La batalla de la Angostura
Continuando con la batalla de la Angostura, acaecida en 1847, “Ya emplazados los dos ejércitos contendientes, con gran superioridad de los norteamericanos sobre el ejército de Santa Anna. Se tomó la posición a pesar de los refuerzos que le llegaron a los norteños y al morir la tarde, un clarín anunció el triunfo de las brigadas que se habían apoderado del cerro. Hizo un frío espantoso durante las noches del 22 y del 23 de febrero. Ambos contendientes permanecieron en silencio sin luces y sin fogatas. Esa noche el general Taylor viajó a Saltillo para organizar la defensa de la ciudad, ya que presentía la derrota al ver el decidido empuje de los mexicanos y al regresar llevó refuerzos para tratar de sostener sus líneas.
Santa Anna se ocupó en reforzar y extender su derecha, amagando la izquierda del invasor.
Disponía de 9 mil elementos de infantería, 3 mil de caballería, apoyados por 22 cañones de buen calibre, pero casi todos mal emplazados. Los invasores tenían 7 mil elementos, pero superior en artillería, en calidad y en cantidad de piezas, con 26 cañones de diversos calibres y con la ventaja de tener soldados descansados y en excelente posición sobre lomas dominantes, ante terrenos escabrosos, triplicaba su número. Antes de romper el alba del 23 de febrero, principió la batalla en el extremo derecho de la línea mexicana. Taylor envió reforzar esa línea con nuevas tropas de manera escalonada. Mientras se disputaban esa posición, Santa Anna organizó un ataque por el centro, recibiendo un intenso fuego de artillería enemiga y no obstante los estragos que hicieron en los mexicanos, estos siguieron adelante, forzando el paso de las barrancas, arrollando a los destacamentos invasores.
El combate también se generalizó por el lado derecho, llegando a su apogeo al filo de las 8 de la mañana. Los mexicanos empezaron a imponerse a los invasores, cuya resistencia empezó a desmoronarse con la carga a bayoneta de los mexicanos. Esa carga puso en fuga a la infantería norteamericanos hasta la hacienda Buenavista, en donde se hizo una gran resistencia. Los invasores sostuvieron su caballería, mientras que Santa Anna, no avisó al general Miñón para que su caballería diera el golpe final. Las fuerzas mexicanas destrozaron al enemigo en todos sus frentes, estos últimos retrocedieron el día 23. El 24 por la mañana, los mexicanos comprendieron que tendría que darse otra batalla para destruir al enemigo por completo, pero Santa Anna ordenó la retirada.
Hubo sorpresa, cólera y amargura entre el Ejército Mexicano, al conocer la orden de Santa Anna de retirarse, después de los horrores de la batalla y de su histórico triunfo del día anterior. Algo que nadie supo entender.” (Tomado de la columna periodística “Las Cosas de Coahuila”, de Álvaro Canales Santos)