Pensamiento femenino
¡Viva la vida!
Casi sin sentirlo la vida nos va alejando de las personas que amamos, pasados algunos años llegamos a la madurez y comprendemos que no sólo somos cuerpo, sino que además en nuestro interior se encuentra el alma.
Lo triste es que, hasta que dejamos de lado las presunciones y alejamos a la soberbia nos reencontramos con la humildad que hace tiempo por ignorancia despreciamos.
Para nuestro infortunio desistimos de excentricidades y caprichos hasta que la vida nos coloca frente a una angustiosa situación que nos rompe en mil pedazos.
Lo bueno es que, entre esos pedazos humedecidos por las lágrimas, penetra la luz que renueva nuestra energía divina.
El único requisito es dejar de pelear contra esos dragones interiores, que desde hace muchos años queremos, pero no logramos dominar. En esta época la vida nos repite casi a gritos el mensaje que obstinadamente no escuchamos.
De repente llegan en tropel los momentos que nos agobian, nos derriban, nos ponen al ras del suelo, nuestra respiración se acorta, llegan noches de desvelos y de llantos ininterrumpidos.
Experiencia que nos obliga a despertar, a desprendernos del ego que siempre nos ha acompañado.
Aquí y ahora, todos los bienes acumulados y la grandeza presumida se disipan. Entramos en una nueva era que nos invita a servir. Aprendemos a volar sin alas, ya no esperaremos milagros porque todo, hasta nosotros mismos somos un milagro.
La existencia se acorta, tenemos que apurarnos a saber vivir, ya nos dimos cuenta que no somos nadie, que hoy formamos parte de un todo.
Tenemos que evolucionar y agradecer hasta por el aire que respiramos. Veremos a Dios cuando lo veamos en todo y en todos los que nos rodean.