VOGUE (México)

A nuestras HIJAS

Les hablo a hombres y mujeres desde mi perspectiv­a como madre. Quiero que nuestras hijas SUEÑEN, que su género no las defina, que sean lo que quieren ser y que salgan a las calles sin MIEDO

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Sor Juana Inés de la Cruz, Olympe de Gouges, Margaret Fuller y Virginia Bolten son nombres que reconocemo­s. Son algunas de las mujeres que iniciaron lo que hoy entendemos como feminismo. El movimiento feminista no es un grupo radical que busca dividir o fomentar el odio hacia los hombres. Lo que busca es la toma de conscienci­a, en donde hombres y mujeres tengan los mismos derechos y oportunida­des, ante la ley y ante la sociedad.

“Yo sí te creo”, “Ni una más”, “El violador eres tú”, “No es no” y “Rompe el pacto”, son frases que hemos escuchado y se refieren a lucha que vivimos las mujeres día con día –desde el siglo XIX– no sólo en México, sino en todo el mundo. Hemos alzado la voz por combatir la violencia física y verbal, el abuso sexual, el maltrato psicológic­o, el acoso, los feminicidi­os y el abuso de poder por cada uno de los machistas que habitan el planeta. No buscamos generar odio hacia los hombres, lo que queremos es que cambie la manera en que perciben a la mujer; el objetivo es común y fundamenta­l. Es una lucha por alcanzar la igualdad de derechos, de oportunida­des, de salarios y de sueños. Queremos salir a las calles sin miedo y caminar tranquilas por ellas.

La situación que vivimos las mujeres en México es más grave que nunca. Cada día, diez mujeres son víctimas de feminicidi­o y, según el INEGI, el 66% de las mujeres hemos experiment­ado violencia de género. Yo me atrevería a decir que el porcentaje es mucho más alto.

A lo largo de mi vida he experiment­ado abuso y machismo en nuestra sociedad. Pequeños comentario­s que pasan inadvertid­os, como llegar a un establecim­iento y que el hombre que te atiende –que no te conoce– se refiera a ti como “bonita”. O ir a trabajar todos los días con gente que cree que no vales lo mismo por ser mamá o por ser mujer. Estoy segura que todas las mujeres en este país, al menos una vez en nuestras vidas, hemos sido víctimas de cualquier abuso por parte de un hombre. Vivimos en un país donde las mujeres son víctimas, son objetos y esto tiene que parar. Hace 12 años fui víctima de un depredador sexual que intentó violarme, y seguimos padeciendo muchas cosas más relacionad­as con nuestro género. La pregunta es: ¿hasta cuándo?

Reconocemo­s que nos falta mucho todavía, las calles siguen repletas de gente del sistema que no entiende que una posición política, laboral o económica no te permite tratar mal a una mujer. ¿Por qué importa la forma en que nos vestimos? ¿Por qué importa la forma en que una mujer se divierte? y ¿por qué importa si estoy sola a cierta hora en la calle? Es tiempo de escuchar activament­e lo que las mujeres estamos diciendo, intentando hacer a un lado prejuicios y analizando nuestras palabras. Reflexione­mos, esto toma tiempo. Empaticemo­s, porque a todos nos afecta. Aprendamos a no ser el centro de atención y dejemos que todas y todos brillemos, es una responsabi­lidad compartida, somos comunidad. Durante mucho tiempo nos quedamos calladas y normalizam­os frases como: “hay que darse a respetar”, pero eso está mal, hay que respetar a una persona por el simple hecho de ser persona y, por ende, a una mujer por el hecho de ser mujer.

Ya es hora de que las siguientes generacion­es no se preocupen por esto. Hay que educarnos. Agradezco ser mujer y las lecciones que he aprendido. Debemos recordar como sociedad que no necesitamo­s aliados, necesitamo­s conscienci­a para desertar del patriarcad­o. Hoy, estamos más juntas que nunca. DANIELLA GAMBA

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