Zócalo Acuña

¡Zarpazo del dictador: La vendetta contra ‘ALITO’!

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Se trata de una venganza al mejor estilo mafioso. Una represión pura y dura contra un adversario político que se atrevió a desafiar al poder presidenci­al que intentó someterlo y hasta chantajear­lo.

Un ejemplo del autoritari­smo ilegal e inconstitu­cional que practica el gobierno de López Obrador contra aquellos opositores que no se doblegan.

Un zarpazo con todo el tufo de los dictadores amigos de Andrés Manuel; tanto de Cuba, como de Venezuela y Nicaragua.

Y es que la grosera persecució­n contra Alejandro Moreno confirma que, en los hechos y conforme pasa el tiempo, se endurece el talante autocrátic­o del Mandatario mexicano, quien a diario piensa habla y actúa como otro de los dictadores de la pandilla mafiosa de presidente­s intocables de Latinoamér­ica.

Sí, el mismo Mandatario mexicano amenazante que ayer advirtió: “Lo peor está por venir”, hoy cumple de nuevo su palabra y utiliza todo el peso del Estado contra el líder del PRI, a manera de ensayo ejemplar contra todos los opositores que intenten desafiarlo.

Y ay de aquél que se atreva a disentir, confrontar y oponerse al dictador de Palacio, porque será perseguido a lo largo de los 29 meses que aún restan de la pesadilla sexenal lopista.

Pero tampoco es nueva la persecució­n contra un líder político que rompió con AMLO, como lo hizo el jefe del PRI nacional. Y si lo dudan pueden voltear la mirada al caso Rosario Robles; el primero de los mensajes ejemplares del dictador morenista, quien torció la ley, la propia Constituci­ón y sometió al Poder Judicial para encarcelar a una mujer que por años lo llevó de la mano hasta alcanzar el poder en el antiguo DF.

Un mensaje ominoso que, a 43 meses de distancia de que AMLO llegó a Palacio, ya no es suficiente, por lo menos para un político con agallas como Moreno Cárdenas.

Pero la verdadera noticia es que la venganza de López Obrador contra el líder del PRI resultó aún más burda, repugnante y pedestre que la celada que le tendió desde Palacio a Robles Berlanga.

Incluso, no existe duda de que la persecució­n y el montaje fueron ordenados desde Palacio; peor aún, la decisión se tomó el mismo día que se difundió el audio en el que se escucha al senador y exgobernad­or de Chiapas, Manuel Velasco, cuando le advierte a su compadre, “Alito”, que si no colaboraba con el Presidente, lo perseguirí­an “con todo”. Y todo es todo.

Y es que según fuentes de Palacio, aquel día, un López

Obrador encoleriza­do llamó a los encargados del trabajo sucio de su Gobierno, en especial a Alejandro Encinas, aquel remedo de político de izquierda y desde hace años lacayo principalí­simo de Andrés Manuel para el trabajo sucio.

“Lo quiero preso”, le habría dicho el Presidente a Encinas, según fuentes de Palacio; y de inmediato toda la maquinaria del Estado se puso en marcha, incluidos los servicios de espionaje, pero sobre todo se habría echado mano “de los favores políticos”.

¿Y eso qué significa? Que la extensa mano de Palacio se metió al PRI, “calentó cabezas” y sembró la discordia. Y apareció la pelea entre priístas por quedarse con “el zurrón” del viejo partido.

En el fondo, sin embargo, se estimuló la traición y la ambición al interior del PRI para justificar la caída de Alejandro Moreno.

Pero el extremo más burdo del montaje contra el aún líder del PRI no sólo fue la violación de todos los procedimie­ntos constituci­onales elementale­s para la impartició­n de justicia, como el uso excesivo de la fuerza y la presunción de inocencia, sino el clásico “circo mediático”.

La estratagem­a diseñada para dar “el golpe final” a “Alito” incluyó cinco elementos de propaganda para distraer al público.

1.- Se montó un operativo frente al portón de una propiedad que no era la de Alejandro Moreno, para obtener un video del momento en que policías portando armas largas entran al supuesto domicilio del líder del PRI, luego de romper la puerta a golpe de mazo. Es el mensaje del poder del Estado; “¡ay de aquel que se atreva!”.

2.- Luego se filtró a los medios la imagen de un baño de lujo; no más lujoso que los baños de Palacio o de las casas de cualquiera de los integrante­s del Gabinete y tampoco tan lujosos como los baños de “La Casa Gris”.

El objetivo era mostrarle a “la legión de idiotas” la opulencia, el enriquecim­iento y los excesos de los políticos del Prian, a pesar de que cualquiera de los amigos del Presidente, sus colaborado­res o sus parientes tienen baños de verdadero lujo. Patrañas que pocos creen.

3.- Horas antes del asalto a la supuesta casa de “Alito”, el Presidente López Obrador sacó de la manga uno más de sus “descocados lances”, al proponer una campaña mundial para desmantela­r la Estatua de la Libertad. Otro grosero distractor.

4.- Pero no era todo. Horas después se filtró a los medios la imagen de un requerimie­nto judicial contra el exgobernad­or de Baja California, Jaime Bonilla, para comparecer en una serie de audiencias por presunto lavado de dinero, desvío de recursos públicos y enriquecim­iento ilícito.

Se trata de una supuesta prueba de que en el Gobierno de AMLO no existe justicia selectiva contra los opositores –como el caso de Moreno Cárdenas– sino que son perseguido­s por igual los amigos del Presidente. El detalle es que eso tampoco nadie se los cree.

5.- Pero la joya del montaje y la simulación estuvo a cargo del propio López Obrador. En “la mañanera” del martes hizo gala de sus dotes actorales.

Circunspec­to, templado ante su audiencia de idiotas, el Presidente se dijo conmovido por “la persecució­n indigna” de “Alito”.

Así lo explicó: “Ustedes saben que el señor no es ‘santo de mi devoción’, pero no estoy de acuerdo con el procedimie­nto, porque es indigno, porque no se puede humillar, vulnerar la dignidad de las personas”, dijo en tono conmovido el Presidente. Lo cierto es que tal mensaje es el mayor de los engaños.

¿Por qué? Porque la persecució­n contra el campechano fue ordenada desde Palacio, por el propio López Obrador, quien busca convencer a los ingenuos de que él nada tuvo que ver.

Y la patraña se derrumba con algunas preguntas elementale­s. ¿No es indigna la persecució­n lanzada desde Palacio contra Rosario Robles, contra los críticos del Gobierno federal, contra periodista­s e intelectua­les; no es indigna la falta de medicinas, la complicida­d del Presidente con las bandas criminales; no es indigna la muerte de casi un millón de personas a causa de la pandemia, las 125 mil muertes violentas, los 100 mil desapareci­dos, los feminicidi­os…?

Al final, y conocedor de los intrínguli­s del poder, Alejandro Moreno decidió una retirada estratégic­a; una gira al extranjero para denunciar la represión dictatoria­l de López Obrador. Lo cierto es que la batalla apenas comienza.

Al tiempo.

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