Intercambios
¿Qué pasaría si la colección de arte de Luis Barragán fuera reemplazada por PIEZAS de nuestros días? La curadora Elena Filipovic da una respuesta en Emisarios de cosas abandonadas por los dioses, que se presenta en la Casa Estudio del arquitecto mexicano
Para su primera exposición en la Casa Luis Barragán de la Ciudad de México, la curadora Elena Filipovic hizo una osadía. Todas las obras de arte de la colección del arquitecto mexicano las reemplazó temporalmente por 55 obras de 16 artistas contemporáneos. “Había sido invitada a curar una exposición en esta casa. La visité por varios días pero no tenía una idea clara de lo que quería hacer. Durante mi visita a la Ciudad de México me quedé en casa del artista Dahn Vo. Todos los días me despertaba y veía un objeto extraño que él tenía en una mesa auxiliar: el molde de un brazo hecho de gasa y gel que pesaba lo mismo que un brazo humano y tenía una textura espeluznante. Me obsesioné con ese objeto. Solo después me enteré de que era Arm [The Gift], 2009, obra de la artista conceptual Lutz Bacher”, recuerda.
Llena de anécdotas, pero sin un concepto claro para la muestra, Filipovic regresó a Suiza –donde dirige la Kunsthalle Basel, la institución de arte contemporáneo más antigua del país– y miró las decenas de fotos que había tomado de la casa: “En una aparecía un pie (hecho con yeso blanco) que el propio Luis Barragán había colocado en una pequeña mesa, al igual que Vo había hecho en su casa. Le había tomado fotos a las dos piezas y me sorprendió la idea de que el brazo que tenía Vo podría ser un equivalente contemporáneo del pie que Barragán tenía sobre su mesa”. Entonces apareció el proyecto: “Comencé a imaginar cuál podría ser el ‘equivalente’ en nuestros días de cada objeto en la casa”. Para la exposición, que se presenta como parte del programa Estancia Femsa y podrá verse del 21 de septiembre al 15 de diciembre, artistas como Lynette Yiadom-Boakye, Gabriel Kuri o Seth Price han sido invitados a llevar las voces del presente a la mítica casa del arquitecto tapatío. Las puertas para escuchar un nuevo diálogo están abiertas.