Los aliados de AMLO
Si las elecciones del 4 de junio se decidieran bajo las reglas de antaño, el PRI tendría la gubernatura y la mayoría del Congreso como en la bolsa. Miguel Riquelme ejerce el poder, maneja a las oposiciones e influye en los poderes fácticos cuyo enemigo común es la cuarta transformación. Sin embargo, aun con los votos del PAN, echar las campanas al vuelo resulta temerario. Desde la alternancia, jamás un Gobernador había afrontado a un Presidente con la fuerza de Andrés Manuel López Obrador. Vicente Fox y Felipe Calderón siempre estuvieron a merced de los gobernadores del PRI, entonces mayoría, pues controlaban las cámaras de Diputados y de Senadores.
La segunda fuerza electoral en el estado ya no es el PAN, que en 1996 y 2017 puso al PRI contra las cuerdas, sino Morena. En apenas cinco años, el partido de AMLO ganó 22 gubernaturas, incluidas las de Morelos y San Luis Potosí, donde apoyó a los candidatos de los partidos Encuentro Social y Verde Ecologista. El PRI está confinado en Coahuila, Durango y Estado de México. Acción Nacional tiene cinco gobernadores y Movimiento Ciudadano, dos. El PRD, que en 2006 estuvo a punto de ganar la Presidencia, hoy es un fantasma, sin registro en 15 entidades.
El primer reto de Armando Guadiana consiste en conciliar a Morena y demostrar que la decisión de postularlo a él y no a Ricardo Mejía fue la correcta. Las intenciones de voto dicen lo contrario, pues desde su designación como coordinador de los Comités de Defensa de la 4T la brecha en favor de Manolo Jiménez (PRI) empezó a crecer. Si la tendencia se revierte y gana, Guadiana deberá probar que no será un gobernador títere como lo presentan ya algunas columnas políticas.
La apuesta de Morena por Guadiana es demasiado riesgosa. Pues al margen de su registro desaseado y de la división suscitada en el Consejo Estatal por su nominación, la estructura, los liderazgos y otros sectores se articularon en torno a Ricardo Mejía, candidato del PT, por considerarlo la opción real de cambio. Los jóvenes dominan el mundo y doblarle la edad a Jiménez (76-38) coloca a Guadiana en una situación aún más desventajosa. En su campaña por la Alcaldía de Saltillo, en 2021, el senador con licencia visitó discotecas y actuó de “deejay”, pero no atrajo a los votantes jóvenes.
Sobre el polémico y acaudalado empresario se han escrito mil historias. Ciertas o no, las relacionadas con su salud lo debilitan como aspirante al cargo más demandante y de mayor responsabilidad política del estado. Guadiana no desea despedirse como perdedor. Como quiera, Morena no lo abandonará. ¿O ya lo hizo? Coahuila y Estado de México son los únicos estados donde se elegirá gobernador este año. Mario Delgado, líder del movimiento, advierte: “Vamos por las dos, es nuestro compromiso y tienen la misma prioridad. Nos gustaría mucho terminar el 2023 dejando al PRI sin ninguna gubernatura”.
Delgado califica a su homólogo del PRI, Alejandro Moreno, de parlanchín y perdedor: “Le hemos ganado 10 gubernaturas y le vamos a ganar otras dos (Coahuila y Estado de México)” (Reporte Índigo, 22.12.22). Delgado tacha a los gobernadores Miguel Riquelme y Alfredo del Mazo de “mañosos (...), siempre logran la manera de meter intrigas entre nosotros, en dividir al Movimiento” (Reforma, 5.01.23). La gente quiere un cambio en esos dos estados -apunta-, pero para lograrlo es necesaria la unidad. El mensaje cayó en tierra estéril. Ricardo Mejía renunció a la Subsecretaría de Seguridad Pública para postularse por el Partido del Trabajo, uno de los aliados de Morena y del presidente López Obrador. Quien tenga oídos, que oiga.