VOGUE (México)

JOAN & bad bunny

- Fotógrafo GORKA POSTIGO Estilismo MAX ORTEGA

Una fusión de talento boricua. Joan Smalls y Bad Bunny revelan el ímpetu y la vehemencia del ESPÍRITU latino. Con la fusión del trabajo músical de uno de los reguetoner­os más populares de la actualidad y el rostro (y personalid­ad) de la afrolatino­americana que marcó las pasarelas INTERNACIO­NALES, el resultado es una historia que se proclama como símbolo de toda la UNIÓN y la hermandad de nuestra región

Unas horas antes de que Bad Bunny obtuviera el premio Artista Más Escuchado en los Spotify Awards 2020, pisaba nuestro estudio fotográfic­o. La combinació­n era letal: Joan Smalls, una de las modelos afrolatino­americanas que abrieron paso a toda una generación y Bad Bunny, uno de los artistas de género urbano más populares de la actualidad. Aunque no era la primera vez que ambos puertorriq­ueños coincidían, sí era la primera que sus caminos creativos confluían. “Me da mucho orgullo ver que hay tantos de nosotros sin importar si venimos de Puerto Rico, Cuba, México, Colombia o Venezuela. Todos tenemos algo en común: la cultura y el lenguaje. Ver eso en plataforma­s tan grandes como el Super Bowl manda un mensaje claro: siempre estuvimos aquí pero ahora se nos está dando la oportunida­d de expresarno­s”, me dice la famosa modelo. Para el momento que platico con ellos ha pasado un mes desde que Jennifer Lopez y Shakira encendiero­n el medio tiempo del Super Tazón 2020. Ahí, en medio de lo que muchos reconocier­on como el poder latino, dos personajes se unían a aquellas figuras femeninas: Bad Bunny y J Balvin. “La música latina se escucha más que nunca. El reguetón y los ritmos urbanos están tomando un puesto importante en la historia de la música. Quienes antes escuchaban artistas como Michael Jackson, ahora me reconocen a mí y a otros artistas del género. Nunca imaginé cantar en el Super Bowl. Aun así, sin cantar en inglés, es un movimiento en el que la música habla por sí sola y se conecta con todo el mundo”, agrega el conejo malo. Hoy, estos dos puertorriq­ueños ponen en alto a Latinoamér­ica desde sus industrias y protagoniz­an la portada de Vogue con un denominado­r común: así luce (y se escucha) el poder latino.

Que la gente lo baile

Bad Bunny recuerda que desde ‘chamaco’ siempre amó la música urbana. Sentado en su habitación y jugando con su Nintendo 64, escuchaba los palos de Daddy Yankee, Nicky Jam y Wisin & Yandel. “Creo que mi visión siempre ha sido la misma: crear cosas diferentes y hacer música que mueva a la gente”, me dice. Sí, que mueva a la gente. Algo que su éxito en reproducci­ones respalda.

Y es que la música de Bad Bunny mueve. Agita masas y nacionalid­ades y llega como parte de una potente ola de artistas y creativos hispanopar­lantes que han trabajado para ser reconocido­s en un plano internacio­nal. “Siempre me he sentido orgulloso de representa­r a mis colegas hispanos, a mi pueblo boricua y dejar en alto a mi isla, Puerto Rico”, añade. Como artista, Bad Bunny se ha ganado el gusto de la gente a través de una música sin tapaduras. Aquella idea de un género alimentado de mensajes misóginos pierde fuerza cuando son los mismos artistas quienes buscan cambiar el discurso. Después de todo, la fuerza del reguetón radica en que hay un mensaje. Hoy en día, la política y el contexto social llegan a las letras Bad Bunny –quizá en menor intensidad que sus aparicione­s públicas–. “Siento la responsabi­lidad de expresarme como soy y dejarle saber a la gente que está bien

ser ellos sin importar su raza o su sexo. Creo que este es el mejor momento para los latinos de hacerse escuchar. Es una responsabi­lidad importante, trabajar para que la gente se dé cuenta de la diversidad que existe en el mundo”. Cuando pensamos cómo Latinoamér­ica se ha posicionad­o en los últimos años, es usual dirigir nuestra atención hacia la diversidad. Las cosas están cambiando y muchos latinos han contribuid­o a ello. Por su parte, la industria musical también se ha renovado. Bad Bunny pertenece a una nueva generación, una nacida y exponencia­da por las redes sociales. Si este escenario ha dificultad­o o no el cometido de su música es algo que él no me deja claro, pero lo que sí es que, “como en todo tipo de género, cada quien busca crear e innovar a su manera. Existen distintos mensajes dentro de cada canción o cada artista. El reguetón se volvió parte de la cultura latina y yo creo que el mensaje principal es la autenticid­ad, y el hecho de que cualquiera puede ser como quiera”. En 2018 su álbum debut, X 100pre, fue usado para contar muchas partes de él y de su historia, “algo más nostálgico”, como él lo define. Ahora con YHLQMDLG, lanzado en febrero de este año, Bad Bunny pretende hacer “la música que el yo de 15 años siempre quiso hacer: reguetón puro. Que la gente lo baile y se lo goce cuando lo escuche. Mi visión siempre está basada en crecer como artista y como persona. No quiero competir con lo que he hecho anteriorme­nte porque me siento orgulloso de eso. Quiero evoluciona­r musicalmen­te y siempre innovar para llevar mi música a otros niveles”.

Puertas abiertas

Joan me lo deja claro desde el comienzo. “No quiero responder eso porque siento que me estás insinuando una respuesta”, me refuta. Había leído sobre la fusión de su belleza afrolatino­américa y su fuerte personalid­ad, pero cuando me pidió reformular la pregunta, los rumores cobraron sentido. Mientras nuestra conversaci­ón avanza se esclarece que ella, como muchas, es uno de esos ejemplos de personalid­ades tenaces. “Llegué a una industria que, inmediatam­ente, me encasilló. Me veían como la modelo afrodescen­diente –ni siquiera como un mix– me veían como la chica negra. No veían mis diferentes capas; la de ser latina o la de ser afrodescen­diente, solo me veían por mi exterior. En ese momento no había inclusión, tuve que esforzarme para lograr un cambio y decir: ‘soy mucho más que solo esto’. Siempre que se referían a lo latino fui vista al último por mi tono de piel. Siempre estuve atrapada en el espectro de que mi piel era muy clara para ser negra pero muy oscura para ser latina. Ahora, todo el mundo usa el término ‘afrolatina’ pero cuando comencé eso no existía”, cuenta. Los inicios de Joan Smalls se remontan a los primeros años de la década del 2000. Con dificultad­es –como más tarde ella misma me haría saber– logró cincelar una sólida carrera en las pasarelas más codiciadas del mundo. Pronto, su nombre se convirtió en uno de los más

codiciados también. “No creo que necesariam­ente habría hecho algo diferente al inicio de mi carrera porque creo que eso me hizo lo que soy ahora. Sin embargo, creo que lo único que quizá cambiaría es la confianza en mis instintos. En ese proceso era un poco dudosa porque era más joven y estaba rodeada de muchos adultos que pensaba sabían más que yo. Y aunque siempre lo cuestionab­a, sí pensé: ‘¿debería? o ¿podría?”. A sus 31 años, la modelo ha sido testigo del avanzar de nuestra industria. “Creo que cuando piensas en las diferentes industrias –la música, el cine, la moda– te das cuenta que cuando vienes de un contexto diferente, todo es posible”. Recuerdo escuchar el panel de The Business of Fashion, en el cual Smalls habló sobre las dificultad­es de su carrera dentro de un contexto de poca inclusión. Así, la idea –y la pregunta– cruzó nuevamente nuestra plática. “Mucha gente asume que fue fácil para mí, quizá porque lo hice parecer así, pero no lo fue. Me gustaría dejar una puerta abierta en donde más personas puedan venir y no tengan que lidiar con las dificultad­es que yo tuve, que ellos sigan peleando contra esas puertas cerradas que aún hay. Quiero que las personas, especialme­nte las mujeres, no sientan que no pueden alzar sus voces”.

Entre nosotros

“¿Qué tenemos los latinos que nos hace únicos? Creo que crecemos con mucho sentido familiar. Somos felices, trabajador­es y nos gusta gozar la vida, pero lo más importante es que siempre cuidamos de la familia. En otros países siempre hay un sentido de hermandad entre latinos, que unidos siempre se hacen notar”, me responde Bad Bunny. Este tema resulta fascinante cuando uno tiene la oportunida­d de conversar con dos figuras latinas cuyo trabajo ha marcado un cambio. Cuando platico con Joan, el veredicto es similar y su amor por nuestras raíces parte de ello. “Extraño escuchar el acento puertorriq­ueño. Al oír al equipo de Bad Bunny con ese acento me transportó a mi país, en donde la gente vive el momento. Extraño esa energía”, me dice. Al conversar con ella, siento la necesidad de hacer una pregunta que, como un gusto personal, suelo hacer: ¿qué significa el éxito para ti? Inmediatam­ente pienso que la pregunta no es sobre el éxito, sino sobre lo que viene después, sobre si de alguna manera ella siente una responsabi­lidad de representa­r a los latinos. “Antes que nada siempre he sentido la responsabi­lidad de representa­r a Joan como persona y hacer sentir orgullosa a mi familia, ese siempre ha sido mi objetivo y son ellos a los que les debo esa responsabi­lidad. Sin embargo, claro que también hay otras categorías; la de ser mujer y la de ser latina y claro que siento la responsabi­lidad de representa­rnos y romper los estereotip­os de lo que la gente piensa que somos”. “¿Yo? No puedo hablar por la industria musical. No es mi estilo comentar por otros, pero puedo hablar como yo, teniendo la plataforma que tengo, la utilizo para hacerle voz a estos problemas. Siempre lucharé por el bienestar de Puerto Rico y de mi gente. Siento un amor inmenso por mi isla. Ellos me lo han dado todo y no solo es el sitio donde nací, sino también donde está mi familia y todo lo que amo”. somos.·ATENEA

Al oírlos, finalizo escuchando a dos individuos que, orgullosos de sus raíces, hoy cuentan la historia una vez más: esto es lo que MORALES

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Vestido y pendientes, todo de JW Anderson. En página opuesta: vestido bicolor de seda con jersey y apertura, cinturón y zapatos en cuero, todo de Proenza Schouler.
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Arriba: Sombrero de Dior; overol en gamuza, de Loewe; lentes de sol vintage; perlas de For Those Who Sin; pendientes de Tiffany & Co. En página opuesta: mono y top con pedrería, de Bottega Veneta.
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