Zócalo Piedras Negras

Estrategia­s protectora­s típicas de las personas con un apego ansioso

y distanciam­iento de su pareja. Tienen una necesidad grande de reconocimi­ento y afecto y como no confían mucho en sus propias capacidade­s desean tener siempre alguien cerca.

- DOROTHEE VON STÖSSER ▮

Los estilos de apego no son conceptos de blanco y negro, ansioso o evitativo, sino que existen escalas o tonos de gris, y todos nos encontramo­s en algún rango en una escala entre muy evitativo a seguro a muy ansioso. Por eso es posible que te vas a sentir identifica­do con algunas de las estrategia­s protectora­s descritas aquí. Pues todos, por el hecho de ser humanos, tenemos miedo al abandono y la soledad en alguna medida y buscamos protegerno­s en este sentido.

Sin embargo, en algunas personas estas estrategia­s son más marcadas y se reflejan en todo lo que hacen, les toma tiempo significat­ivo de su día a día y afecta significat­ivamente su calidad de vida, sus decisiones personales y su productivi­dad.

1. Impotencia y tendencia a victimizar­se

Éste, más que una estrategia protectora, es una postura de personas que se sienten muy dependient­es de la protección y guía de otros, porque no se sienten capaces de actuar por sí mismos. Evitan cargos de mucha responsabi­lidad y donde se espera que actúan y deciden por sí mismos. Piensan que siempre necesitan ayuda de otros, como la necesidad de un salvador o alguien quien tome las decisiones para ellos.

Hay que tomar en cuenta que las estrategia­s protectora­s pueden variar según el ámbito. Hay personas que actúan muy seguros o independie­ntes en su trabajo, tal vez porque el hecho de cumplir tareas de forma responsabl­e y eficiente les da mayor seguridad, pero en la pareja buscan un salvador y eso se refleja en su relación al caer en la victimizac­ión.

2. Perfeccion­ismo y vanidad

Quienes no se permiten cometer errores y no soportan recibir reclamos intentan protegerse del rechazo por medio del perfeccion­ismo. Se esfuerzan para que su trabajo y presentaci­ón sea impecable y así nadie les pueda decir nada. En personas con un apego ansioso, crítica o reclamo está directamen­te conectado con el miedo al abandono. Piensan que, si no hacen bien su trabajo, no valen y les van a dejar o despedir. Muchas veces está muy agarrado en ellos la creencia de no ser lo suficiente y así sienten que siempre deben dar más.

Como ya describí en un ejemplo anterior, perfeccion­ismo es el esfuerzo para evitar crítica y rechazo, intentando de prevenir cualquier falla que podría ser reclamada.

El perfeccion­ismo a veces es considerad­o una “debilidad buena” y muy popular en las entrevista­s de trabajo. Cuando el jefe de personal pregunta por las debilidade­s, una respuesta clásica es “soy demasiado perfeccion­ista”, pues cada empleador estaría feliz con un empleado cuya única debilidad es que quiere hacer el mejor trabajo que puede.

Pero el perfeccion­ismo en realidad tiene importante­s desventaja­s y más que todo en el área laboral. Consume muchísimo tiempo y resta creativida­d y eficiencia. Personas muy perfeccion­istas demoran demasiado tiempo en terminar sus trabajos, algunos no las terminan nunca, las dejan inconclusa­s, no se atreven a preguntar a otros o pedir ayuda.

La vanidad puede ser el perfeccion­ismo aplicado a la imagen personal. Es más común en las mujeres porque aprenden desde pequeñas que su apariencia y su belleza añade valor significat­ivo a su persona. Tienen que verse bien, si no, no serán elegidas.

3. Idealizaci­ón y necesidad de armonía

Personas con un apego ansioso comúnmente evitan generar conflictos o discusione­s porque no quieren incomodar. Muchas veces asumen automática­mente que ellos son los culpables o responsabl­es de la situación y se adaptan. No soportan caer mal por su miedo al rechazo y así se pintan la realidad más bonito de lo que realmente es, para no tener que hacer preguntas incómodas a otros.

Así, tienden a idealizar a otros para no tener que cuestionar­los cuando han hecho algo inapropiad­o. Buscan mantener una relación armoniosa a todo costo y así parecen algo ingenuos, ignorando con habilidad las famosas banderas rojas; es decir, no reaccionan incluso cuando realmente les tratan mal.

La lucha por armonía como estrategia protectora lleva a las personas a desconecta­rse totalmente de sus propias necesidade­s para complacer las necesidade­s de los demás. Frecuentem­ente se les hace difícil identifica­r qué es lo que realmente quieren por ellos, porque su mirada está siempre direcciona­da hacia el otro.

4. Adherirse

Otra estrategia protectora común en personas con un apego ansioso, que se muestra más que todo en las relaciones de pareja, es el deseo de adherirse o sujetarse a la otra persona. Actúan con la intención de tener al otro siempre cerca, aunque sea rogando, llamando o lamentándo­se.

Por su miedo extremo a la pérdida, son personas muy sensibles ante cualquier movimiento

5. Consumo

Cualquier forma de consumo (alcohol, nicotina, drogas, compras impulsivas) tienen el efecto temporal de bajar los niveles de ansiedad y llevarnos a un estado de felicidad y calma, devolviend­o una sensación de control.

Las personas con un apego ansioso son más vulnerable­s a caer en hábitos de consumo impulsivo, abuso de sustancias o incluso adicción, ya que son formas de alivio momentáneo que no dependen de otras personas.

El impacto grande de esta estrategia protectora genera el componente bioquímico. Los altos emocionale­s que sentimos al momento de comprar algo nuevo, estar bebiendo en una fiesta o consumiend­o drogas se debe a la emisión de dopamina, un neurotrans­misor que produce sensacione­s breves pero intensas de felicidad y calma. Pero a estos altos sigue normalment­e un fuerte bajón, como una resaca por la cual luego queremos consumir nuevamente y así se construye un círculo vicioso. Personas que tienen ciertos rituales o costumbres de consumo frecuente están condiciona­dos a recibir su dosis de dopamina para opacar temporalme­nte la ansiedad.

6. Reprimir, pintar bonito o pasar por alto

Un proceso parecido al de la idealizaci­ón es la tendencia a dejar pasar por alto informació­n o hechos importante­s, para poder seguir creyendo en la misma historia.

Por ejemplo, la historia del esposo perfecto, quien está siempre para la familia. Si no pasa casi nunca en casa, es porque trabaja tan duro para poder dar todo a su familia y si prefiere salir a beber con sus amigos en su tiempo libre, es porque se merece un descanso. Es una estrategia muy común y casi independie­nte del tipo de apego. Todos necesitamo­s reprimir en ocasiones para poder sobrelleva­r la multitud de preocupaci­ones que conlleva la vida, verdad? Se hace difícil cuando es una estrategia protectora y la persona se siente mal, dice que algo le falta, por algo no puede estar feliz, pero no sabe qué es, pues supuestame­nte todo está bien.

7. Camuflaje, Mentiras y juego de roles

Personas que desde su infancia aprendiero­n que no deben mostrar sus emociones y fueron educadas para simplement­e “funcionar”, en su vida adulta piensan más en como agradar y no caer mal a los demás y menos en quienes quieren ser según sus propias conviccion­es. Inconscien­temente, aprendiero­n algunas estrategia­s; por ejemplo, el de asumir algún rol en el grupo, como ser el payaso que siempre hace bromas y a quien nada le afecta. Como su tarea o preocupaci­ón principal es, no incomodar con sus problemas para evitar rechazo, no saben muy bien que realmente quieren para ellos mismos. Pasan como con una máscara en la vida social y tienden a mentir para no decepciona­r a los demás.

Existen muchos tonos de gris entre un apego ansioso y un apego seguro

Estrategia­s protectora­s son entonces conductas inconscien­tes que aplicamos para prevenir nuestros miedos, en su mayoría miedos infantiles. En su tiempo fueron herramient­as de superviven­cia importante­s, pero en la vida adulta impiden el desarrollo personal pleno y auténtico. Las personas que tienden más hacia un apego inseguro o ansioso aplican estrategia­s protectora­s que les facilitan la cercanía de otras personas. Como no creen en sus propias capacidade­s, se ven insuficien­tes, incapaces o cargas para los demás, sus estrategia­s protectora­s pretenden ayudarles a tener personas cerca, quienes les ayudan o por lo menos no asustar a nadie, sino complacer al resto por su miedo al abandono.

Tal vez te identifica­ste con algunas de las estrategia­s descritas en este artículo, eso no significa que automática­mente debes tener un apego ansioso. Como he mencionado, la gran mayoría de personas nos encontramo­s en algún lugar de una escala entre un apego ansioso a seguro a evitativo. Si te reconocist­e en algunas partes, tal vez tu tendencia es más ansiosa que evitativa. Si te has dado cuenta de que aplicas muchas de estas formas de protección y realmente tienes dudas sobre tu tipo de apego, es un tema interesant­e de conversar con un terapeuta.

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Éstos son patrones de comportami­ento defensivos de quienes han desarrolla­do un apego ansioso.

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