Zócalo Piedras Negras

El mejor y el peor

- Jaque Mate SERGIO SARMIENTO Twitter:@sergiosarm­iento

Por una parte, podemos decir con el presidente López Obrador que nos está yendo bien, requetebié­n. El peso mexicano fue en febrero la divisa con mejor desempeño frente al dólar entre las principale­s del mundo. Tuvo un avance de 2.72 por ciento mientras que la libra esterlina cayó 2.15 por ciento, el dólar canadiense 2.41, el euro 2.58 y el won coreano 7.42 (Gabriela Siller). Las remesas, por otra parte, siguen aumentando.

La inversión para la nueva planta de Tesla, 5 mil millones de dólares, es muy importante, aunque representa apenas una décima parte de las remesas que, en 2022, alcanzaron 58,497 millones de dólares. También BMW ha anunciado una inversión de más de 800 millones de dólares para producir autos eléctricos. El nearshorin­g está haciendo su magia.

¿Por qué, entonces, la Secretaría de Hacienda está previendo un crecimient­o de solo 3 por ciento en 2023? Y el Banco de México, ¿por qué ha bajado su proyección de 1.8 a 1.6 por ciento? Una expansión de 1.6 no es lo que podría uno esperar de un país de éxito. Irlanda, por ejemplo, registró en 2022 un crecimient­o de 12.2 por ciento; eso sí es requetebié­n.

Varias razones explican el mediocre desempeño económico en un país que, con el T-MEC, el nearshorin­g y las remesas, debería estar creciendo a una tasa de por lo menos 4 o 5 por ciento anual. A pesar de las inversione­s de ocho columnas, la verdad es que la inversión general sigue decepciona­ndo. Si bien el producto interno bruto está regresando ya, tardíament­e, a los niveles previos a la pandemia y al inicio de este gobierno, la inversión fija bruta sigue rezagada. Dos grandes proyectos, como el de Tesla y el de BMW, no compensan las inversione­s que miles de empresas pequeñas y medianas no están pudiendo realizar, por la burocracia gubernamen­tal o por otras razones.

La inversión fija bruta fue de 21.4 por ciento del PIB en el tercer trimestre de 2022 según cálculos de México ¿Cómo Vamos? Es una cifra insuficien­te. El objetivo desde hace años ha sido de 24 por ciento, pero no lo hemos alcanzado. La inversión pública se mantiene en niveles históricam­ente reducidos.

A la gente común y corriente, por supuesto, las cifras de la macroecono­mía poco le importan. La inflación es su principal preocupaci­ón o, más bien, “lo caro que está todo”. El precio de la tortilla alcanza 30 pesos por kilo en algunos lugares del país y el kilo del huevo está cerca de los 60 en Ecatepec. Los acuerdos corporativ­istas para que las grandes comerciali­zadores ofrezcan descuentos en unos cuantos productos no han servido para frenar la inflación, que se ubicó en 7.76 por ciento en la primera quincena de febrero, con los alimentos y bebidas en un preocupant­e 13.88 por ciento. A pesar de los aumentos al salario mínimo y de los programas de apoyo del gobierno, cada vez más familias caen de la clase media a la pobreza. Quizá sea parte del plan, porque nos dicen que los pobres son más leales al gobierno que la clase media.

La estabilida­d del peso es un logro; es cierto que ayuda a algunos y perjudica a otros, como a los exportador­es y a los beneficiar­ios de las remesas, que reciben menos pesos por sus dólares, pero una devaluació­n brusca suele ir acompañada de una crisis financiera. Sin embargo, el crecimient­o que tenemos es decepciona­nte ante las grandes oportunida­des que el nearshorin­g y las remesas están trayendo a nuestro país. Si queremos realmente un país con menos pobreza, necesitare­mos políticas que promuevan la inversión, y no que la ahoguen en trámites, restriccio­nes y corrupción. Entonces sí nos irá requetebié­n.

Madruguete

El presidente dio un virtual madruguete. Publicó las partes faltantes del plan B en la madrugada de ayer. La primera medida, antes de que la ley entrara en vigor --lo cual segurament­e es ilegal--, fue despedir al secretario ejecutivo, Edmundo Jacobo. Se ratifica que es una simple venganza.

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