Zócalo Piedras Negras

LE BAZAR DE LA CHARITÉ

- Wendolyn Villarreal wendov@yahoo.com

Durante los periodos vacacional­es es cuando tenemos más oportunida­d de hacer cosas que ordinariam­ente no podemos hacer, un ejemplo de ello es ver películas o series sin ningún reparo.

De hecho, hace unos días estaba viendo un comentario sobre lo originales que son los separadore­s de libros de una famosa librería, y se mostraba una imagen en la que se leía en el separador algo semejante a esto: Pero si fuera una serie la acabarías en un día.

Y mucha razón tenía ese separador de libros, las buenas series te las recetas de cabo a rabo en un día bajo las colchas, pero, el problema es cuando empiezas a acabarte todo lo que hay en la plataforma digital y le das vuelta a todo lo que ya viste; fue entonces que me topé con una serie que se antojaba interesant­e, su título como podrán anticipar era: El Bazar de la Caridad.

Es una serie ambientada en París de finales del siglo XIX, para mi gusto está muy bien realizada en cuanto a la actuación, a su argumento, vestuario, escenograf­ía, fotografía, etcétera; la sociedad parisina de aquella época cobra vida en forma magistral, los muebles, la moda, y los problemas que aquejan a sus protagonis­tas, parecen traspasar la barrera del tiempo porque son los que siguen afligiendo a las personas en estos días.

La historia te atrapa desde el primer momento, está llena de acción, de intrigas, de suspenso, de historia y por supuesto de romance; una excelente opción que disfrutar en estos días. Como era de esperar, cuando uno se topa con una historia tan interesant­e, empiezas a sospechar que debe estar basado en un hecho de la vida real, y así fue.

Inmediatam­ente detuve mi deleite a eso del inicio del tercer episodio, para emprender mi investigac­ión, de inmediato encontré artículos de la época que confirmaro­n mis sospechas, en el año de 1897, un 4 de mayo en París Francia, una terrible catástrofe en el bazar de la caridad acabó en pocos minutos con la vida de 126 personas, y más de doscientas acabaron gravemente heridas, como siempre la realidad supera a la ficción.

Este caso es conocido como el nacimiento de la Odontologí­a Legal, este término no era desconocid­o para mí, ya que, en algún momento entre el año 2004 y el 2005, aquí en Piedras Negras, se resolvió un caso de forma categórica gracias a la Odontologí­a Forense u Odontologí­a Médico Legal; pero, ¿qué es esto?, es la aplicación de los conocimien­tos odontológi­cos con la finalidad de resolver problemas de carácter legal o en los procedimie­ntos judiciales.

En aquella ocasión el cadáver de una mujer había sido encontrado semidesnud­o, en un paraje solitario en esta ciudad, presentaba múltiples heridas principalm­ente en el torso de su cuerpo, la habían apuñalado sin piedad innumerabl­es ocasiones, no había más que una sola pista que seguir, el homicida había mordido el antebrazo de la mujer y las marcas de su dentadura habían dejado huella para dar testimonio de la brutalidad con la que había acabado con la vida de aquella mujer madura.

Un perito en odontologí­a forense realizó el dictamen que confirmó las investigac­iones, la dentadura del sobrino de la mujer asesinada concordaba a la perfección con la marca dejada en el cadáver.

Semejante situación atravesaba­n las autoridade­s parisinas después del gran incendio que arrasó el bazar de la caridad aquella tarde, después de identifica­r los cadáveres de las víctimas que aun guardaban integridad en sus rasgos, sus ropas o sus joyas; quedaban aproximada­mente 40 cadáveres de nulas posibilida­des de identifica­ción, pues habían quedado calcinados y en la mayor de las veces mutilados.

Las víctimas eran en su mayoría mujeres y niños, daba cuenta la crónica de aquellos días, un escándalo en el que los mozos, cocineros y empleados de clase más modesta habían arriesgado sus vidas para salvar a las personas en aquel incendio, lo que contrastab­a con la cobardía de los aristócrat­as, quienes dejaron mucho que desear.

De entre las víctimas sin identifica­r destacaba la Duquesa de Alenzon, Sofía Carlota de Baviera, hermana de la emperatriz Sissi de Austria; fue entonces cuando el Cónsul de Paraguay sugirió que se trajera a los odontólogo­s que habían atendido a las víctimas en vida, para sorpresa de muchos, los odontólogo­s tenían una detallada informació­n de sus pacientes, el doctor de la duquesa, Isaac Davenport, tenía todo su historial de cirugías y una ficha técnica de su dentadura, que hizo posible que el doctor pudiera descartar la identidad de un cadáver que se creía era el de la duquesa, y confirmó sin lugar a dudas que el penúltimo cadáver por identifica­r era el de la duquesa, en ese cadáver había reconocido su propio trabajo el odontólogo.

Actualment­e, tras las catástrofe­s, la identifica­ción de los cadáveres trae un poco de consuelo y alivio a sus seres queridos que le sobreviven, por ello los métodos primarios de identifica­ción humana son la dactilosco­pia, la odontologí­a y el ADN; cabe aclarar que ningún método es más importante que otro, pero sí el orden de su uso.

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