La fatiga del cuidador
En las personas que se dedican al cuidado de los mayores puede aparecer el llamado “síndrome del cuidador” o fatiga del cuidador, una alteración sicológica asociada a una intensa vinculación física (mediante el trabajo y los cuidados objetivos) y emocional (mediante la vinculación emocional y la empatía) con el enfermo, y que se manifiesta en una serie de síntomas que afectan de manera progresiva y decisiva a su salud mental.
Algunos de los síntomas del síndrome del cuidador suelen ser un desgaste físico y sicológico por el cansancio acumulado, las crisis de estrés, la ansiedad generalizada, un sentimiento de desbordamiento por las circunstancias que haga relegar a un segundo plano la propia salud mental, y también depresión en los casos más severos.
Síndrome del cuidador ante la vejez
Además de eso, también suele aparecer frustración o sensación de incapacidad para ayudar al enfermo, así como impotencia, rabia y aislamiento social, debido a que la persona acaba por destinar menos tiempo a su vida privada y estar con los suyos.
Para comprender mejor las particularidades de este problema, veamos cuáles son las causas más relevantes de la fatiga del cuidador en los casos de quienes cuidan a la gente mayor, sobre todo en caso de que esto se realice por los vínculos familiares con quien necesita apoyo.
1. Problemas para diferenciar la salud ajena de la propia
La fatiga del cuidador aparece generalmente cuando la persona se implica tanto en la salud de un enfermo mayor que termina por desatender su propia salud, lo que termina causándole problemas graves tanto a nivel emocional como físico y social por tener su atención centrada siempre en las necesidades del/la anciano/a. A fin de cuentas, sus problemas de salud como persona mayor suelen ser mucho más aparentes y “llamativos” que los propios; son pérdidas más cualitativas de calidad de vida, y no tan cuantitativas o fáciles de pasar por alto.
La imposibilidad de trazar una línea que delimite sus funciones como cuidadora del cuidado hacia sí misma y los suyos es una característica esencial de este tipo de síndrome, un fenómeno que acaba posibilitando que el cuidador viva permanentemente atendiendo al enfermo sin preocuparse por ningún otro ámbito de la vida.
2. Sentimiento de culpa
El sentimiento de culpa es otra de las causas más habituales en la aparición del síndrome del cuidador, y consiste en la creencia de que la propia inactividad va a causar el agravamiento de la enfermedad o la muerte de la persona que se tiene al cargo.
Es precisamente ese sentimiento de culpabilidad el que hace posible que la persona se entregue plenamente y sin descanso al cuidado del enfermo, por miedo de que una sola distracción o desatención tenga consecuencias fatales en la vida de éste.
3. Falta de asertividad
La asertividad es la capacidad que nos permite defender nuestro propio punto de vista y nuestras ideas personales respetando siempre a los demás, de manera no invasiva y sin hostilidades,
Esta capacidad es esencial para relacionarnos correctamente con nuestro entorno; sin embargo, algunas personas que presentan fatiga del cuidador presentan verdaderos déficits de asertividad, lo que les impide marcar límites respecto a su labor.
Además de eso, la falta de asertividad también tiene como resultado que la persona no sepa decir que “no” ante situaciones en las que no está de acuerdo relacionadas con su labor de cuidador o cuidadora.
Por otro lado, la falta de asertividad suele estar asociada a la baja autoestima y el sentimiento de que hay que trabajar mucho para compensar la propia incompetencia también son estados mentales clásicos en las personas con fatiga del cuidador.
En estos casos se suele tener una visión muy negativa de sí mismos, lo que se convierte en un espiral autodestructivo en el que la persona va perdiendo progresivamente su amor propio y su capacidad de encontrar algo positivo en sí misma.
4. Expectativas poco realistas
Tener una visión alejada de la realidad durante el proceso de cuidados, así como unas expectativas poco realistas también son rasgos que se relacionan con el síndrome del cuidador o la fatiga del cuidador.
La mayoría de personas que ejercen de cuidadores de personas mayores lo son de manera informal, es decir que no son profesionales, es por eso que a menudo suelen tener unos conocimientos limitados y poco realistas sobre cómo funcionan los cuidados y cuáles son las expectativas que podemos tener.
Esto sucede, por ejemplo, al creer que lo normal es que nuestros cuidados “curen” a una persona mayor que tiene una enfermedad, algo que muchas veces no sucede así.
5. Incapacidad para pedir ayuda
Algunas personas que se dedican a los cuidados de una persona mayor suelen presentar verdaderos problemas para reconocer el punto en el que hay que pedir ayuda a los demás.
Esta situación puede darse, por ejemplo, ante enfermedades neurodegenerativas, cuando el cuidador informal, que suele ser un familiar, asume que pase lo que pase hay que seguir haciendo lo que se lleva haciendo durante meses para cuidar a la persona mayor, sin pedir ayuda externa.
6. Angustia ante la presión social
El sentimiento de angustia ante la presión social y la idea del “qué dirán” si no se está la mayor parte del tiempo cuidando a esa persona también es un rasgo característico de la fatiga del cuidador.
De nuevo, esta angustia tiene que ver con un sentimiento de incapacidad y con la creencia de que cualquier fallo en el cuidado de la persona le ocasionará graves consecuencias e incluso la muerte.
7. Falta de conocimientos sobre cómo cuidarse
Otra de las causas más importantes, combinada con las demás, es el simple desconocimiento sobre lo necesario de cuidarse y acerca de lo que se debe hacer para prevenir los problemas de salud física y/o mental en uno mismo.
Por ejemplo, dormir poco o tener poco tiempo libre para descansar también puede ocasionar en muchos casos la aparición de la fatiga del cuidador, pero no son pocas las personas que consideran que esas horas de la semana son “horas perdidas” que podrían ser empleadas de un modo más productivo dedicándose a todo tipo de tareas.
En general, se recomienda encarecidamente a los cuidadores dormir unas 7 u 8 horas al día y disponer siempre unas horas de descanso en medio de las labores de cuidado a personas mayores.
Los hábitos de vida saludable que debe mantener un cuidador o cuidadora para evitar un estado de fatiga son, además de comer, dormir bien y tener una buena higiene, realizar de manera recurrente actividad física con el objetivo de lograr una buena salud física y mental.
Además de eso, también es recomendable realizar actividades y aficiones divertidas para descansar de vez en cuando como por ejemplo ver series, ir al cine o realizar excursiones al aire libre.