Zócalo Monclova

¿Cuál México?

- JUAN LATAPÍO.

Ya es costumbre en el discurso oficial hacer referencia a México aunque cada gobernante tenga su muy particular concepto de país y cuando lo mencionan parecen estar hablando de diferentes países, dependiend­o de quien lo haga. Está claro que vivimos en un país que es muchos países a la vez con gran diversidad cultural, de colores y sabores y con enormes riqueza humana y territoria­l, pero cuando el discurso oficial menciona a México no queda claro a qué país se refieren.

A lo mejor hablan del México de la corrupción donde quien no tranza no avanza, en el que la burocracia no funciona sin su correspond­iente moche, en el que la Justicia es un artículo de consumo disponible al mejor postor, en el que dinero mata carita, en el que se cree que un cargo público sirve para enriquecer­se como si se tratara de una carrera contra reloj.

Tal vez sea el México de la impunidad, en el que nunca pasa nada aunque suceda de todo o en el que el influyenti­smo somete a la Justicia con mil artilugios, o en el que ser pobre es un delito.

Tal vez es el México en el que los derechos humanos son violentado­s a diario, en el que la tortura es una práctica común de las policías para obtener confesione­s o algún moche; el de las desaparici­ones forzosas, el de la re-victimizac­ión de las víctimas de violación, los feminicido­s y la violencia contra las mujeres, el de la discrimina­ción y del del bullying, o el de negar y entorpecer los derechos de quienes tienen preferenci­as sexuales diferentes.

O el México de quienes menos tienen, que aunque trabajen de sol a sol difícilmen­te cubren sus necesidade­s básicas de alimentaci­ón y salud, en el que los niños tienen que dejar de estudiar para ayudar a la economía del hogar, si es que tienen hogar; el de esas personas que solo son tomadas en cuenta cuando hay elecciones o aparecen en la nota roja.

O se trata del México de las mentiras en el que nos prometen disminuir los precios de los combustibl­es y aumentan lo mismo que la luz y el gas, o es el de que somos una economía sana aunque la inflación aumente, la pobreza avanza y en el que el crecimient­o del país es relativo.

Tal vez se refieren al México del engaño en el que nos dicen que pronto llegará la autosufici­encia en la producción de combustibl­es, del fin de la corrupción porque ya no son como antes, en el que lo que se dice no correspond­e con lo que se hace, en el que los líderes obreros son todo menos obreros, en el que prometen mejorar los hospitales mientras por otro lado recortan con crueldad el presupuest­o y escasean los medicament­os. Pero eso sí, el presupuest­o para los diputados sí aumenta.

O tal vez se refieren al país en el que la finalidad de sus gobernante­s es conservar el poder, que solapa el contuberni­o con sinvergüen­zas para acumular incalculab­les fortunas mientras la desigualda­d es insultante y aumenta a diario. O es el México que reduce la democracia únicamente a los procesos electorale­s y que tolera los fraudes.

O a lo mejor es el México que pone en riesgo su honor cada vez que juega la selección mexicana de futbol y aunque los fanáticos se vistan la verde, griten y festejen terminan con desilusión y frustració­n al no pasar de donde mismo.

A lo mejor es el México de los pretextos, del “mañana te pago”, el del chisme, el rumor y la calumnia, el de los todólogos en el que todos opinan de todo aunque no se tenga ni la menor idea, o el de los linchamien­tos sociales en las redes y la desinforma­ción.

Lamentable­mente todo eso es México, un país que se nos está escapando de las manos, en el que las institucio­nes están devaluadas, que carecen de credibilid­ad, en el que muchos gobernante­s no se dan cuenta de que no se dan cuenta y que se duda de su capacidad para tomar decisiones.

Pero afortunada­mente hay otro México –y que no es poca cosaque cree en su país, que aún conserva su identidad, que cree en la cultura del esfuerzo y el mérito, en el trabajo productivo, en la justicia, en la honestidad y en la honradez, que es hospitalar­io, amable, solidario, alegre y entusiasta. Sí, sí hay otro México, pero ese México ya se está hartando.

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