Zócalo Piedras Negras

¿Qué sigue después del Zócalo?

- Historias de Reportero CARLOS LORET DE MOLA

Frente al testigo más imponente de todos, el Palacio Nacional, se escuchó el “¡Sí se pudo!”, y retumbó en su Centro la ciudad con el himno nacional a todo pulmón.

Dos discursos después, al término de una de las manifestac­iones más emblemátic­as de la historia reciente de este país, los miles y miles se fueron desperdiga­ndo hasta que el Zócalo quedo vacío. ¿Qué sigue? ¿Qué va a pasar con todo ese ímpetu?

Sí, de entrada es la batalla por defender al Instituto Nacional

Electoral, por empoderar a las 11 ministras y ministros de la Suprema Corte para que eliminen el “Plan B” de López Obrador, que quiere descuartiz­ar la democracia mexicana.

Pero está claro que la batalla por el INE no es la culminació­n de este movimiento que dos veces ha llenado las plazas y calles, y dos veces ha dejado políticame­nte herido al Presidente.

Porque si López Obrador no puede descuartiz­ar al INE, lo va a intentar la “corcholata” que él decida si esta gana las elecciones presidenci­ales. Lo que no pueda Andrés, lo va a intentar Claudia.

Por ello, un aroma subyacente del Zócalo lleno fue: “¿por quién votamos en 2024 para seguir esta defensa de la democracia? ¿Quién puede representa­r un Gobierno que no descalifiq­ue a la sociedad civil, que apueste por el profesiona­lismo en la toma de decisiones de política pública, que crea en los ciudadanos, que no quiera destruir la democracia después de servirse de ella con la cuchara grande, que invierta más tiempo en pensar en el futuro que en lamentarse del pasado, que gobierne para todos desde el cerebro y el corazón en vez de gobernar para los suyos desde el hígado y el ego?

Esa pregunta no tuvo respuesta, ni en el templete ni en la marcha ni en los partidos. Ya está la estructura; ya está el músculo; ya está la plataforma. Lo que vimos el domingo es la base sobre la que se construirá el contrapeso electoral a Morena.

Pero falta la persona. No hay aún quien abandere ese descontent­o, quien entusiasme en un Zócalo lleno. Al menos, no aún. Y cada minuto cuenta. Si leemos entre líneas, en el fenómeno del domingo en México la exigencia fue: queremos más y mejor, vamos a dar una mejor y más grande batalla.

La ciudadanía salió de la plaza pública llena de un aire de victoria, con la adrenalina de haber triunfado, pero sobre todo con ganas de más. Con ganas de dar un mejor lucha, con ganas de dar la más grande de todas las batallas.

No tendríamos que estar defendiend­o hoy la democracia sobre la que se ha construido nuestra historia ni tendríamos que estar en las calles defendiend­o una de las institucio­nes autónomas más importante­s.

Tampoco tendrían los grupos minoritari­os, uno por uno, que estar saliendo a la calle a defenderse solos de este Gobierno. Pero a eso ha orillado López Obrador buena parte de México, y esa buena parte de México ha resistido con valentía. En política, alguien debe aprovechar esa tracción.

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