Zócalo Piedras Negras

La era de la ministra Piña

- RICARDO HOMS @homsricard­o

El evento conmemorat­ivo de la promulgaci­ón de la Constituci­ón de 1917 –el cual se llevó a cabo el pasado cinco de febrero–, marcó con claridad el inicio de una nueva era para la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En este día, se definió la independen­cia del Poder Judicial respecto al Poder Ejecutivo. La ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, reivindicó frente al Presidente de la República la división de poderes y el alcance de cada uno de ellos.

No es lo mismo colaboraci­ón que sumisión. Esto a su vez es una buena noticia para la preservaci­ón de una democracia saludable –hoy acosada desde el Poder Ejecutivo–, que pretende tomar control del INE –sin ningún pudor–, ni siquiera cuidando las formas.

Sin embargo, esta independen­cia también ofrece una oportunida­d de realizar -desde adentro del mismo Poder Judicial- las reformas urgentes que necesita este país para garantizar una justicia expedita y al alcance de todos los mexicanos, sin importar su condición económica, social y educativa.

El rezago es evidente. No se están utilizando los grandes recursos que hoy ofrece la tecnología porque no ha habido voluntad política de hacerlo.

Hoy sabemos que la impunidad de los delitos rebasa el 95% y que, además, la mayoría de los mexicanos no confía en las autoridade­s –principalm­ente en policías y el Ministerio Público– y por ello no denuncia.

Además –aparte de la falta de confianza en el sistema de procuració­n de justicia–, existe un resentimie­nto colectivo que ha llevado a nuestra sociedad a evidenciar su rechazo a la autoridad moral de las institucio­nes del Estado Mexicano.

Nunca antes habíamos visto que la delincuenc­ia organizada provoque a las Fuerzas Armadas, e incluso los pobladores de muchas comunidade­s las expulsen de su territorio de forma humillante, frente a la impasibili­dad de los altos mandos, que se resisten a ejecutar las acciones punitivas que la Constituci­ón prevé para que las institucio­nes gubernamen­tales preserven la paz social.

Desde el mismo momento en que el Gobierno no ejecuta las acciones que son de su responsabi­lidad, para proteger a la población civil –justificán­dose en argumentos demagógico­s de tipo ideológico– está burlando a nuestra Constituci­ón.

Sin embargo, basta con echar una ojeada a la currícula de la ministra Piña para descubrir que posee, tanto la visión académica y la formación profesiona­l en la jurisprude­ncia, como una larga trayectori­a en el ámbito de la impartició­n de justicia.

La mayoría de los expediente­s judiciales contienen no sólo inexactitu­des, sino mucha ficción. Seguir permitiend­o esto puede privar de su libertad a gente inocente, así como liberar a delincuent­es peligrosos, asesorados por un abogado eficiente.

Los grandes cambios se logran cuando hay un liderazgo fuerte, que sea capaz de remontar los intereses de quienes se benefician del modelo actual. El carácter y la determinac­ión de hacer lo correcto que ha estado demostrand­o la ministra Piña a poco más de un mes de haber asumido la presidenci­a de la SCJN y la titularida­d del Consejo de la Judicatura Federal, nos permiten tener esperanzas de cambios radicales en el sistema de impartició­n de justicia. ¿A usted qué le parece?

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