lo que más temía Karl Lagerfeld era tropezarse en público, sobre las pasarelas favoritas de su teatro íntimo, sobre un podio de desfile, ahí donde brilló tanto y por

prodigio.· tanto tiempo. Esto, su madre no lo hubiera soportado. De hecho, no está excluido que ahora mismo, reencuentr­e con

una irritación jubilosa a su hijo

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3. 5. 2.
 ??  ?? 4. Boceto realizado por Lagerfeld para Fendi Otoño-Invierno 20192020; 5. The Little Black Jacket con fotografía­s de Lagerfeld sobre el icónico saco Chanel, editado por Steidl; 6. Las escenograf­ías
de los desfiles de Chanel en el Grand Palais se convirtier­on en un referente cada temporada. Desfile
Crucero 2018-2019 de Chanel.
6.
4. Boceto realizado por Lagerfeld para Fendi Otoño-Invierno 20192020; 5. The Little Black Jacket con fotografía­s de Lagerfeld sobre el icónico saco Chanel, editado por Steidl; 6. Las escenograf­ías de los desfiles de Chanel en el Grand Palais se convirtier­on en un referente cada temporada. Desfile Crucero 2018-2019 de Chanel. 6.
 ??  ?? 1. 1. Karl Lagerfeld en su estudio de Fendi; 2. El diseñador alemán junto a las cinco hermanas Fendi (de izda. a dcha.: Carla y Alda, en la segunda fila, Franca, Anna y Paola); 3. Desfile del 90 aniversari­o de Fendi en la Fontana de Trevi.
1. 1. Karl Lagerfeld en su estudio de Fendi; 2. El diseñador alemán junto a las cinco hermanas Fendi (de izda. a dcha.: Carla y Alda, en la segunda fila, Franca, Anna y Paola); 3. Desfile del 90 aniversari­o de Fendi en la Fontana de Trevi.
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11. Karl Lagerfeld y la modelo francesa Inès de la Fressange en el estudio de Chloé en París; 12. Karlito, accesorio creado por el artífice alemán para Fendi.
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8. 11. 12. 11. Karl Lagerfeld y la modelo francesa Inès de la Fressange en el estudio de Chloé en París; 12. Karlito, accesorio creado por el artífice alemán para Fendi. 7. 9. 10.
 ??  ?? 7. Pasarela Fendi con la icónica
doble F, diseñada por Karl Lagerfeld; 8. Total look Chanel
para su colección Crucero que tomó lugar en La Habana, Cuba; 9. El Boy bag de Chanel, creado por Lagerfeld en 2011 para la firma francesa; 10. Lagerfeld en los fittings de la colección Haute Fourrure Otoño-Invierno 20172018 de la casa Fendi.
7. Pasarela Fendi con la icónica doble F, diseñada por Karl Lagerfeld; 8. Total look Chanel para su colección Crucero que tomó lugar en La Habana, Cuba; 9. El Boy bag de Chanel, creado por Lagerfeld en 2011 para la firma francesa; 10. Lagerfeld en los fittings de la colección Haute Fourrure Otoño-Invierno 20172018 de la casa Fendi.

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