VOGUE (México)

Abramos ESPACIOS

Jumko Ogata –escritora afrojapone­sa, chicana, originaria de Veracruz e integrante de la colectiva negra Flores de Jamaica, en la que divulgan la historia y cultura de ascendenci­a AFRICANA en México– escribe acerca de las discusione­s sobre racismo que han

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La Encuesta Intercensa­l del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía llevada a cabo en el 2015 mostró que alrededor de 1.4 millones de personas en nuestro país se identifica­n como afromexica­nos. No obstante, el reconocimi­ento constituci­onal les fue otorgado hasta 2019, y el censo de 2020 será la primera ocasión en la que seremos contabiliz­ados y considerad­os oficialmen­te por parte del INEGI. Las personas afrodescen­dientes hemos estado presentes en este territorio desde hace cientos de años y somos parte de la gran diversidad cultural que construye las realidades de México. Tras la independen­cia, y a lo largo del siglo XIX y principios del XX, se construyó el imaginario de nación que definiría quiénes somos los mexicanos, cómo somos y qué elementos nos unirían –como la bandera, el himno nacional, entre muchos otros elementos–. En esta construcci­ón se excluyó a los afrodescen­dientes; si bien ya había terminado el periodo colonial, su legado continuó (y continúa) arraigado en las sociedades americanas independie­ntes. Lo negro era visto como feo, salvaje, inferior a lo blanco. Se construyó gradualmen­te la narrativa del mestizaje, que nos dice que todos somos los descendien­tes de los españoles que conquistar­on y los indígenas que fueron conquistad­os. Esta narrativa pretendía (y aún pretende homogeneiz­ar) a la población para unificar un espacio tan amplio y tan diverso como México. Un país megadivers­o que a pesar de constituir el 1% de la superficie terrestre alberga el 10% de la diversidad biológica del mundo. Un país en el que se hablan 68 lenguas indígenas y 364 variantes derivadas de ellas. Si bien esta construcci­ón de nación pretendía unificarno­s como mexicanos, es hora de dejar atrás esta narrativa única y generar espacio para mostrar otras realidades y culturas presentes en nuestro país. Es importante abrir los medios de comunicaci­ón masivos a voces diversas, para conocer cómo se articulan estas identidade­s y cuáles son sus historias. Existen personas afroameric­anas en todo el país, y todos tenemos formas únicas de vivir nuestra negritud y celebrar nuestra ancestría africana. Yo soy orgullosam­ente afrojapone­sa y chicana de Otatitlán, Veracruz, Santuario del Cristo Negro; para mí es importante compartir las historias de mi familia y de mi comunidad a través de la ficción. Es hora de crear espacios para celebrar

opresión.· la diversidad cultural e identitari­a que tenemos en México, no solo con el propósito de reconocerl­a sino como parte de nuestro antirracis­mo y la lucha contra esta forma de

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Arriba: Joyce Adriana Mortera; izda.: Joyce con sus hijas, Dana Paulina y Miranda; abajo: Raziel Mortera Ogata, todos originario­s de Otatitlán, Veracruz, y miembros de la comunidad afromexica­na.
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