Cocinar el presente,
En estos tiempos tremendos, la cocina ha sido para muchos al mismo tiempo una NECESIDAD y un refugio. Los restaurantes cerrados, la responsabilidad de quedarnos en casa y el imperativo de volvernos EFICIENTES con nuestros recursos han hecho que quien meno
En estos tiempos tremendos, parece que la cocina ha sido para muchos al mismo tiempo una necesidad y un refugio.
Era domingo, pero me levanté temprano y bajé a la cocina. Puse a hervir una gran olla con agua, corté cruces en la cúspide de dos kilos de tomates y cuando el agua llegó a ebullición los sumergí unos minutos, para que se les soltara la piel. Los pasé a un tazón de agua fría y los pelé con los dedos; ahora tenía una torre de tomates pelados y tibios, tiernos frutos de un rosa oscuro. Todo estaba listo para preparar la salsa, que para la hora del almuerzo tendría tiempo de reducirse hasta llegar al punto preciso de dulzor. Mientras tanto, activé la levadura, añadí harina, sal, agua y aceite de oliva, encendí la batidora y así se desencadenó el proceso mágico de la masa de pan. Era un domingo de mayo, sin restaurantes abiertos ni delivery en mi ciudad, y almorzaríamos pizza.
En casa cocinamos todo el tiempo, pero incluso en mí es sorprendente esta disposición a dedicar la mañana del día de descanso a preparaciones simples y lentas. Un domingo, pizza y pomodoro; el siguiente, mermelada de naranja. Es algo que solo puedo atribuir al cambio de ritmo interior que ha ocurrido en el mundo entero. Los inicios de la cuarentena generaban en distintos países la misma noticia: la harina y la levadura desaparecían de los supermercados con la velocidad de cada nuevo modelo de Birkin en una boutique Hermès en los tiempos antes de la pandemia. Un pedazo microscópico de proteína – un enemigo invisible del que ni siquiera se puede decir que tiene vida– puso a nuestra especie de rodillas, y los humanos reaccionamos haciendo pan.
Aunque parezca peculiar, esto tiene todo el sentido del mundo. Toparnos colectivamente con una incertidumbre de esta magnitud, con el dolor por partida doble de todo lo que hemos perdido y de tantas vidas apagadas, requería centrarnos; volver a nuestro cuerpo, a nuestras sensaciones. Y hay pocas sensaciones más hermosas y satisfactorias que preparar pan. Hay quienes antes no sabían ni freír un huevo y se han aventurado incluso a hacer pan de masa madre, porque si estamos en casa todo el tiempo (quienes tenemos la suerte y el privilegio de poder quedarnos en casa) podemos alimentar el fermento, dividirlo al día siguiente, alimentarlo otra vez. Como a nuestro corazón.
Este ha sido un tiempo en el que hemos aprendido a reconfortarnos a toda costa, y para muchos esto ha significado aprender a cocinar, acostumbrarnos al ritmo y a la atención que demanda la cocina, descubrir lo empoderador y laborioso que es transformar los alimentos. A apreciar a quienes, en otra vida, cocinaban para nosotros. Ha sido un tiempo de elegir lo simple y poderoso, lo que realmente deseamos, por sobre lo que antes habríamos elegido para impresionar.
Cuando todo esto pase (conjuro mágico y potente), espero que esto permanezca. Que el músculo que es el corazón se haya adaptado al pulso de la vida interior y que sea ese el motor de nuestros días. Que salgamos a la calle, sí; que sea seguro encontrarnos con colegas, familiares y amigos, pero que luego volvamos a casa contentos, porque en ella está esperando, tierna y gloriosa,
día.·ALESSANDRA la masa de pan. Asomándose dignamente sobre el borde del contenedor, debajo de su paño limpio, como el sol de un nuevo PINASCO
APROVECHAR EL CONFINAMIENTO PARA ESCRIBIR LA NOVELA POSTERGADA NO ES REALISTA EN TIEMPOS DE TAL INCERTIDUMBRE. LA PRIORIDAD ES ESTAR
BIEN: ALIMENTARNOS Y ENFOCARNOS EN TAREAS CONCRETAS, EN LOS AROMAS Y SONIDOS Y RITMOS DE LA COCINA, QUE NOS ANCLAN Y RECONFORTAN. EN CASA HEMOS DESCUBIERTO TODA UNA NUEVA DIMENSIÓN