QUIERE ACABAR CON LA EDUCACIÓN PRIVADA...
Nos van a matar de un susto: apenas aparecen algunas señales en el horizonte que dan pie al optimismo, como la creación de fuentes de empleo o la estabilidad de la economía, cuando brinca al escenario nacional algún jumento para recordarnos que este es el gobierno de los sobresaltos.
Me refiero a un funcionario muy menor de la Secretaría de
Educación, de nombre Max Arriaga. De seguro lo conoce usted, pues es el impulsor de éxitos como los libros de texto gratuitos elaborados con las patas y un sinfín de colaboradores improvisados, pero baratos.
También es autor del genial apotegma “leer por goce es un acto de consumo capitalista”… que dice él que nunca dijo. Tan sólo lo habrá sugerido… y lo habrá remarcado.
Por desgracia, con “funcionario muy menor” no me refiero a su nivel jerárquico, sino al de sus intervenciones en público. Ahora aprovechó el seminario organizado por el Conacyt, “Libros de Texto Gratuitos.
Avances y retos de una nueva política”, para soltar varias perlas de su roncho pecho.
Una de ellas fue “El gran reto (de la SEP) es hacer entender a esta gente que se ha dedicado a comercializar la educación, que genera un mercado, genera mano de obra barata para maquila, para transnacionales, que dejen de lado la educación y que permitan que el sueño de la izquierda se haga real: que es que la educación, que la cultura llegue a todos los niveles socioeconómicos”.
Una frase que resultaría idónea para aparecer en los futuros libros de texto gratuito… de no ser porque no tiene el más mínimo sentido. Es precisamente la educación pública, sobre todo la de ínfima calidad que a duras penas se enseña en las zonas más empobrecidas del país, la que condena a miles, si no es que millones de niños, a una vida de “mano de obra barata”.
Y si bien es cierto que muchos de los empresarios de la educación
“privada” no son blancas palomitas, no veo en que pueden estar impidiendo ese “sueño de la izquierda”, que la educación, la cultura llegue a todos los niveles socioeconómicos.
Al contrario, al llevarse algunos educandos a sus escuelas, en realidad contribuyen a desconcentrar las escuelas públicas, lo que permitiría a éstas elevar la atención a sus propios alumnos, elevando así el nivel, ¿no?
Pues no. La terca realidad nos muestra que sí, hay escuelas y profesores de buen nivel en cualquier parte, sin importar su financiamiento. Pero la educación pública en general está en un déficit que se va agravando a medida que no vamos al sur del país.
Así que el borrico de Max Arriaga puede decir misa o su equivalente “de izquierda”, pero sus barruntos jamás podrán ser tomados en serio. Mucho menos por cualquiera que se precie de ser de izquierda.
Se me acabó el espacio, pro este jueves les explico mi argumento.