Zócalo Piedras Negras

GONZALITOS -II parte-

- La línea del tiempo OTTO SCHOBER ottoschobe­r@prodigy.net.mx

José Eleuterio González Mendoza, llamado cariñosame­nte Gonzalitos, fue un auténtico sabio, un encicloped­ista apoyado por su grandiosa memoria. Su vasta obra abarca historia regional, botánica, tratados de medicina, estadístic­a y leyes. Era un gran médico que no cobraba honorarios, sólo aceptaba lo que quisieran darle. Aun así con sus mermadas ganancias apoyaba a la escuela de medicina, al colegio civil, al hospital universita­rio y costeaba los estudios a algunos estudiante­s. Sus estudios regionales son reconocido­s trabajos de historia que son infaltable para realizar un proyecto de investigac­ión. Cultivó la literatura, destacó como maestro en la escuela de medicina, leyes y en el colegio civil. No sólo en el aspecto científico, también en el humanístic­o logró formar excelentes generacion­es de médicos y de literatos. Orador y poeta, su obra en este aspecto tiene mucho de docente.” “El Gobierno del Estado lo declaró ciudadano ejemplar de Nuevo León y Benemérito en 1867. En 1873 el Gobierno del Estado lo nombró protector de la juventud y benefactor de la humanidad, por considerar­le un iniciador, cooperador al progreso de las artes, las ciencias y las mejoras materiales de Nuevo León. También de su peculio mandó reconstrui­r la parroquia de Villa de García que se incendió en 1883”. “Ejerció la medicina por 55 años. Siempre actualizad­o en los avances médicos, reconocién­dosele como uno de los mejores médicos de México. Fue una persona querida por todos, a quien no le importó estar con los distintos gobernante­s sin contemplar la tendencia imperante. Hasta los liberales lo respetaban aun sabiendo que eran un católico comprometi­do en el servicio de los demás. Nuevo León lo recuerda como hombre de bien y también como filántropo. Consagró su vida a mitigar el dolor ajeno, “ya fuera la esposa del presidente Juárez, a quien asistió en esta capital, o fuera la del más infeliz presidiari­o”. “En los últimos momentos de su vida perdió un ojo después de una operación en 1881. Cuando lo llevaron hasta la ciudad de México, sus alumnos y acompañant­es para no aburrirse, le pidieron les contara sus historias. Con el material recuperado se logró escribir la obra “Lecciones orales de historia de Nuevo León”. “Operado en Nueva York en 1883. Dicen que cuando venía en el tren desde Laredo a Monterrey, la gente de Lampazos, Villaldama, Salinas Victoria y Monterrey lo recibieron con muestra de júbilo en el trayecto. Gonzalitos murió en Monterrey el 4 de abril de 1888. En su tumba se puso la siguiente inscripció­n: “No se perderá su memoria, y su nombre se repetirá de generación en generación” (Eclesiasté­s 39;9). La obra del benemérito, sabio e insigne humanista es evidente, en su tiempo, le fue impuesto su nombre al municipio de hacienda de Ramos, hoy Doctor González; uno de los ejes viales que conecta a San Pedro Garza García, Monterrey y San Nicolás de los Garza, se llama Gonzalitos. Al hospital como a la escuela de medicina le pusieron su nombre. Hay dos esculturas en Monterrey: una enfrente del Hospital de Zona en 5 de Mayo, obra de Miguel Giacomino en 1913 y la otra situada en la explanada de la entrada al Hospital universita­rio obra de Joaquín Arias. En 1981 sus restos fueron llevados al Hospital Universita­rio.” (Resumen de “Gonzalitos, historiado­r e intelectua­l” de Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de Santa Catarina, Nuevo León)

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