Devora Brendan Fraser su dolor en ‘La Ballena’
La cinta aspira a tres premios Oscar: Mejor Actor, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Maquillaje
Para no salir a cuadro en las clases en línea y hacerse invisible ante la comunidad estudiantil que le “da de comer”, metafórica y literalmente, Charlie (Brendan Fraser) argumenta que la cámara de su computadora está averiada.
La comida es, precisamente, adicción y refugio para este hombre, con desequilibrio emocional, aprisionado en un cuerpo de 270 kilos.
En La Ballena, cinta por la que Fraser podría ganar el Oscar como Mejor Actor, el director Darren Aronofsky continúa su obsesión por analizar los desbalances de la mente y del cuerpo, tal como lo hizo con Madre, Réquiem por un Sueño y La Fuente.
“Nos hemos consumido como sociedad en criticar y cuestionar todo, pero nos hace falta averiguar el por qué. ¿Por qué hay odio? ¿Por qué hay separación? ¿Por qué hay resentimiento? ¿Por qué hay dolor? ¿Y cómo compensamos esto con otro recurso, como la comida, en el caso de Charlie?”, medita
Aronofsky.
Letrado, el profesor padece una obesidad mórbida que lo tiene muy cerca de la muerte, ya que su corazón está al borde de un infarto y su sistema respiratorio cada vez es más deficiente.
No desea contacto con el mundo exterior y vive recluido en su departamento, donde un poco de porno y alimentos chatarra le dan la felicidad.
“Es una manera de mostrar a un ser sumamente empático con todos los que lo rodean, pero, a primera instancia, no parece empático consigo mismo y se castiga con un placer que le hace daño. No es una crítica a la obesidad como enfermedad, es exponer las razones de vida de Charlie”, anota Fraser.
Liz (Hong Chau, nominada al Óscar a Actriz de Reparto), enfermera y mejor amiga del protagonista, casi le suplica que se atienda con un médico, pero este argumenta que no tiene dinero.
Thomas (Ty Simpkins), un joven evangelizador que toca a su puerta por casualidad, se impacta con el aspecto del tipo y desea ayudarlo.
Es un personaje muy difícil, no sólo por su apariencia física, sino por la complejidad que requiere para expresar sus emociones. Va del dolor y la tristeza a la alegría y la esperanza, de un momento a otro, y tenía que ‘empatarlo’ muy bien con su obesidad, con su aspecto. Brendan fue el ideal”. Darren Aronofsky
Director