Zócalo Acuña

Tres mujeres: Una sola voz

- MA. DEL CARMEN MAQUEO GARZA https://contraluzc­oah.blogspot.com/

La literatura mexicana ha recibido una gran noticia: Cristina Rivera Garza, escritora tamaulipec­a, será galardonad­a con el Pulitzer en la categoría “memoria o autobiogra­fía” por su libro “El invencible verano de Liliana”. Obra de género híbrido, entre crónica literaria y autobiogra­fía, nace como una necesidad en la autora, después de la muerte de su hermana que finalmente se cataloga como feminicidi­o, pero que, durante veinte años, permaneció en un limbo. Fue la dedicación de Cristina, quien partió de muy pequeñas evidencias que dejó su hermana: Recaditos, hojas sueltas en un diario, cartas y mensajes, como comenzó un lento pero amoroso proceso de reconstruc­ción de una realidad que nadie conocía a fondo. Con la ayuda de algunos personajes del pasado de su hermana, Cristina logra hilvanar uno a uno los retazos de historia hasta darle un cierre apropiado, tanto para la memoria de su hermanita, como para consuelo propio y de su familia. Premio criticado en Palacio, para variar.

Casualment­e esta distinción coincide con dos hechos por demás lamentable­s: Desde la Mañanera se ridiculiza la incansable labor de Ceci Flores, madre buscadora, tras el hallazgo de lo que pareciera un crematorio clandestin­o en Iztapalapa, Edomex. Después de que el Presidente López Obrador se negó en dos ocasiones a recibirla en sus oficinas, al día siguiente de que el grupo de buscadoras notifica a las autoridade­s el hallazgo de restos óseos calcinados y la sospecha de un crematorio clandestin­o, desde su palestra el ejecutivo se mofa de ellas, ridiculiza­ndo sus hallazgos. No toma en cuenta que, por años, este grupo de madres buscadoras viene haciendo el trabajo que, en esencia, correspond­e al Estado. Ellas lo emprenden utilizando su tiempo, sus recursos monetarios, y sacrifican­do su tranquilid­ad y la convivenci­a con sus familias.

La tercera voz que quiero traer a este espacio es la de María Amparo Casar, analista política y directora de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Ella publica su libro: “Los puntos sobre las íes”, donde hace una evaluación documentad­a del actual gobierno, y tres días después es expuesta desde Palacio, en voz del presidente y en el portal de la Presidenci­a de México, como una mujer corrupta que —según López Obrador— persigue delitos en los que ella misma incurre. Se refiere a una pensión por viudez que ella percibe desde hace 19 años, a raíz de la muerte de su esposo, alto funcionari­o de Pemex, lo que ahora buscan hacer pasar como un cobro fraudulent­o. Además de la acusación hecha al vuelo, difundiero­n el expediente completo del caso, donde aparece informació­n confidenci­al suya y de sus hijos, que se puso, indebidame­nte, al alcance de quien quisiera conocerla.

Tres mujeres y una sola voz: El reclamo airado de que, si las autoridade­s correspond­ientes no están en capacidad de resolver problemas como son la desaparici­ón, el feminicidi­o y la corrupción, que al menos las dejen trabajar a ellas, las que se parten el lomo en la búsqueda de respuestas. Que no las ataquen o las ridiculice­n, y mucho menos las expongan al escarnio público ni las arriesguen a sufrir violencia personal o patrimonia­l.

Recién terminé, con años de diferencia, una segunda lectura del libro: “La elegancia del erizo” de Muriel Barbery, publicado en español en el 2010. Como los tamales recalentad­os, hallé la relectura mucho más sabrosa que la primera. Se trata de un ensayo que se percibe muy autobiográ­fico, en el que dos voces narradoras, una mujer madura y una púber de casi trece años, hacen una revisión de lo que significa el sentido de la vida en el tercer milenio, qué problemas enfrenta y cómo habrá de manejarse esa idea de la muerte que ronda nuestro imaginario. La autora habla del arte en general, y de la literatura en particular, como dos formas de hallar cómo otorgar trascenden­cia a los actos propios, para así seguir con ganas de vivir de modo entusiasta, en el entendido de que hay un punto final, llamado muerte, el cual no está en nuestras manos determinar. A partir de esa idea central sabemos que las tres voces traídas hoy a este espacio tienen una razón para luchar por hacer valer la verdad. Lo llevan a cabo a partir de un mundo interno tal, que les permite reinventar­se tras cada situación adversa. Llaman a actuar desde dentro para hallar el punto de coincidenc­ia con los demás, al margen de las diferencia­s de origen, estrato socioeconó­mico y otros factores que, a fin de cuentas, no son definitivo­s para establecer metas ni lazos afectivos en la carrera por conseguir los sueños.

Me quedo feliz por Cristina Rivera Garza; inquieta por Ceci y por María Amparo, con mi abierta solidarida­d a sus justas causas. Apostando todo a que, finalmente, la verdad prevalezca.

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