Los milagros sí existen
Cada vez que una tragedia ocurre, sin importar el lugar, nos damos cuenta lo vulnerables que somos los seres humanos y que en un instante nuestra vida puede cambiar.
Todos estamos expuestos a vivir una tragedia debido a fenómenos de la naturaleza o a padecer una enfermedad. Lo vivimos como humanidad cuando una pandemia de la cual no hemos salido del todo, nos colocó en una situación verdaderamente dramática.
Nuestro querido México, ha sido escenario de diversos acontecimientos; inundaciones, sismos, por supuesto el Covid, grave problema de salud que nos obligó a detener actividades y a ponernos en resguardo para evitar el contagio.
Cuando acontecimientos dolorosos se producen nos damos cuenta de lo bella que es la vida; que debemos valorar cada instante de nuestra existencia para poder disfrutar de todo lo que nos rodea.
La vida nos enseña que hay un tiempo para todo. Momentos de alegría como de tristeza; tiempos de dar y de recibir. Y todos pasamos, en un momento determinado, por diversas situaciones que nos permiten fortalecernos y crecer como personas, como seres humanos.
Hoy, la tragedia se cierne sobre Turquía y Siria a causa de un sismo de gran magnitud que ha cobrado ya un gran número de vidas. La difícil situación que prevalece en las zonas de desastre se incrementa conforme pasa el tiempo, a pesar del esfuerzo que están realizando los rescatistas.
Al ver el trabajo desinteresado del personal que se ha unido en labores de rescate, nos damos cuenta de que los milagros existen. Milagros que son posibles cuando se unen esfuerzos, voluntades y por supuesto el amor al prójimo por el que se está luchando en los intentos desesperados pero plenos de esperanza por encontrar a alguien con vida.
Son esos momentos de lucha contra la adversidad, que Dios envía señales maravillosas que en ocasiones no logramos entender.
El encontrar a las personas aún con vida que han quedado bajo las pesadas lozas o de un montón de escombros, representa la esperanza para quienes se esfuerzan en una labor por demás humanitaria.
Todos los rescatistas merecen el reconocimiento unánime a la gran labor que realizan en beneficio de las personas. Ellos siempre están dispuestos a acudir al país que lo requiera para prestar su ayuda voluntaria.
Es impresionante verlos retirando escombros con sus manos y en ocasiones sin la debida protección de unos guantes.
En esos casos se requiere equipo adecuado y no solo un par de guantes, sino varios pares.
Resulta verdaderamente conmovedor ver el trabajo que están realizando todos y cada uno de los profesionales en rescates. Unidos en el esfuerzo, con mucha fe en Dios pasan horas en su búsqueda de personas atrapadas siempre con la esperanza de encontrarlas con vida.
Están conscientes de las dificultades, de los riesgos que su labor humanitaria representa; sin embargo, su ánimo no decae. Hay mucho por hacer. Una vida que se salve valdrá la pena el sacrificio. Horas sin dormir o probar alimentos; todo por servir.
Su sacrificio no es en vano. Nos hemos conmovido con el rescate de hermanitos que lograron sobrevivir. Con la imagen de un bebé aún unido a su madre por el cordón umbilical; con la foto de un recién nacido que sobrevivió y recibió un beso de un rescatista. No son pocas las escenas que nos permiten reflexionar.
Muchos lo han perdido todo; a sus padres, su familia; su hogar. Los milagros existen ¡Por supuesto que sí! y suceden todos los días cuando alguien tiende su mano a quien necesita ayuda. Es solidaridad, empatía, es el milagro por amor al prójimo.
Dios bendiga y proteja a todos los que están cumpliendo con un deber humano, el de ayudar a hermanos en desgracia.
En Turquía y Siria el clima en estos momentos dificulta las actividades de salvamento. Aún así, el grupo de los llamados “Topos” que se formara cuando el sismo del 85 en la ciudad de México, siempre están dispuestos a acudir en auxilio de las personas a las zonas de desastres.
Sin embargo, su labor no siempre es valorada. Tal fue el caso reciente, cuando Isabel Arvide, representante de México en Estambul, se negó a recibirlos. La forma como lo hizo, con expresiones exentas de empatía hacia connacionales que solo iban a ponerse a las órdenes, dejó mucho que desear.
Haberle dado un nombramiento a esa señora en el servicio diplomático, fue un error. Ha demostrado tener total desconocimiento de reglas, de protocolos, pero lo más esencial, carece de educación y presencia para representar dignamente a nuestro país.
Lo único que ha demostrado esa señora es que el cargo le quedó demasiado grande, por lo tanto, debería ser removida de inmediato no esperar a que renuncie porque por dignidad, difícilmente lo hará.