Obsesión virtual
Nos despedimos de los likes y de los filtros estéticos. Mientras las redes trabajan la simbiosis con el BIENESTAR de sus usuarios, queda en nuestras manos navegar la inmensidad del mundo virtual en CONCIENCIA y conocer el verdadero trasfondo detrás de cada clic que damos
Alguna vez publicaste una foto y enseguida la eliminaste por no tener una digna cantidad de likes? ¿Tienes la valentía para tomarte una selfie sin ningún filtro? ¿Llegaste a sentir que tu perfil valía menos por no tener una K en tu número de seguidores? ¿Te has encontrado alguna vez haciendo un paralelismo entre tu vida y la de alguien que ni siquiera conoces? No podemos negar que los medios sociales magnifican la ansiedad y debilitan la autoestima de infinitos usuarios. Sin embargo, resulta esencial preguntarnos si estos no hacen más que demostrarnos a través de nuestra interacción en las plataformas, nuestro deseo de agradar, de ser reconocidos y de cumplir con las cualidades físicas que creemos se requieren para formar parte de determinado grupo. Cuestiones que nacieron siglos antes de la era digital. Como dijo una vez el autor de El vestido habla Nicola Squicciarino: “No existe nadie como conciencia de sí mismo si no es en la relación con una colectividad y a través de ella”.
Priorizando la autenticidad de la aplicación, en 2018 Instagram le declaró la guerra a los bots o cuentas falsas que cientos de influencers compraban para conseguir más followers. Actualmente, comprometido con el bienestar psicológico de sus consumidores, comenzó a ocultar paulatinamente el número de corazones en las publicaciones ajenas, con el fin de que podamos ver quiénes le dieron “me gusta” a nuestro amigo virtual, pero no cuántos lo hicieron. Después de todo, no somos números sino personas. Según un estudio de la Royal Society of Public Health, Instagram es una de las redes más nocivas para la salud mental, estableciendo la ansiedad, la depresión, el sentimiento de soledad, la inconformidad con la apariencia personal y el miedo a perdernos de algo por estar desconectados, como algunos de los principales perjuicios en los usuarios más vulnerables. Es la búsqueda incisiva de los likes a la vista de todos lo que fomenta la obsesión por publicar una foto perfecta y carente de INSTAntaneidad. Este es el motivo por el cual el medio decidió hacer un cambio tan radical en la aplicación para aminorar el daño.
Los filtros son la más reciente tendencia en social media. Labios seductores, pieles inmaculadas, pestañas prominentes, el bronceado ideal, rasgos afinados, ojos claros, minúsculas pecas y pómulos exaltados. La realidad aumentada hace que todo sea posible, pero ¿qué sucede cuando volvemos a enfrentarnos a un espejo tradicional? Las consecuencias van desde una baja de autoestima hasta el desencadenamiento de trastornos como el dismórfico corporal (la obsesiva, compulsiva y desmedida preocupación por algún defecto en la imagen propia, sea real o imaginado). Spark Ar, la empresa que crea filtros personalizados para Instagram, anunció que eliminará todos los efectos asociados con la distorsión facial. Si bien ha suprimido algunos como FixMe, aún quedan muchos por analizar bajo la lupa. “Queremos que los filtros de Spark AR sean una experiencia positiva y estamos reevaluando nuestras políticas vinculadas con el bienestar”, declaró con seriedad la compañía.
Actualmente, las mujeres con más alcance en el universo digital cuentan con retoques físicos y no es casualidad que los mismos incrementen a paso acelerado. La American Society of Plastic Surgeons afirma que en 2018 en Estados Unidos se realizaron un
cuarto de millón de cirugías estéticas más que el año anterior. También asegura que las redes sociales son algunos de los principales argumentos por los cuales los pacientes se operan.
El aumento de busto es la intervención más popular seguida por las arriesgadas liposucciones. En tercer lugar están los perfeccionamientos de nariz, luego vienen los arreglos de párpados y seguido se encuentran las abdominoplastias. Dentro de los procedimientos menos invasivos predominan el Botox, los rellenos dérmicos y las exfoliaciones químicas. Mientras las plataformas se reinventan en pos de una saludable experiencia para sus consumidores, está en nosotros utilizar las aplicaciones en conciencia. No podemos culparlas por nuestros males, pero sí prestarle atención a nuestros clics para entender qué se esconde detrás de cada uno.
Revisar nuestros likes puede expresar un profundo deseo de aprobación. Distorsionar nuestro rostro puede denotar cierta desconformidad con nuestra imagen la cual va aumentando día a día. Cada foto que subimos puede ser tanto un genuino reflejo de nuestra vida como un lejano edén en el que aspiramos vivir y el cual estamos dispuestos a todo por alcanzar.
Los cambios que trae la nueva década nos invitan a compartir contenido significativo que aspire a ser realmente apreciado y no simplemente likeado por miles. Nos proponen reconciliarnos con las perfectas imperfecciones de nuestra imagen y a vivir una vida
mismos. basada en la autenticidad. Lo más importante es que estemos dispuestos a realizar ese cambio. Al final del día, el único “me gusta” que importa, es el que nos damos a nosotros