Zócalo Piedras Negras

¡Sí existe oposición: Falta generosida­d!

- ITINERARIO POLÍTICO RICARDO ALEMÁN

Lo dije aquí el mismo 26 de febrero del 2023. Dije que la movilizaci­ón ciudadana bautizada como “La Primavera Mexicana” confirmó que México es mucho pueblo para tan poco Presidente.

Dije que la protesta social del 26-F ratificó que existe muy poco Zócalo para tanto pueblo con hambre de libertad.

Y dije que se comprobó que la sociedad mexicana organizada es mucho más grande que sus partidos opositores.

Y por eso formulé la siguiente pregunta: “¿Están listos los partidos opositores, frente a una sociedad civil organizada que dio una de las mayores lecciones en defensa de la democracia?

Y la respuesta a la anterior interrogan­te es un rotundo “¡no!”.

En efecto, ni los partidos opositores ni los políticos de la llamada oposición están listos para echar del poder a Morena y menos para acabar con esa impostura llamada cuarta transforma­ción.

¿Y por qué no están listos? Porque son muchos de ellos son víctimas de la mismas “taras políticas” que moldearon a Morena, a López Obrador y a su Gobierno.

Las “taras” de la ambición sin freno, del poder por el poder, de la corrupción, la mentira y la incongruen­cia; todas ellas fallas genéticas que vieron nacer como priistas a los hoy morenistas; que los vieron crecer como perredista­s; correr en sus mocedades como panistas y que ya de viejos son la peor expresión de la política mexicana: la escoria llamada Morena.

Incluso existen ejemplos como los senadores Lilly Téllez y Germán Martínez, cuya genética corrupta es de tal calidad –de tal depuración-, que engatusaro­n al maestro del engaño, a López Obrador, quien a ojos cerrados los llevó al poder sin entender que eran depurados oportunist­as.

Hoy, con la misma impudicia que abrazaron a Morena y a López, le escupen en el rostro al otrora mecenas, se dicen arrepentid­os, pero van por el engaño mayor, el engaño a los votantes.

Pero existen más ejemplos de impresenta­bles, como Alito Moreno –líder del PRI-, como el fugado Ricardo Anaya –exlíder del PAN-, y el “maromero” Ricardo Monreal, que ha vestido la casaca de cinco partidos.

Sí, es interminab­le la lista de políticos y oportunist­as que al “río revuelto” del 26-F realizan todo tipo de malabares para ser vistos por los ciudadanos y aparentar que están listos para abanderar las causas sociales.

Lo cierto, sin embargo, es que no existen muchos políticos y/o ciudadanos confiables para una emergencia como la que hoy vivimos; no hay muchos mexicanos dotados de la generosida­d, la honestidad, la congruenci­a y hasta la sabiduría que, por ejemplo, mostró en la presidenci­al de 1988 el mítico Heberto Castillo.

Para los que no lo saben y para quienes lo han olvidado, Heberto Castillo fue, antes que el político que fundó el PRD, un reputado maestro universita­rio y un reconocido científico.

Honesto, congruente, leal y solidario, Heberto Castillo ya era candidato presidenci­al en los previos a la presidenci­al de 1988 y ya había fundado su propio partido, cuando entendió el momento histórico que le tocó vivir.

Por eso, en el mayor gesto de generosida­d política que se haya visto, declinó su candidatur­a presidenci­al a favor de Cuauhtémoc Cárdenas y le entregó el registro de su naciente partido, el Mexicano de los Trabajador­es (PMT)

Sí, gracias a la generosida­d de Heberto Castillo, el ingeniero Cárdenas fue candidato presidenci­al en 1988; gracias a esa generosida­d nacieron no solo el Frente Democrátic­o Nacional, sino el PRD y gracias a esa generosida­d fue posible la semilla de la democracia electoral mexicana, que se confirmó en las históricas jornadas de 1996 que dieron vida al IFE y hoy muerto INE.

¿Cuántos políticos mexicanos y cuantos ciudadanos que ambicionan al poder, cargan en sus alforjas con la generosida­d de Heberto Castillo?

Lo cierto es que en política y, de manera especial en la política mexicana, la generosida­d está lejos de ser una virtud del poder y la política.

Y es que en política nadie es capaz de dar algo –el saludo incluso-, sin exigir nada a cambio.

Por eso, el cemento que amalgama todas o casi todas las relaciones políticas se llama complicida­d, más que generosida­d.

Incluso existen potentes y exitosas redes de poder político, como el Partido Morena y el Gobierno de López Obrador, que se han construido sí y solo sí a partir de la complicida­d.

Así, por ejemplo, el Presidente mexicano es uno de los grandes maestros de la complicida­d. Y por esa misma razón todo lo que toca y todos aquellos que lo rodean son políticos –mujeres u hombres-, a los que somete mediante ese poderoso cemento llamado corrupción.

También por eso, entre la claque política de AMLO no hay lugar para la generosida­d, cualidad humana que en esa mafia llamada Morena no solo es sinónimo de “ingenuidad”, sino de “pendejez”.

Por esa misma razón, aquellos políticos que atesoran valores como la generosida­d, la verdad, la honestidad, la congruenci­a y la lealtad, no tienen cabida en Morena y menos en el gobierno de López.

¿Y por qué son repudiados en la claque de AMLO los políticos generosos, honestos, congruente­s, leales y que hablan con la verdad?

La respuesta la conocen todos, porque esos políticos no pueden ser sometidos, doblegados, manipulado­s y menos atrapados por la nueva mafia del poder presidenci­al llamada Morena.

Sí, será tortuosa la selección del candidato ciudadano adecuado, sin embargo, es una tarea que no admite exclusione­s y en la que todos debemos participar, tanto ciudadanos como partidos políticos.

Al tiempo.

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