VOGUE (México)

CHISPA de ingenio

Clotilde Jiménez nos demuestra que las IDEAS llegan en momentos inesperado­s, discutiend­o temas significat­ivos para nuestra sociedad por medio de su arte, su mundo, sus pensamient­os y su HISTORIA

- Fotógrafa SETTI KIDANE

Clotilde Jiménez, el artista nacido en Honolulu, de provenienc­ia puertorriq­ueña y criado en los Estados Unidos, ha arribado a la Ciudad de México, dejando el Reino Unido atrás con la llegada del Brexit. Tras recibir su residencia de artista en Islandia y su maestría en Londres, Jiménez ha decidido emprender su arte en un nuevo ambiente lleno de color, cultura y creativida­d, “Mi historia no es tan lineal como la mayoría. Nací en Honolulu porque mi padre estaba en la base naval de Pearl Harbor. Desde allí me mudé a Filadelfia y viajaba entre Filadelfia y Puerto Rico para visitar a mi familia”, cuenta el artista describien­do su infancia. Con un cuerpo de trabajo enfocado hacia la intersecci­ón de la rareza y el atletismo en relación con el cuerpo humano, Clotilde se adentra en su herencia afrolatina para crear obras significat­ivas que cuentan historias y difunden mensajes importante­s.

Sin un horario estructura­do, el artista se sumerge en el entorno que lo rodea, caminando las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, en donde se ubica su estudio. Dándose a conocer en los lugares que habita a diario, nos cuenta cómo pasa sus días: “Todos los días, y quiero decir todos los días, empiezo desayunand­o en mi comedor local El Hijo de Don Toribio. Luego voy al gimnasio y después de mi entrenamie­nto me tomo mi tiempo paseando por el Parque Alameda cerca de donde vivo mientras me dirijo a mi estudio”. Para Clotilde, establecer una rutina diaria impacta lo que sucede en su arte. Usando diferentes técnicas, desde collage, dibujo, pintura y escultura, el artista busca transmitir sus sentimient­os de la mejor manera posible. Siempre encuentra formas de introducir rastros de su propia identidad en su arte y representa­rse a sí mismo, utilizando sus experienci­as de vida para crear sus obras. Jiménez ejemplific­a su proceso creativo al describir una situación que cambió su vida y su arte para siempre, “Cuando salí con mi familia como bisexual hace unos años, fue definitiva­mente impactante para mí y mi trabajo. Antes de eso, había estado tratando de salir sutilmente a través de mi trabajo. Hice una pieza, por ejemplo, llamada Man in Heels, o Self Portrait in Pink Underwear, donde la figura, que era yo, expuso su ropa interior que era rosa”.

El desarrollo de sus obras no sucede de la noche a la mañana, tras luchar contra su propio arte, Clotilde ha llegado a la conclusión de que tiene una voz que debe de ser explotada, pero el implementa­r un plan de acción nunca es fácil. Desde joven, dudó su poder artístico y se desentendí­a con el oficio de “ser artista”, pero poco a poco tomó la decisión de expresar sus pensamient­os, ideas y opiniones al plasmarlas en su arte. “No fue hasta que me volví vulnerable y honesto conmigo mismo, que dediqué mi trabajo y mi tiempo a identifica­r ciertas preguntas dentro de mi trabajo de las que quería y necesitaba respuestas, no elegí la vida artística, la vida artística me eligió a mí”, bromea el artista.

Rodeado de momentos cotidianos que lo hacen ser quien es, genera ideas enfocándos­e en su propia masculinid­ad y raza que informa su trabajo y sirven como pequeños recordator­ios que enfatizan la personalid­ad de sus obras de arte.

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Arriba: I Had a Dream I Took an L, 2020; más arriba: Pose No. 4, 2020, ambos de Clotilde Jiménez. En página opuesta: el artista Clotilde Jiménez en su estudio de la Ciudad de México.

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