El pastel... ¡Y todo lo demás!,
El lado gastronómico de la recepción queda resuelto aquí.
¿Cuántas cosas hay que tener en cuenta a la hora de organizar la recepción en una boda? Indudablemente muchas, pero el lado culinario es el más abarcador e incluye desde la decoración del sitio, los bocadillos previos a la cena y el set up de las mesas, hasta el menú y la que es siempre la pièce de résistance: el pastel. En lo que tiene que ver con la decoración, todo va a depender de si se trata de un recinto cerrado o un lugar al aire libre, pero una recomendación que nunca falla es seguir la máxima de diseño irrefutable que dicta “menos es más”, especialmente cuando se trata de eventos en los que lo bello y elegante debe ir de la mano con lo práctico.
Pero entremos ya en materia estrictamente culinaria. Para los paseos de los meseros, hay que proveerse de champán, vino blanco, rosa y tinto, en marcas de mesa de calidad, pero sin excesos de sommelier. Los hors d’oeuvres son otro must y, de nuevo, el sentido común debe primar. Unos canapés con quesos, flores de calabaza horneadas con queso ricotta, mini tostadas de aguacate o guacamole, pinchos de camarones con mango, y una ronda de fiambres que incluyan jamón ibérico y salami en rollitos nunca van a fallar. No debe olvidarse que en el local del coctel debe haber mesas altas que permitan a los invitados compartir entre ellos con un punto de apoyo en el que, también, puedan dejar sus copas para que los asistentes de servicio las recojan (y cuidar que sí las reco
jan para evitar que en quince minutos el salón parezca un bar de barrio lleno de desechos).
Ya a la hora de la mesa, en los sitios, copas para vino y agua, cubiertos para tres estaciones y un plato de presentación, todo a tono con un centro de mesa floral en el que ninguna flor huela a un perfume demasiado acentuado. Los olores que deberán prevalecer son los que complementarán al paladar, o sea, los de la comida. Muchos expertos sugieren una entrada única y neutra. ¿Adivinan? Una ensalada fresca con un aderezo que tenga un detalle de exotismo. Como segundo, una alternativa de carne, roja o blanca, pero nunca cerdo ya que puede complicarte por razones religiosas. Además, una pasta para quienes no consumen especies animales y, si es posible, un pescado. Las elaboraciones, nuevamente, simples y perfectas en cocción y sabor.
Y de postre... El pastel. Aquí también el blanco, al menos en la cubierta, es el gran ganador. Para el interior
novios!· puede permitírsele al chef pastelero un poco más de creatividad. El guion dice que, cuando los comensales hayan terminado su plato principal, que vengan los discursos y los brindis, seguidos de la estrella culinaria de la noche lista para el primer corte. Luego, de vuelta a la cocina, a servirlo ¡y que vivan los