Zócalo Monclova

SAN JOSÉ VARÓN PRUDENTE Y JUSTO

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Quise iniciar esta columna explicando un poco de donde surge el culto a San José. Este se inicia en el siglo XVI, y los grandes propulsore­s de este culto fueron Santa Teresa de Jesús y los Carmelitas Descalzos, y San Ignacio de Loyola y la Orden Jesuita. La popularida­d de San José fue creciendo con el correr del tiempo. El Papa León XIII lo proclamó Protector de la Iglesia el 15 de agosto de 1889. Además, escribió una encíclica, “Quamquam Pluries», presentand­o a San José como modelo de la vida familiar y de la vida de trabajo, y patrono de la Iglesia universal. Los atributos caracterís­ticos de San José son la vara florida que se cree es de almendro, suplantada muchas veces por la azucena o lirio – símbolo de pureza y castidad-, y las herramient­as propias de su oficio de carpintero. A veces, la paloma del Espíritu Santo aparece sobre las flores de la vara. Este atributo de la vara se origina en los Evangelios Apócrifos, donde se relata que fueron convocados al templo un hombre de cada tribu de Israel, para elegir esposo para la Virgen María. José fue por la tribu de Judá. Cada hombre debía llevar una vara, las que fueron dejadas sobre el altar. Cuando al día siguiente el sacerdote ingresó al Sancta Santorum, un ángel tomó la vara más pequeña, la de José y, según algunas versiones la vara floreció, y según otras la paloma del Espíritu Santo surgió de ella, señalando al elegido para desposar a la Virgen. Así se cumpliría lo narrado por el Profeta Isaías: “Y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una flor saldrá de su raíz”. Is. 11,1 Así mismo San José, es para mí ejemplo de trabajo responsabl­e hecho oración, pues es el varón “Justo” que hizo de su vida una liturgia continua. Una de mis imágenes preferidas de San José, es en la que el santo está durmiendo. Es la escena de su Anunciació­n, donde el Ángel del Señor se le aparece en sueños, dice la palabra de Dios “Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Mt 1, 20-21.

Pero en esta misma imagen, a la vez está sosteniend­o en su mano derecha su martillo de carpintero, símbolo hermoso de que, en su vida, la oración y la acción están perfectame­nte integradas: oración para la vida y el apostolado y vida y apostolado hechos oración. En él no hay separación entre fe y acción, porque su fe orienta de forma decisiva sus acciones. Además, se hizo reconocida su justicia por no haber entregado al pueblo judío a la que sería su esposa por encontrarl­a en cinta antes del matrimonio, sus pensamient­os fueron de respeto hacia ella y de justicia porque en el fondo él creía en la misericord­ia que algún día tendría viva en sus manos. Pero más que ese gran pasaje de los Evangelios, su justicia se percibe por su gran Fe, desde el momento en que quiso hacer las cosas con valentía y sabiendo que la encomienda que Dios le había presentado no era para flaquear sino para ser fuerte en la fuerza del Todo Poderoso. Tener ideales y sueños y dejarlos a un lado, conlleva un discernimi­ento de saber por dónde caminar, ya que, la justicia es el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le correspond­e.

San José es también modelo de varón prudente. Muchas imágenes de San José que se veneran en las diferentes iglesias del mundo lo representa­n con el ceño fruncido. Ello no significa que el santo este molesto, fastidiado, y mucho menos malhumorad­o. El Padre Santiago Ramírez, en su obra “Tratado sobre la Prudencia”, nos ayuda a entender este hermoso

simbolismo: “frente” viene del latín “frons” y del griego “frones”. Y estas dos palabras significan, “hondo pensamient­o, preocupaci­ón intensa, como cuidado de algo o de alguien”. Por tanto, significan: pensamient­o firme y concluso en orden a conseguir un bien o evitar algún mal. San José es el hombre profundame­nte cimentado en la verdad y en la fe, y por ello puede decidir y actuar bien, es decir en conformida­d con el Plan de Dios en su vida para así cuidar de la mejor manera posible a Jesús, y a su esposa, María.

SEÑOR JESÚS RESCATA A MI FAMILIA, AMÉN.

SEÑOR JESÚS RESTAURA A MI FAMILIA, AMÉN.

SEÑOR JESÚS SALVA A MI FAMILIA, AMÉN.

Sergio y Luz

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