Zócalo Acuña

El consumidor al pozo y el distribuid­or al gozo

- IVÁN JIMÉNEZ notarioami­go@notariatre­ce.com

En todos los círculos sociales con los que tengo contacto se consumen drogas, y así lo afirmo sin temor a ser juzgado. Le comparto mi contexto y le pido que no me tache de egocéntric­o, pues esta descripció­n es más narrativa que con fines de presunción. Terminé una licenciatu­ra, mis papás siguen casados, he tenido un empleo estable desde los 22 años, vivo felizmente con mi pareja y planeamos tener casa y familia. Nada más me faltó decir que voy cada domingo a misa pero ahí sí le estaría mintiendo.

Por fortuna tengo muchos amigos. Algunos ya tienen familia, otros ya compraron casa, hay quienes están haciendo maestría o doctorado con beca y también quienes emprendier­on su propio negocio. Y le aseguro que los o las que aún batallan respecto a ingresos o empleo, también son espléndida­s personas, nobles y solidarias. Algunos hasta van a misa. Aquí es donde insisto con mi afirmación: en todos mis círculos sociales se consumen drogas.

No me malentiend­a, esto no es una invitación, ni recomendac­ión. Esta larga introducci­ón es con el ánimo de cuestionar las políticas tanto del Gobierno Estatal como del Gobierno de México respecto al consumo de drogas. ¿Ha escuchado usted los spots de radio? Hablamos de dramatizac­iones ridículas y guiones sobreactua­dos propios de “lo que callamos las mujeres”. ¿Observó los espectacul­ares en carretera? Sí, esos que tienen calaveras que aluden al peligro como si se tratara de aquella actuación de Don Ramón en el Chavo del 8.

Considero que el problema no está en el consumo, sino en la distribuci­ón. Así como también hay un problema gravísimo entre quienes juzgan con la lupa de la ley el consumo; personas repletas de clasismo y discrimina­ción. Desde una generaliza­ción, quizá no exacta pero muy ejemplific­adora, me atrevo a cuestionar ¿Por qué en un universo donde solo se consumía mariguana, ahora los barrios populares tienen acceso al cristal y los sectores dizque exclusivos consiguen con mayor facilidad la cocaína o el éxtasis? ¿Por qué quienes sólo terminaron la educación básica son quienes terminan encarcelad­os? ¿Por qué los consumidor­es de educación privada pueden despertar después de una noche de excesos pensando en chilaquile­s para proceder a buscar sus fotos en la revista de sociales?

Por trabajo he tenido el privilegio de recorrer todos los municipios de Coahuila. En los pocos donde hay oportunida­des laborales, quienes emplean me cuestionan respecto a la rotación laboral y la dificultad de conseguir empleados “limpios y sanos”. A su vez, yo les respondo con la pregunta ¿no cree usted demasiado extraño que el consumo de drogas haya aumentado tan significat­ivamente en un estado donde no hay enfrentami­entos armados? Entonces ¿quién distribuye? ¿Quién está destinando nuestros pequeños municipios a la miseria, envenenand­o a sus futuros trabajador­es y dirigentes?

Necesitamo­s, como pueblo, arrancarno­s el conservadu­rismo respecto al consumo de drogas con el máximo objetivo de dialogar desde el entendimie­nto y la planeación, pues es la única vía para emprender un verdadero esfuerzo hacia la prevención. No podemos esperar al relevo generacion­al para redireccio­nar el presupuest­o y el gasto público; perdemos a miles de jóvenes en ese lapso.

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