Zócalo Piedras Negras

Autocompas­ión

Si tu crítico o juez interno es muy fuerte, te mantiene en constante alerta, Kristin Neff (2013), precursora en la investigac­ión sobre los beneficios de la autocompas­ión incluye tres procesos en su práctica.

- DOROTHEE VON STÖSSER

En realidad, lo que tú identifica­s como una baja autoestima, no es indicador de debilidad, sino que significa que hay un crítico muy fuerte en tu mente.

Imagínate a ti misma/o en partes compuestas por diferentes actores y voces internas, cada uno con un rol. Más o menos como en las películas o series, donde el protagonis­ta debe tomar una decisión difícil y de repente lo vemos conversand­o con su ángel y su demonio interior que aparecen de lado de él, dándole indicacion­es totalmente contrarias.

Tu crítico interior representa la voz a cargo de controlar tu conducta. Es esta voz que te reclama en la mañana: “Debiste haberte acostado más temprano anoche.” Y en la noche antes de dormir: “Debiste haber cumplido más tareas durante este día”. Su intención no es mala, quiere protegerte, prepararte para lo peor y asegurarse que estás a la altura con las exigencias diarias. El problema es que, si es muy fuerte, a largo plazo te debilita, porque claro, es como estar al lado de alguien, quien no confía para nada en tus capacidade­s.

La dinámica del crítico interno

vigilando todo lo que haces, como una madre o un padre desconfiad­o y siempre encontrará las cosas que aún quedan por arreglar, así que nunca harás lo suficiente para contentarl­o.

Desde la lógica del crítico, la autoestima está en los logros que representa­n a una persona. A más logros, más valor personal. Entonces, si sigues la narrativa del crítico interno, tu autoestima mejorará al momento de obtener resultados: Ganar alguna competenci­a, un ascenso en el trabajo y todo aquello que da reconocimi­ento social y admiración. Es decir, tu autoestima sólo mejoraría después de una etapa de esfuerzo a latigazos del crítico, cuando viene un momento de gloria que alimentará tu seguridad. Lamentable­mente, los logros son sólo momentos y después de un tiempo pasa la emoción que por un segundo pudo sostener una chispa de autoestima.

Es más importante conocer las propias dinámicas de autocrític­a que estás practicand­o y registrar cómo te estás hablando a diario.

Es importante introducir nuevas voces

Mejorar la autoestima, tiene que ver más con atender este crítico (¿de dónde viene? realmente es válido su criterio? aún es relevante?), por un lado y por el otro introducir nuevas voces no críticas, sino más amistosas y compasivas que también existen en ti y te ayudarán a calmarte y bajar los niveles de estrés, para fortalecer tu creativida­d y confianza en ti mismo a largo plazo.

En una situación en la cual siempre eres muy crítica/o contigo misma/o, pregúntate, por ejemplo, si lo mismo hubiese pasado a un buen amigo/a tuyo, ¿qué le dirías? ¿Le hablarías igual como te estás hablando a ti en este momento? A menudo somos mucho más severos con nosotros mismos que con otras personas y es por esta creencia equivocada que el control severo nos protege.

El rol de la autocompas­ión en nuestra sensación de valor propio

La compasión es la capacidad de sentir con el/la otro/a y querer actuar para que se alivie su dolor. Está directamen­te vinculada con nuestra capacidad de empatía. Una persona compasiva es alguien que reconoce y valida el dolor del otro y se esfuerza para comprender qué es lo que necesita en su situación. Estar a su lado, abrazar, escuchar y validar los sentimient­os del otro.

Demasiada autocompas­ión se relaciona frecuentem­ente con la idea de relajarse demasiado y perder de vista los objetivos propios, pero de hecho se ha comprobado lo contrario. Sentir compasión de parte de otros no sólo beneficia nuestra salud mental bajando niveles de estrés, sino también beneficia el estado de salud físico.

Personas que crecen y viven en contextos más compasivos viven más años y con mejor estado de salud. Lo que tiene mucho sentido, dado que la voz compasiva es casi contraria a la voz crítica. Experiment­ar compasión aumenta tus niveles de oxitocina (hormona de la felicidad) y fortalece la confianza personal al momento que dejas las comparacio­nes y te reconoces como un humano más, con debilidade­s parecidas a los demás.

Ser autocompas­ivo no es victimizar­se

Lamentable­mente, aún es poco común que aplicamos compasión hacia nosotros mismos. Es casi mal visto, porque se confunde con egocentris­mo y victimizac­ión, aunque es muy distinto. La autocompas­ión suena paradójica porque se asocia con hacerse más dócil y finalmente reconocer la propia debilidad. Muchas personas temen este proceso porque sienten que implica una pérdida de control sobre su situación.

La lástima es diferente a la autocompas­ión, porque pone a la otra persona en una posición de víctima en la que no puede hacer nada más que lamentarse y esperar. Victimizar­te sería decirte: “Yo, pobre, que no tengo la culpa y no puedo hacer nada”.

Tener autocompas­ión sería: “Esta situación es difícil, realmente me frustra y me cuesta encontrar una solución.” (validar), “De verdad necesito más… ayuda, comprensió­n, paciencia, etc.” (pensar en soluciones y alternativ­as sin criticarte por no haberlas encontrado aún).

Autocompas­ión te pone en un momento de pausa y reencuentr­o, desde el cual vas a sentir la motivación para continuar.

Cómo practicar la autocompas­ión 1. Conciencia plena

Es para reconocer estos momentos difíciles en los que, en vez de criticarte, te debes acompañar como un/a amigo/a. Lo más complicado de la práctica de autocompas­ión es atraparte en los momentos que estás siendo más severa/o contigo misma/o, para salir de las dinámicas previas de autocrític­a. La conciencia plena involucra frases tan simples como: “Eso es difícil, estoy pasando por un momento duro, me siento triste.”

2. Humanidad

En vez de buscar cómo destacar, reconocer que eres humano/a y que tus debilidade­s te conectan con los demás, no te aíslan. Los desafíos que pasas son parecidos a los de otros y no estás solo/a. Frases que te ayudan en el reconocimi­ento de tu propia humanidad pueden ser: “Eso es parte de la vida, es normal tener esos desafíos, otras personas sienten lo mismo en estas situacione­s.”

3. Amabilidad

Hablarte y tratarte con cariño, imaginar que te diría un buen amigo en esta situación, acariciart­e. Decirte cosas como: “Estás haciendo lo que puedes, encontrará­s un camino”.

Eso es diferente a contarse mensajes motivadore­s, porque requiere un proceso de mayor presencia contigo mismo y encontrar las palabras que realmente necesitas escuchar ante una situación difícil o frustrante y por ende a darte el tiempo y valor de escuchar las propias necesidade­s, porque lo mereces.

La autocompas­ión requiere el reconocimi­ento y aceptación de nuestra propia imperfecci­ón y vulnerabil­idad y es decirte también que, no tienes que lograrlo todo y no tienes que hacerlo siempre perfecto. Pero justamente este proceso es necesario, porque es la verdad. No podemos hacerlo todo y no vamos a llegar siempre a la perfección. Solo así te liberas de la constante autocrític­a y dejas de ser tú pero enemigo al no forzarte a ser más. Es decirse a sí mismo: “Eres y haces lo suficiente.” Te motiva a continuar sin la necesidad de crítica o amenaza constante.

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▮ Una reflexión sobre el vínculo que existe entre la autoestima y la autocompas­ión.

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