Zócalo Monclova

El secreto de Anchuelo

- Capitolio GERARDO HERNÁNDEZ gerardo.espacio4@gmail.com t: @espacio4mx

La disciplina pudo más que el ánimo de Jericó Abramo Masso de ser candidato a gobernador. Jorge Masso Masso, abuelo del diputado, renunció al PRI en 1984 por la imposición de Carlos de la Peña para la Alcaldía de Saltillo, cargo al que aspiraba. El PARM lo postuló y su campaña, basada en el eslogan “Abran paso que ahí va Masso”, rompió inercias, sumó adeptos y lo puso en la antesala de la Presidenci­a Municipal. El empresario se declaró ganador, pero no se le reconoció como tal. Las protestas contra el supuesto fraude fueron reprimidas y el campamento instalado frente al Ayuntamien­to, incendiado.

Masso no pudo ser Alcalde de Saltillo, pero sí diputado federal en la LIII Legislatur­a. “El federalism­o y la división de los diferentes niveles de Gobierno (...) no pueden darse sin antes tener y promover un respeto absoluto de los estados a los municipios. El proceso electoral tiene aún fallas (...), pero no solo se deben reconocer en los procedimie­ntos federales, sino también en los locales, pues es ahí, donde al amparo del caciquismo y la prepotenci­a, no deja que la ciudadanía opte con libertad en sus ayuntamien­tos, y en muchas ocasiones se rebaten los triunfos legítimos de los municipios del país”, declaró en la sesión del 2 de diciembre de 1985. Masso regresó al PRI como asesor del gobernador Rogelio Montemayor.

Jericó Abramo ha sido aspirante al Gobierno del Estado en dos ocasiones, pero esta vez puso un pie fuera del PRI. “Desde la cúpula ya tienen decidido que haya un candidato oficial”, denunció el 22 de mayo pasado en un video difundido a través de las redes sociales. “Se mueve siendo secretario del Estado y lo apoyan con todo el recurso público. Nosotros andamos de nuestra bolsa (...) Nosotros sí conocemos Coahuila y no necesitamo­s del apoyo de la cúpula para salir adelante. Abran el proceso (de elección), no tengan miedo (...) En este equipo caben todos. No como el otro que ya está todo lleno” (Espacio4, 692).

Abramo se reunió varias veces con Ricardo Mejía, quien parecía ser el candidato de Morena a la gubernatur­a, y con líderes del PAN y Movimiento Ciudadano. Sin embargo, el diputado volvió al redil tras una reunión con el presidente del PRI en el estado, Rodrigo Fuentes, y con el secretario de Desarrollo Social, Manolo Jiménez, el 18 de agosto. “Se buscó dejar a un lado los intereses personales (...) hay que dejar a un lado filias y fobias”, publicó en su cuenta de Facebook.

El PRI desveló el 8 de enero el secreto de Anchuelo: Manolo Jiménez es el ungido. Abramo aceptó el resultado. “Por mí no habrá división”. A Coahuila —dice— no le conviene la polarizaci­ón. Miguel Riquelme recurrió a la mano izquierda para mantener unido al PRI. De haber renunciado al PRI para postularse por otro partido o apoyar a un candidato distinto, Jericó habría dividido el voto en Saltillo, sin el cual, hace seis años, Riquelme habría perdido la elección.

El problema lo tienen ahora Morena y Armando Guadiana, pues Ricardo Mejía, candidato del PT, les partirá el voto. El horizonte para Riquelme parece inmejorabl­e: resolvió la sucesión sin fracturas y formalizó la alianza con su enemigo histórico: el PAN.

El PRI y Morena estaban empatados hace unas semanas en las intencione­s de voto, pero la nominación de Guadiana le permitió a Jiménez ampliar su ventaja en más de 10 puntos porcentual­es (Massive Caller, 14.01.23). Sin embargo, el escenario puede cambiar. La 4T volcará en Coahuila estructura­s y recursos para ganar la elección, pues, aunque el Presidente diga lo contrario, ahora tiene dos candidatos.

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