A 100 días de la elección en Coahuila
Tomando como referencia el día de mañana, viernes 24 de febrero, faltarán exactamente 100 días para la elección de gobernador en Coahuila. Dos parpadeos, básicamente. Sería ingenuo pensar entonces que a partir de la fecha en mención nacerá y se construirá una candidatura o proyecto emergente distinto a lo que ya se presentó durante las precampañas como menú, pues en la práctica las etapas del proceso electoral son el marco de actuación pero no las directrices a seguir. Dicho en otras palabras: La campaña no inicia cuando inicia la campaña.
A su vez hay que descontar los 37 anticlimáticos días que restan de inactividad previo al inicio del proselitismo, denominados intercampaña, en los cuales oficialmente no se puede pedir el voto ni desarrollar propuestas, a la espera de la fiscalización y aprobación de candidaturas.
Así que, en este momento, cualquier atisbo de incertidumbre acerca del resultado que arrojará la jornada electoral del 4 de junio se funda no en la competencia entre partidos políticos durante los 60 días de campaña que inicia el 2 de abril, sino en las inestables reglas del juego a propósito de la reforma electoral votada el 29 de septiembre de 2022 por el Congreso del Estado, pero anulada por completo el pasado 5 de enero por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Como consecuencia de dicho desfase, prácticamente cada semana desde que inició el proceso electoral (1 de enero) han surgido nuevos acuerdos y resoluciones contrapunteadas entre las autoridades locales en la materia: El Instituto Electoral de Coahuila, el Tribunal Electoral de Coahuila, y la Sala Regional Monterrey del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (llegando incluso asuntos a la Sala Especializada y la Sala Superior).
La actividad jurisdiccional en este periodo ha sido tan activa y cambiante que aún para los especialistas en derecho es difícil seguir el paso y estar actualizados con los últimos criterios jurídicos, no se diga para un ciudadano de a pie. Los órganos colegiados miden fuerzas en forma de interpretaciones contradictorias acerca de un mismo hecho. A las vencidas. Y si bien la uniformidad tampoco es sana, ello se traduce en falta de certeza; uno de los principios rectores de la función electoral.
Aunque no aplica en Coahuila debido al proceso electoral en curso ni aplicó en algún momento como se sabía desde un inicio, el controvertido ‘Plan B’ de reforma electoral impulsado a finales de 2022 por la Presidencia de la República y tramitado por el grupo parlamentario de Morena y aliados en la Cámara de Diputados, también generó dudas adicionales e innecesarias, particularmente lo relacionado con los límites del gasto público en publicidad modificados en la Ley General de Comunicación Social, suspendidos el martes pasado por la Suprema Corte.
Cortita y al pie
Por lo demás, la elección de Coahuila no es “la madre de todas las batallas” como reza el lugar común confeccionado por los panistas en 2017 y apropiado por los morenistas en 2023. Sin embargo en algo sí se parecen ambos escenarios a seis años de distancia: Repetirá Guadiana Tijerina como representante de Morena, y emergerá otra vez de las cañerías del sistema de partidos una figura expriísta en plena madurez política (como lo fue Javier Guerrero en su día, en este caso Ricardo Sóstenes) con la misión de animar la contienda y dividir el voto entre un utópico ‘bloque opositor’.
Fuera de eso, la coyuntura es distinta y la correlación entre poderes ha cambiado.
Tampoco somos un “laboratorio electoral” previo a las elecciones presidenciales de 2024. Ni siquiera un round de sombra. Por el contrario, la entidad vive circunstancias particulares que como antecedente más próximo asemejan un poco los comicios de Durango en 2022, donde la alianza PRI-PANPRD ganó la gubernatura por casi 15 puntos de ventaja.
La última y nos vamos
A escasos 100 días de la elección de gobernador en Coahuila se hizo tarde y ya no llegó a la boleta una opción innovadora como alternativa de cambio. Ni moderado ni radical. Más bien entre la oferta electoral actual existen riesgos, como la regresión caótica detrás del emblema de Morena, y la clásica postura populista que alienta una presunta reivindicación social sin más fundamentos que exaltar el resentimiento, abanderada por el PT. Tan hueca y exagerada, que hasta parece parodia o caricatura.
Seremos testigos otra vez de las acostumbradas tácticas para posicionar la imagen a base de acaparar espacios, como si se tratase de un concurso de popularidad. Nadie ha dado muestras de pensar fuera de la caja ni se vislumbran propuestas disruptivas que despierten expectativas.
Ni siquiera estrategias de comunicación modernas más allá de usar las tecnologías de la información para reproducir en el plano digital exactamente lo mismo que transmitirían en versión analógica: El mismo mensaje machacón a papel o en Tiktok.