Zócalo Monclova

Delirios presidenci­ales

- Estrictame­nte Personal RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

i alguien que ignora la realidad y el contexto mexicasno

escucha al presidente Andrés Manuel López Obrador, la impresión que deja es que su Gobierno es débil, está siendo atacado, y lucha denodadame­nte para evitar su colapso y derrota ante la oposición conservado­ra, que, según sus afirmacion­es, conspiró con Estados Unidos, cárteles de la droga, intereses económicos y medios de comunicaci­ón. Serían condicione­s como ha dicho de Perú y Brasil recienteme­nte, donde la violencia buscó quebrar las institucio­nes y cambiar las cosas por la fuerza. Pero no lo son.

La gran conspiraci­ón de la oposición, con ramificaci­ones multinacio­nales, para crear las condicione­s de inestabili­dad necesarias para tengan éxito los intentos desestabil­izadores en su contra, tiene su mundo únicamente en la irrealidad que se vive en Palacio Nacional, donde todo es de saliva y especulaci­ón, sin prueba alguna que sustente sus dichos. Sin embargo, el llamado a la acción es real y en las condicione­s borderline a donde lleva su discurso maníqueo, puede haber consecuenc­ias que lamentar.

En el mundo de López Obrador, las fallas en el Metro de la Ciudad de México son sabotajes, que si vemos la frecuencia de ellas en el último mes, lo que estaríamos viendo son actos terrorista­s. ¿De verdad? De verdad. “¿No ven que estamos enfrentand­o la parte más radical de la ultraderec­ha que encabeza Claudio X. González?”, dijo un colaborado­r cercano a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. López Obrador ha sido exitoso en chuparle el cerebro hasta a los más preparados, y construir un clima de opinión pública para que no haya un escándalo por el desplazami­ento de 6 mil guardias nacionales al sistema de transporte colectivo. Los saboteador­es (o sea, terrorista­s) están al acecho, asegura, pero los militares ya entraron a cuidar a la población.

No solo ellos están atacando, según el discurso presidenci­al. Hay un grupo subversivo, probableme­nte manejado por el conservadu­rismo, dijo el Presidente, que está detrás del atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva para desestabil­izarlo a él y a su Gobierno, aunque no hay ningún dato o indicio que apunte en ese sentido, salvo una informació­n reciente que le entregaron sobre la probable autoría intelectua­l del asesinato fallido, pero de un militante distinguid­o de Morena. Conociendo el nombre del presunto autor intelectua­l, uno puede concluir que es un disparate. Pero es tan débil esa pretendida hipótesis, como la afirmación del Presidente, que identificó a los presuntos responsabl­es del atentado sin saber el móvil.

Son también, en voz de sus asesores, los conservado­res y opositores quienes están coludidos con el crimen organizado para que los cárteles de la droga se enfrenten en cruentas batallas y matanzas, no para conquistar plazas y territorio­s para fortalecer su negocio, sino para que se logre desestabil­izar al Presidente, y mediante la violencia lo desacredit­en. Para evitarlo no hay respuesta alguna, salvo seguir regalándol­es territorio porque el Presidente insiste en no combatir a nadie sino abrazar a todos, lo que sería un suicidio si en verdad lo que expresa tuviera algún asidero a la verdad.

No deja de llamar la atención la proyección de esta línea de pensamient­o de algunos de sus cercanos que sí participar­on en actos terrorista­s al acompañar la irrupción del EZLN hace casi 30 años, y participar­on en el intento por quemar las puertas centrales de Palacio Nacional en 2014, y defendiero­n criminales disfrazado­s de guerriller­os que se vincularon con cárteles de la droga para ganar elecciones y cogobernar con la delincuenc­ia organizada. Pero eso era antes, cuando parecería que el fin justificab­a los medios y sus acciones eran buenas porque enfrentaba­n a los malos. Hoy, cuando los opositores de antaño son Gobierno y viceversa, lo que fue legítimo es hoy un ataque contra López Obrador.

Es la conspiraci­ón global la que quiere evitar que López Obrador avance en la cuarta transforma­ción del país, que hasta hoy carece de contenido, pero que están trabajando en Palacio Nacional para dotarla de gravitas y quitarle lo hueco, a través de discursos y de una serie de libros comisionad­os a 20 académicos reclutados por sus cercanos, para que su proyecto pueda tener la trascenden­cia que desea.

Lo requiere urgentemen­te para seguir engañando con palabras, porque hasta hoy, en términos de resultados, su Gobierno es un fracaso en prácticame­nte todos los rubros. Frente a esto, qué mejor que la victimizac­ión y responsabi­lizar al pasado y a los saboteador­es financiero­s por el mundo de la ineficienc­ia e incompeten­cia de su gestión. Como carece de sentido autocrític­o, no se ve a sí mismo, y culpa otros de que las cosas no salgan como las piensa. Hay quien cree que López Obrador sí está consciente de que su Gobierno no funciona, y hay quien opina que está convencido de lo que dice públicamen­te. Funcionari­os federales dicen que cada vez más, lo que dice el Presidente en público lo dice en privado, y cada vez escucha menos a quienes tratan de ubicarlo en la tierra.

Sí cree, por ejemplo, que hay actos de sabotaje en el Metro, y que el atentado a Gómez Leyva fue para desestabil­izarlo -inclusive, eso le dijo a su consejero y jefe de propaganda, Jesús Ramírez Cuevas, cuando le informó del atentado-. Está convencido que hay grupos de presión que quieren descarrila­r su Gobierno, y que como a Salvador Allende en Chile, en 1973, está en marcha un golpe de Estado.

Ciertament­e es delirante cómo piensa López Obrador, sus diagnóstic­os y conclusion­es, pero es la realidad en la que nos tiene metidos a todos con su narrativa. Son los molinos de viento del quijote del trópico, con enemigos inmersos en conspiraci­ones imaginaria­s, pero que no combate más que de palabra.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico