La inquietante hipótesis del ‘turismo electoral’ en Coahuila; tercera llamada
El fenómeno es muy sugerente y raya en lo kafkiano: desde que Morena designó candidato a Gobernador del estado, el pasado 12 de diciembre, el padrón electoral y la lista nominal correspondiente a Coahuila por fin se estabilizaron pues ya no hubo adhesiones inusuales en masa como sucedió en los nueve meses previos a la nominación, sino un discreto aumento justificado en el cierre del proceso de credencialización del INE que concluyó el 7 de febrero.
Así pasamos de una lista nominal -es decir, las personas que pueden votar- conformada por 2 millones 336 mil 809 ciudadanos con corte al 9 de diciembre de 2022 (fecha del ejercicio más reciente aquí publicado), a 2 millones 342 mil 564 contabilizados al 10 de febrero del presente año (último reporte disponible para consulta). Eso significa que durante los últimos dos meses creció la cifra 5 mil 755 mayores de edad con credencial y derechos políticos vigentes. Reitero: la variación en este caso sí se trata de un hecho estadístico normal considerando que a última hora es cuando mayor afluencia se registra en los módulos.
Pero no es cualquier tema sino uno fundamental. El 4 de septiembre fue abordado en este mismo espacio y como seguimiento el 18 de diciembre, ya que presupone la base de una elección a la cual van dirigidos todos los esfuerzos y prerrogativas (595 millones de pesos costará entre gasto del Instituto Electoral de Coahuila y financiamiento a partidos políticos, para dimensionar).
¿Qué explica entonces lo ocurrido durante los meses más álgidos de la competencia interna en Morena (cuando el aparato del Gobierno Federal estuvo ilegalmente volcado en la entidad en apoyo al que se presumía sería el candidato oficial), periodo en el cual subieron exponencialmente los registros?
Me explico. Tomando como punto de referencia la desairada revocación de mandato celebrada el 10 de abril del año pasado, quien esto escribe hizo una verificación del 8 de abril (fecha del corte previo al referido evento político que marcó el inicio de los actos anticipados de campaña de Morena en Coahuila) al 9 de diciembre (días antes de la designación de candidato a Gobernador). Y en ese lapso se identificó un incremento sin parangón en otro momento de la historia contemporánea: 46 mil 940 hipotéticos electores nuevos.
¿De dónde salieron, si además del exceso de mortalidad generado por la pandemia y sus consecuentes bajas del padrón, los jóvenes próximos a cumplir 18 años de edad en 2022 y 2023, y por tanto a ser empadronados en el estado, no eran suficientes ni remotamente para completar dicha cantidad?
Para dimensionar: de enero a junio de 2022 fallecieron 11 mil 340 personas en la entidad según el INEGI. Y la cifra de adolescentes de 17 años en el umbral, por su parte, se contabilizaba en menos de 10 mil.
Así que, o estuvo de moda ser coahuilense por adopción durante los meses que duró la lucha de Morena entre aspirantes a Gobernador, o no se explica el origen del fenómeno en otra hipótesis que no sea preparar el terreno para el ‘turismo electoral’, o sea el cambio de domicilio realizado por un particular de manera dolosa, con datos falsos y la intención de votar en otro lugar que no le corresponde porque ahí no habita, favoreciendo así a un partido, o candidato. Práctica que, cabe señalar, representa alterar el Registro Federal de Electores dependiente del INE.
En otras palabras: fraude. Sofisticado y burdo a la vez. Difícil de creer y todavía más de comprobar. Sin embargo existe. No es paranoia sino un delito identificado.
En 2021, por ejemplo, Movimiento Ciudadano denunció ‘turismo electoral’ en Campeche; práctica que, en su análisis, permitió ganar a Morena una contienda cerrada por la gubernatura entre ambos institutos políticos y el PRI, la cual se definió por una diferencia menor a 6 mil sufragios.
Y sucedió también en 2022, durante las elecciones de Gobernador en Hidalgo. Ahí la coalición “Va por Hidalgo” promovió un juicio de revisión constitucional ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, expediente SUPJRC-82/2022, alegando ‘turismo electoral’.
Hasta aquí alguien podría preguntar: ¿y por qué beneficiaría exclusivamente a Morena y no a otro partido?
Primero se deben tomar en cuenta los antecedentes de 2021 y 2022. Además el fenómeno que se pensaba extinto hace décadas resurgió a partir de su irrupción en la Presidencia de la República. Finalmente una operación así requiere un importante desvío de recursos para tal fin que ningún otro grupo de poder posee actualmente.
Por lo demás, ¿no le resulta siquiera curioso que hayan cesado las incorporaciones a la lista nominal en Coahuila justo desde que Morena mediante su Comité Ejecutivo Nacional ha tomado decisiones -aquí reseñadasque parecieran tener la intención deliberada de perder la gubernatura?
En política -todo mundo sabeno hay coincidencias.
¿Se trata de una acción coordinada? ¿Le metieron freno al plan original?
Ahora bien, ¿y el INE? Cabría preguntarse si los procesos de verificación que realiza son suficientes, está rebasado, o aunque no lo acepte ya le tomaron la medida.
Cortita y al pie
A partir de aquí todo se vuelve conjeturas aunque no es ocioso desarrollarlas. ¿Qué hubiese sucedido si en lugar de Armando Guadiana el designado fuese otro? ¿Habría mágicamente hoy más ‘votantes’? ¿La lista en 2023 hubiese seguido incrementándose al mismo ritmo cuestionable y desproporcionado de 2022? ¿El régimen cuatroteísta (o cuatrero, según se vea) tiene la capacidad y desfachatez para cometer un ilícito de tal magnitud? ¿Quién y desde dónde planifica esto? ¿Cuánto cuesta su ejecución?
Y lo más importante: ¿Llegaron al punto de echar mano de gente que no es del estado para romper el orden democrático local y sólo así tener oportunidad de ‘ganar’ la elección del 4 de junio?
La última y nos vamos
¿En Coahuila hay cabida para un insulto a la inteligencia colectiva como ése? ¿Lo permitiremos?