Más que vencedoras en Cristo
UNA VIDA DISCIPLINADA
Los hospitales y las cárceles llenas, los asilos y los orfanatorios, son consecuencia de una sociedad indisciplinada.
Vivimos en un mundo que no desea sujetarse a normas y reglamentos, hábitos ni sacrificios personales para alcanzar metas.
Un matrimonio estable, una carrera profesional, una habilidad, un empleo, un negocio próspero y un carácter disciplinado no se obtienen fácilmente.
La relajación física y la recreación han prevalecido sobre el esfuerzo que conlleva la superación personal, física, espiritual e intelectual.
Para un estudiante, un atleta, un soldado, empresario, padre de familia o ama de casa, la disciplina tiene diferentes significados, pero en todos los casos se refiere a un estilo de vida ordenado y eficiente para el logro de sus objetivos.
“La nación que produzca más científicos y educadores dominará al mundo, no la nación que produzca los mejores deportistas.” (Richard Shelley Taylor, autor de “Una vida disciplinada”).
No se requiere mucha disciplina para observar un partido de fútbol, pero sí para ser un deportista o un equipo triunfador.
Sin embargo, puede haber personas disciplinadas y exitosas en algún campo de la ciencia, las artes, el deporte, etc., y tener un carácter indisciplinado que le lleve a la destrucción moral, económica, familiar y espiritual.
Ejemplos hay muchos: Artistas exitosos, políticos prominentes, profesionistas, padres de familia, científicos y estudiantes dedicados y triunfadores que han descuidado o ignorado el propósito de Dios para su vida.
Un carácter disciplinado desarrolla el fruto del Espíritu Santo mencionado en Gálatas 5:22: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Una persona gobernada por el Espíritu de Dios no se doblega ante las crisis y obstáculos de la vida, ya sean económicas, familiares, personales, etc., sino que se levanta en fe y vence al mundo.
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Juan 5:4-5