Vivir en la burbuja
LLa ejecución al estilo Chicago de Salvador Llamas Urbina el pasado 21 de octubre en un restaurante de Guadalajara, podría ser el principio del fin de las aspiraciones del subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, a la Gubernatura de Coahuila.
Llamas era un alto funcionario del municipio de Puerto Vallarta. Además de ser el jefe de la oficina del Alcalde, era el director de los Sistema de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado de la ciudad.
Su carrera en medios políticos y partidos fue siempre “movidita”. En el 2013 pretendió ser Alcalde de Zacatecas por Movimiento Ciudadano y, persistente, en el 2018 insistió candidateado ahora por Morena. Fracasó de nuevo. Como no tenía partido aborrecido, se lanzó entonces como candidato del Partido Verde a la diputación local del Distrito 1 de Zacatecas. Perdió.
Ya para el 2021, Llamas se había incorporado al gobierno del Alcalde morenista de Puerto Vallarta, Luis Alberto Michel, con quien colaboró desde las elecciones municipales como su coordinador de campaña. Entonces, a la par de sus responsabilidades se convirtió en un ferviente soldado de Morena.
Sin mayores méritos, ya en septiembre pasado se había metido hasta la cocina de ese partido: el 17 de ese mes fue elegido ni más ni menos que consejero nacional. De la noche a la mañana, se convirtió en un operador de primer orden del partido; en un patrono.
Ligas en Coahuila
Su asesinato en el restaurante Sonora Grill de la exclusiva zona de la colonia Lomas de Providencia, en Guadalajara, ha retumbado en Coahuila: el hecho se ha convertido en un duro golpe para Mejía Berdeja.
Horas después de su muerte, en diversos medios nacionales trascendió que además de aspirar a la Gubernatura de Jalisco, Llamas era uno de los pilares de la campaña de Mejía en Coahuila.
El operador político, decía la nota de Reforma sobre el asesinato, “trabajaba los fines de semana en la promoción del subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, quien aspira a gobernar Coahuila”.
El escritor Héctor de Mauleón fue más allá e hizo una relatoría de una relación de casi 10 años del subsecretario y el operador de Morena. En su columna del martes pasado en El Universal, aseguró que la relación de Llamas con Mejía no se limitaba a un “amable” intercambio de tuits.
“Llamas Urbina”, escribió De Mauleón, “promovía en Jalisco la candidatura del subsecretario al Gobierno de Coahuila, y era considerado uno de sus principales operadores logísticos y financieros. Desplegados en la prensa nacional en favor de la candidatura de Mejía Berdeja fueron gestionados por Llamas Urbina y pagados con dinero del Ayuntamiento de Puerto Vallarta”.
Los señalamientos, pero sobre todo los hechos, son delicados por una razón: Llamas Urbina es un misterio para las autoridades y aun para los militantes de Morena. ¿Quién era realmente? ¿Por qué departía en el Sonora Grill con los mismos hombres que lo asesinaron? ¿A qué grupo político pertenecía?
La Fiscalía de Jalisco no ha titubeado en decir que el homicidio fue cometido “totalmente” por cárteles de la alta delincuencia. “Es más que evidente la participación del crimen organizado en la escena”, aseguró el fiscal Luis Joaquín Méndez Ruiz. “Si observamos la serie de indicios que se localizan aquí, los vehículos dañados, la manera en cómo operan; por la información que tenemos, aquí tenemos totalmente la participación del crimen organizado”.
La figura de Llamas arroja hoy sombras por todos lados. No por nada el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, se ha apresurado a minimizar su asesinato tratando de colocarlo lo más lejos posible de los reflectores. “Pudo haber sido militante de cualquier otro partido”, ha sido su respuesta.
¿Un militante más?… Que se placeó y se fotografió con Delgado, Mejía, Armando Guadiana, el gobernador Alfonso Durazo o hasta con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y hasta con el mismísimo presidente López Obrador y muchos personajes más de Morena y otros partidos.
El silencio
Mejía Berdeja, por su parte, no ha dicho esta boca es mía. No ha tenido la necesidad de aclarar nada: ni su relación con el operador de Morena ni el papel que desempeñaba en su fervorosa campaña electoral.
En su calidad de subsecretario de Seguridad, tampoco se ha dignado a informar qué sabe del asesinato de Llamas, las hipótesis del homicidio y quién era realmente el personaje, como lo hace de manera frecuente con otros casos.
En abono a la transparencia, quizá fuera bueno que el aspirante a la Gubernatura explicara hoy de dónde salen los recursos para pagar su campaña de promoción en espectaculares, lonas, bardas y mítines en todo el estado.
No parece tener voluntad de hacerlo, mucho menos de referirse a los hechos de Guadalajara que han ensombrecido su proyecto electoral en Coahuila; un proyecto que, por lo demás, no termina de cuajar ni de prender. La prédica hostil de Mejía se desgastó muy pronto.
El crimen del Sonora Grill es delicado en extremo. Tarde o temprano sus efectos se dejarán sentir en medios políticos vinculados a Morena. Sin embargo, Mejía sigue en su mundo, ensimismado en su discurso y su retórica. En su cuenta oficial de Twitter como subsecretario de Seguridad —¡sí, la cuenta gubernamental del funcionario!— tiene colgado este mensaje:
“Las calumnias, la guerra sucia, infame y patrocinada por el corrupto, ruin e impune #Moreirato y @mrikelme a través de testaferros, expertos en montajes y chayoteros no podrán con el deseo de cambio. Sus mentiras y agresiones son prueba de que vamos adelante. #Yasevan #Coahuila”.
Junto con el mensaje, Mejía Berdeja presenta en su cuenta oficial cuatro encuestas distintas sobre las preferencias electorales de los coahuilenses. En todas gana él, por supuesto.
Esa es su realidad alterna, su burbuja. El mundo de sus encuestas. La seguridad puede esperar. Que el mundo ruede.
El asesinato en Guadalajara de un operador político de Morena, ha venido a ensombrecer la fervorosa campaña de Mejía Berdeja en Coahuila