Sucesión acelerada
El proceso para nombrar al sucesor de Miguel Riquelme se aceleró aún más tras los comicios del 5 de junio en seis estados, cinco de los cuales votaron por la alternancia. Los triunfos en Aguascalientes y Durango —únicos donde los candidatos de la coalición Va por México pudieron ganar— se repetirán en Coahuila, dice Manolo Jiménez, delfín del Gobernador. Ricardo Mejía (Morena), el aspirante opositor más visible, subió el tono de su discurso. “Tenemos que empezar a concienciar y a trabajar por el cambio que queremos para Coahuila (…), desde hoy les digo: no habrá borrón y cuenta nueva. (…) no vamos a permitir que se burlen de los coahuilenses, (el cambio) lo tenemos que construir con todo el apoyo social”.
El PRI es un partido desfondado. En Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas, Durango y Aguascalientes perdió más del 60% de los votos obtenidos en las elecciones previas. La votación del partido tricolor pasó de 2.1 millones de sufragios en 2016 a 822 mil en 2018 de acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) (Animal Político, 07.06.22). El desplome es consistente con el rechazo a las siglas. Seis de cada diez mexicanos encuestados dicen que “nunca” votarían por el PRI. Las acusaciones de corrupción contra su presidente, Alejandro Moreno, atizan el encono.
La aureola de partido invencible le permitió al PRI monopolizar el poder por décadas. Hoy, sin líderes ni credibilidad, es un espectro. Salvar el registro en Quintana Roo, donde su candidata al Gobierno, Leslie Hendricks, captó el 2.96% de los votos, da una idea del tamaño de la crisis. El PRI cayó al último lugar de las preferencias, incluso por debajo del partido local Movimiento Auténtico Social, por el cual votó el 7.1%. Mara Lezama, de Morena, obtuvo el 56.4% y Laura Fernández, de Va por México, el 16.1%. El PRD está en fase terminal. Perdió el registro en cuatro estados y lo conservó en Oaxaca y Aguascalientes.
El rechazo de Movimiento Ciudadano a la alianza con el PRI, PAN y PRD y la búsqueda de candidatos competitivos para afrontar a Morena y a la vieja clase política, podría abrirle un resquicio al diputado Jericó Abramo en el partido naranja. El exalcalde de Saltillo acusa al PRI de demorar la convocatoria para nombrar a su candidato al Gobierno en consulta abierta. “Está claro: quieren que el tiempo siga avanzando para seguir promocionando a Manolo Jiménez como el elegido de la cúpula, como la imposición de la cúpula. No quieren entrarle al debate claro, no quieren entrar a las propuestas, a lo que tenemos que hacer para que le vaya mejor al estado. Sólo piensan en ellos y en su futuro inmediato”, denuncia en un video publicado el 30 de mayo en redes sociales.
Jericó está en el limbo. El PRI local no lo quiere y en Morena ha perdido puntos por su indecisión y su voto en contra de la reforma eléctrica. Sin embargo, su discurso rupturista es eficaz. “Coahuila merece más que decidir por una imposición”, advierte. Abramo afirma que sus simpatizantes son amenazados. “Les hablan y les dicen: “Si te reúnes con Jericó estás fuera del partido (PRI)”. “No se dejen amedrentar —aconseja a los liderazgos afines a su causa—, la cúpula podrá amenazar a algunos, pero no pude amenazarlos a todos”. Pide trabajar por un Coahuila libre de amenazas, con “menos pobreza, más empleo, y sobre todo (…) respeto franco (hacia) todas las expresiones políticas”.
Mientras tanto, en las cúpulas del PRI, PAN y PRD avanzan las negociaciones para dar forma a la coalición Va por México, cuyo candidato, en este momento, sería Manolo Jiménez. La renuncia de Rodolfo Walls, en protesta por la alianza, le restará votos a Acción Nacional. La base electoral del diputado lagunero está en la sociedad, no en un partido cuya vocación opositora hace mucho tiempo se perdió.