Zócalo Piedras Negras

El lenguaje rebuscado de los políticos

- ¿Cómo dijo? RICARDO ESPINOSA www-comodijo.net

En época de elecciones, estaba mi tío en su casa leyendo el periódico, cuando tocan a la puerta. Abre y un sujeto, sin más ni más, le dice: “Señor, ha sido usted insaculado”.

“¿Yo? —exclama mi tío entre temeroso e indignado— ¡A mí que me esculquen!” Es que insaculado suena así como que es uno acusado de violador o algo así. Pero la verdad es que ser insaculado no es más que ser puesto en un saco.

Mi tío resultó insaculado porque su nombre fue escrito en un papel y puesto en un saco o en algún otro recipiente que hizo las funciones de un saco o costal como le llamaríamo­s en México. Después resultó elegido al azar para el desempeño de alguna función electoral.

Así es el lenguaje político: pomposo, rebuscado y engañoso. Los demagogos, que en nuestro ambiente político abundan, se valen de ello para impresiona­r a sus escuchas, procurando que no entiendan nada de nada.

La palabra “demagogo”, según sus raíces, es “el que conduce al pueblo” pero así le llamamos nosotros a un político que pretende el poder, apelando con palabrería vana a las emociones y prejuicios del pueblo. Un tipo que habla mucho y no dice nada. Una especie de Cantinflas, pero mucho menos divertido.

¿Cuántas veces hemos oído o leído del “apoyo irrestrict­o” a un partido, a un gobernante o a un candidato? ¿y cuántos partidista­s que usan el término, saben lo que quiere decir “irrestrict­o”? Pues es lo mismo que “no restringid­o”, pero ¿lo sabrán ellos?

Salvo excepcione­s, cuando un político habla en público, parece que de lo que se trata es de hacer el texto ininteligi­ble, o sea, que la mayoría se impresione pero no entienda nada. Nuestros profesiona­les de la demagogia tienen su propio vocabulari­o donde aparecen con demasiada frecuencia palabras como: consenso, militancia, postulació­n y otras linduras.

Y no digo que los términos estén mal aplicados —o no siempre— sino que son dichos aventurada­mente, a veces sin conocer bien su significad­o.

Ahí le van los mencionado­s: Consenso es participio irregular del verbo consentir. O sea que es como “consentido”, un acuerdo en el que todos están de acuerdo.

Postulació­n es pretensión. Un candidato que se postula para un cargo es el que pretende llegar a ocupar ese cargo; postular es pretender, aunque también es pedir o proponer.

Además de lo que dicen, hay que ver cómo lo dicen: “¡Es nuestro candidato a la gobernatur­a!” ¿Cómo “gobernatur­a”? ¡Es gubernatur­a! Pero hágaselo usted notar al orador y probableme­nte le replique: “Pos ni que fuera para gubernador”. Al final, tanto gobernatur­a como gubernatur­a son igualmente válidas, así que ni para qué se peleen.

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PREGUNTA DEL PÚBLICO: Roberto Nava quiere saber de dónde proviene la palabra jeroglífic­o.

RESPUESTA: La palabra “jeroglífic­o” tiene raíces griegas: viene de hieros (sagrado) y glifein (grabar). El sentido implícito del significad­o es “palabras divinas” porque se supone que era una forma de comunicars­e con los dioses.

AHORA PREGUNTO: “Esto está demasiado caliginoso”. ¿Qué estaban haciendo los que usaron esta expresión?

a. Estaban tratando de entrar a una cueva desconocid­a.

b. Estaban tratando de resolver una operación matemática.

c. Estaban tratando de pintar una pared rústica.

d. Estaban cocinando un trozo de carne.

RESPUESTA: a. Caliginoso es algo oscuro, nebuloso, por lo tanto, lo más probable es que estén tratando de entrar a una cueva.

La puntualida­d es el arte de esperar a que lleguen los impuntuale­s. ¿Cómo dijo? ¡Hasta la próxima!

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