El lenguaje rebuscado de los políticos
En época de elecciones, estaba mi tío en su casa leyendo el periódico, cuando tocan a la puerta. Abre y un sujeto, sin más ni más, le dice: “Señor, ha sido usted insaculado”.
“¿Yo? —exclama mi tío entre temeroso e indignado— ¡A mí que me esculquen!” Es que insaculado suena así como que es uno acusado de violador o algo así. Pero la verdad es que ser insaculado no es más que ser puesto en un saco.
Mi tío resultó insaculado porque su nombre fue escrito en un papel y puesto en un saco o en algún otro recipiente que hizo las funciones de un saco o costal como le llamaríamos en México. Después resultó elegido al azar para el desempeño de alguna función electoral.
Así es el lenguaje político: pomposo, rebuscado y engañoso. Los demagogos, que en nuestro ambiente político abundan, se valen de ello para impresionar a sus escuchas, procurando que no entiendan nada de nada.
La palabra “demagogo”, según sus raíces, es “el que conduce al pueblo” pero así le llamamos nosotros a un político que pretende el poder, apelando con palabrería vana a las emociones y prejuicios del pueblo. Un tipo que habla mucho y no dice nada. Una especie de Cantinflas, pero mucho menos divertido.
¿Cuántas veces hemos oído o leído del “apoyo irrestricto” a un partido, a un gobernante o a un candidato? ¿y cuántos partidistas que usan el término, saben lo que quiere decir “irrestricto”? Pues es lo mismo que “no restringido”, pero ¿lo sabrán ellos?
Salvo excepciones, cuando un político habla en público, parece que de lo que se trata es de hacer el texto ininteligible, o sea, que la mayoría se impresione pero no entienda nada. Nuestros profesionales de la demagogia tienen su propio vocabulario donde aparecen con demasiada frecuencia palabras como: consenso, militancia, postulación y otras linduras.
Y no digo que los términos estén mal aplicados —o no siempre— sino que son dichos aventuradamente, a veces sin conocer bien su significado.
Ahí le van los mencionados: Consenso es participio irregular del verbo consentir. O sea que es como “consentido”, un acuerdo en el que todos están de acuerdo.
Postulación es pretensión. Un candidato que se postula para un cargo es el que pretende llegar a ocupar ese cargo; postular es pretender, aunque también es pedir o proponer.
Además de lo que dicen, hay que ver cómo lo dicen: “¡Es nuestro candidato a la gobernatura!” ¿Cómo “gobernatura”? ¡Es gubernatura! Pero hágaselo usted notar al orador y probablemente le replique: “Pos ni que fuera para gubernador”. Al final, tanto gobernatura como gubernatura son igualmente válidas, así que ni para qué se peleen.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO: Roberto Nava quiere saber de dónde proviene la palabra jeroglífico.
RESPUESTA: La palabra “jeroglífico” tiene raíces griegas: viene de hieros (sagrado) y glifein (grabar). El sentido implícito del significado es “palabras divinas” porque se supone que era una forma de comunicarse con los dioses.
AHORA PREGUNTO: “Esto está demasiado caliginoso”. ¿Qué estaban haciendo los que usaron esta expresión?
a. Estaban tratando de entrar a una cueva desconocida.
b. Estaban tratando de resolver una operación matemática.
c. Estaban tratando de pintar una pared rústica.
d. Estaban cocinando un trozo de carne.
RESPUESTA: a. Caliginoso es algo oscuro, nebuloso, por lo tanto, lo más probable es que estén tratando de entrar a una cueva.
La puntualidad es el arte de esperar a que lleguen los impuntuales. ¿Cómo dijo? ¡Hasta la próxima!