Cuando tienen acento extranjero
Un gran amigo mío —sin agraviar a mis lectores— es originario de España, pero tiene ya más de cuarenta años viviendo en México. Ha hecho carrera aquí, sus amigos son mexicanos, tiene una gran familia que siempre ha vivido en México y él —mi amigo— sigue hablando con acento español.
“¡Pero si tienes tantos años viviendo acá!” Yo le digo, pero él así no cambia nada su acento, es decir, el estilo español con el que pronuncia… pues, el español. Fíjese, yo conozco personas que se van de vacaciones un par de semanas a España y cuando regresan, ¡haz de cuenta que son españoles, majo! Regresan con aquel acento… o bueno, lo que ellos creen que es acento español.
No nos vayamos muy lejos: En nuestro México, de una ciudad o región a otra, cambia drásticamente el acento, aunque el lenguaje sea básicamente el mismo español. Es un fenómeno curioso de la comunicación humana; yo soy de la ciudad de Monterrey y estoy plenamente consciente del “tonito” que tenemos al hablar… que es un poco “golpeado” dirían algunos, es decir, un poco directo, brusco y frontal. En la Ciudad de México, obviamente tienen su famoso tono o acento chilango —que cambia de una parte de la ciudad a otra— y así nos vamos de ciudad en ciudad.
En estados como Campeche y Tabasco el acento es muy diferente a quienes hablan el español de Oaxaca, por ejemplo. Lo curioso es que, por más evidente que sea el acento del hablar de la gente, muchas de esas personas no detectan su propio acento y creen que ellos no tienen… ¿Por qué? Pues porque para ellos eso es lo normal y su oído está tan acostumbrado a escucharlo que ya no lo notan.
Nos queda claro que el acento, además de ser una cuestión lingüística, se trata de un tema sociocultural, porque se aprende de los mismos integrantes del grupo al que se pertenece. ¿Y para qué lo aprendemos? ¿Por qué tenemos acento?
Existen diferentes razones, pero la más importante —y que provoca que el fenómeno de adquirir un acento en el habla sea prácticamente automático— es la de definir una identidad, a nivel personal y más ampliamente, a nivel de grupo. Por ejemplo, si hablo con acento norteño es porque me identifico con mi grupo y cualquier miembro de otro grupo puede identificarme como norteño; los del grupo con sólo escucharme hablar pueden aceptarme en él y eso genera sentido de pertenencia, algo que es indispensable para el ser humano.
El tema del acento es interesante y algo complejo porque involucra muchos factores socioculturales. Sin embargo, lo más importante es saber que todos tenemos acento y que eso define gran parte de nuestra identidad.
Como diría el norteño con mucho acento: ¡iñor!, que quiere decir: ¡sí señor!
Consultorio Verbal
PREGUNTA DEL PÚBLICO. Carmen Jáuregui me comenta: “En una conversación que vi en un video mencionaron la nomofobia, pero yo no sé qué es. ¿Usted sabe?”
RESPUESTA: Nomofobia es un término que no está aceptado por la Real Academia aún, pero que se está usando. Quiere decir: Miedo a quedarse por un tiempo sin teléfono celular. Fobia sabemos que es “miedo irracional”, no es negación y mo es una forma corta de “móvil”. Nada más no la confunda con la nosofobia, que es el miedo a las enfermedades.
AHORA PREGUNTO: ¿A qué se refiere la palabra vitriolo? a.- A un ventanal de colores. b.- A una vitrina. c.- A un techo de vidrio. d.- A un ácido
RESPUESTA: d. Vitriolo es el nombre que se le daba al ácido sulfúrico.
Frase para terminar: Las vacaciones son como las brujas: ¡Se pasan volando! ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.