Música y Derecho
El pasado jueves 23 de febrero, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila y la Coordinación General de Difusión y Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila, se sumaron a la celebración del 80 aniversario de la Facultad de Jurisprudencia, presentando el concierto de órgano “Música y Derecho”, por Héctor Gil Müller, quien además es coordinador de Posgrado e Investigación de esta institución.
Llevar a Jurisprudencia a un evento cultural a la Catedral de Santiago fue una gran experiencia. La relación entre música y derecho pareciera ser una ilusión; quienes hacen de su vida el arte, parecen no reflexionar mucho en el deber–ser; rigor conductual de la abogacía.
80 años. Pueden ser tantos cuyo peso paralice cualquier movimiento, pero el mérito de cualquier institución que se inserta y se reconoce en el tiempo, es heredar y hacer con lo heredado un patrimonio mayor para heredar.
Ulpiano, jurista romano, definió la ciencia del derecho como el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto y la música se identifica como el arte más sublime, capaz de tocar lo divino mediante el talento humano para seducir lo alto, elevando lo cotidiano.
La historia de la música y el Derecho convergen en los juicios cuya argumentación eran canciones recitadas de alto calado, y músicos que supieron del deber–ser.
Ignacy Padereswski, fue un gran concertista y compositor de origen polaco que fue primer ministro de Polonia; Piotr Tchaikovski, fue abogado egresado de la Escuela Imperial de Jurisprudencia; la lista no concluye, entre múltiples personas que amalgamaron de la música y el Derecho, su vida.
Uno de los grandes compositores del periodo barroco fue George Frederic Handel, formado en una familia estudiosa en Alemania, donde su padre insistió que estudiara en la Escuela de Derecho Civil; Handel debía esconderse para continuar practicando en el clavecín mientras aprendía derecho. El destino no permitió que Handel concluyera la carrera de Derecho, pero sí que se proyectara como un genio musical.
El británico Fiennes, sostenía que de los siete bienes jurídicos a proteger, la expresión artística es uno de ellos.
Como la música es trasnacional, no podemos reducirla a la ley vigente de un país; la fusión, experiencia y expectativas de las personas que construyen la sociedad desde la norma jurídica parece simular la música que desde las normas europeas se fusionan con los motivos americanos.
La universidad contemporánea requiere una tarea ardua para orientar el destino en sociedad. Cumplir los fines universitarios, implica tener propósitos claros y definidos a través de actividades de dimensión cultural. La universidad debe ser una auténtica procuradora de la cultura.
Porque la universidad es la sede institucional de la vocación académica, la morada de la educación superior, de la investigación científica y humanista; es la comunidad natural de la cultura.