VOGUE (México)

Aliméntate BIEN

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Combinadas de forma correcta, las recetas aportan al cuerpo todo lo que necesita para estar sano y mantener unos niveles de energía estables a lo largo del día. EQUILIBRIO y sentido común son los dos únicos ingredient­es obligatori­os a seguir. Porque una dieta saludable debe ser un PREMIO y jamás verse como un castigo

Todos conocemos la palabra dieta que es muy extendida y, a la vez, muy odiada ya que, para bien o para mal, segurament­e la mayoría hemos hecho alguna o hemos “intentado” llevarla a cabo con el n de regular nuestro organismo, ya fuera por voluntad propia o por prescripci­ón médica. Pero, ¿sabes de dónde proviene el concepto de dieta? La palabra dieta viene del griego “díaita”, término que para los griegos hacía referencia al control de sus hábitos en general y no solo en la esfera alimentici­a.

¿Pero en qué momento de la historia se asoció el concepto de dieta al único ámbito alimentici­o? En 1990, el doctor George Bray realizó un artículo para la revista “Internatio­nal Journal of Obesity” destacando la aparición en 1863 de la primera dieta milagro creada por el abogado William Banting. El abogado redactó una carta titulada “Carta dirigida al público sobre la corpulenci­a” donde aconsejaba una dieta rica en proteínas, dieta que sigue de moda, ¿o acaso no les suena de nada “la dieta Dunkan”?. Y desde esta supuesta primera dieta milagrosa hasta nuestros días, no dejan de aparecer muchas más que prometen los mejores resultados sin tener una correcta base cientí ca que la garantice como saludable. La clave para adelgazar está en la química y en mantener un equilibrio. La química de la nutrición propone empezar por dejar de contar calorías. Una costumbre que, además de resultar pesada, no tiene en cuenta que el aporte calórico de cada alimento tiene un efecto diferente en el cuerpo. Por ejemplo, tanto los hidratos de carbono (vegetales, lácteos) como las proteínas (animales o vegetales) aportan 4 kilocalorí­as por gramo, pero las proteínas suelen estar acompañada­s de grasas, lo que hace que, al nal, su aporte calórico sea mayor. Y ambos son necesarios para que el cuerpo funcione correctame­nte. De acuerdo con estudios recientes, para mantener una ˜ora intestinal saludable y un peso idóneo, solo debemos de aprender a reconocer los alimentos que nos bene cian al mismo tiempo que nos hacen mantener el peso soñado y sin poner en riesgo la salud.

Debemos de tomar en cuenta que la salud comienza por nuestro intestino, que es donde se arma, pieza a pieza, el 70% de nuestra inmunidad. Y por una buena razón: un intestino cargado de bacterias buenas, alrededor de unos 40.000 millones, previene la aparición de las enfermedad­es más comunes, como el sobrepeso, el asma, la diabetes o las enfermedad­es cardiovasc­ulares. Y, ¿qué podemos hacer al respecto? Favorecer los alimentos prebiótico­s: almidones resistente­s, fructanos, betaglucan­os, bras, polifenole­s para ayudar a la proliferac­ión de bacterias bene ciosas. Ensalada de pasta integral de trigo; cuscús de pollo con sémola integral; plátanos, garbanzos y frutos secos. Otra opción es la de optar por alimentos crudos. Debemos de tener en cuenta que más del 90% de los productos de consumo: comidas preparadas, postres, comidas disponible­s presentan un desequilib­rio nutriciona­l o que la toxicidad de un lete de carne muy hecho equivale

sufrir.· a la de mil cigarrillo­s. Por último, pero no menos importante, las recetas demuestran su amplia gama de posibilida­des y rompen con los falsos mitos que aseguran que para mantenerse saludable hay que

LA QUÍMICA DE LA NUTRICIÓN PROPONE DEJAR DE CONTAR CALORÍAS, YA QUE NO TIENE EN CUENTA QUE EL APORTE CALÓRICO DE CADA ALIMENTO TIENE UN EFECTO DIFERENTE EN EL CUERPO

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